NACIONALISMOS CARIBEÑOS
Marcus Garvey y Pedro Albizu Campos
Juan Manuel Carrión
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ISBN 13: 9798565859577
ÍNDICE
E l nacionalismo es un fenómeno político muy variado, el cual se ha expresado de forma distinta en diferentes tiempos y lugares. Como objeto de estudio, nos interesa en este libro el nacionalismo en la región del Caribe, en específico su archipiélago de islas. Aunque hay diferencias entre cada país, hay un patrón diferencial, históricamente reconocido, entre el Caribe hispano y el resto del Caribe. El nacionalismo surgió primero en el Caribe hispano y aquí, a diferencia del resto de la región, se expresó por medio de la articulación de un discurso transracial. En los países del Caribe en los que se hablan otros idiomas, en vez del español, la expresión más típica del nacionalismo ha sido el nacionalismo negro, en el que la patria se confunde con raza.
Explicar estas diferencias es el propósito fundamental de este libro. Se han escogido para este objetivo dos figuras típicas de la diversidad del nacionalismo en la región caribeña. Dos figuras típicas del pensamiento y la acción nacionalista durante la primera mitad del siglo XX: Marcus Garvey, de Jamaica y Pedro Albizu Campos, de Puerto Rico. El análisis comparativo de estas dos figuras puede verter luz sobre los factores que han propiciado las formas políticas que el nacionalismo ha tomado en la región. Son muchos los autores que han señalado diferencias importantes entre lo que podemos llamar el Caribe hispano y el Caribe afroantillano. Diferencias que responden a desarrollos históricos particulares en los que los pasados problemas históricos del colonialismo y la esclavitud se han manifestado de manera muy distinta.
En este trabajo la figura de Marcus Garvey se examina como representante de las particularidades del Caribe que se desarrolló bajo los sistemas colonialistas de los enemigos de España. Pedro Albizu Campos se examina como representante típico de las expresiones nacionalistas en el Caribe hispánico. Las diferencias en las expresiones nacionalistas entre estas dos regiones se manifiestan de varias formas especiales, como, por ejemplo, en el momento cuando aparecen las primeras manifestaciones de identidad nacional y lucha por la independencia y en las formas de lucha contra la opresión colonial, así como en la manera como se maneja la problemática racial en la construcción del imaginario nacional.
En el Caribe hispano la idea nacional típicamente se ha desarrollado por medio de “mitos de mestizaje” que buscan sobrepasar las diferencias raciales en aras de la unidad nacional. En el Caribe no-hispano, como Jamaica, el nacionalismo que surgió de raíces populares se ha expresado la más de las veces en una concepción racial de la nacionalidad. Jamaica, como otros países en su región, ha producido muchos ejemplos de nacionalismo negro; mientras que en el Caribe hispano el nacionalismo negro tiene una relativamente débil presencia histórica.
El nacionalismo es la idea detrás del estado nacional. Hoy día esta es la forma típica del Estado. Este es el Estado que dice ser la nación. Los gobernantes buscan su legitimidad como representantes de la nación. La nación en esta visión es el pueblo soberano. El surgimiento de los estados nacionales, al igual que el nacionalismo, ha sido un fenómeno diverso en tiempo y lugar. El momento histórico y el contexto geopolítico de su surgimiento son algunos de los factores que marcan el carácter con el que se expresa el nacionalismo.
Para entender las características de un nacionalismo en particular es también sumamente importante que se tome en cuenta el contexto cultural de su surgimiento. Una importante diferencia radica, por ejemplo, en el asunto de la semejanza o diversidad étnica de la población que el nacionalismo identificará como la nación. La nación es, hasta cierto punto, creación del nacionalismo, pero la nación no puede crearse a partir de la nada. Es necesario que exista un sustrato étnico, más o menos definido, que sirva de cimiento sobre el cual se pueda construir la nación. Otro factor de importancia decisiva para entender las características que puede tomar el nacionalismo responde a si este es un nacionalismo que surge en un Estado preexistente o si es el nacionalismo de un pueblo sometido, sin gobierno propio. No es lo mismo, por ejemplo, el nacionalismo de una potencia imperialista, que el nacionalismo de un pueblo colonial o semicolonial.
Todos estos aspectos hay que tomarlos en cuenta para entender el nacionalismo en el Caribe. Esta es una región del mundo en donde los estados nacionales hacen una aparición relativamente tardía y tortuosa. El Caribe es la región del colonialismo por antonomasia. Decir colonialismo es decir el Caribe. Aquí comenzó el colonialismo moderno y es una de las pocas regiones del mundo donde todavía pervive. Los pueblos de la región se han formado no solo en el contexto de un colonialismo prolongado, sino también bajo los efectos de sistemas de explotación, como la esclavitud. Junto a Brasil fue en el Caribe donde por más tiempo duró la esclavitud de los africanos. A diferencia de la esclavitud que existió en la antigüedad clásica, en el Caribe esta tuvo, desde un principio, un fuerte carácter racial. Este es otro factor importante que hay que tomar en cuenta en un análisis del nacionalismo en el Caribe.
El estudio de las manifestaciones del nacionalismo en el Caribe requiere que primero podamos precisar qué se entiende por el concepto nacionalismo. La literatura sobre el nacionalismo es sumamente amplia y hay diversidad de teorías sobre el nacionalismo y formas de entenderlo. Pero hay elementos básicos en una definición del nacionalismo que comparten la mayoría de los estudiosos del tema. El nacionalismo es, primero que nada, una ideología política. La definición de nacionalismo que Hans Kohn hiciera años atrás sigue siendo útil: “El nacionalismo es un credo político que constituye el principal apoyo para la cohesión de las sociedades modernas y legitima su pretensión de autoridad.” (Kohn [1944], 2005) Aunque algunos autores prefieren hablar de una ideología o de un principio político, se trata del mismo asunto. Ernest Gellner planteaba que el nacionalismo era el principio político que sostenía que debe haber congruencia entre la unidad nacional y la política. (Gellner 1988) Él lo planteaba de otra manera al decir que debía existir obligatoriamente unidad cultural entre gobernantes y gobernados. Este requisito, que el nacionalismo sostiene, no existía hasta hace pocos siglos. Cuando Carlos I asumió el trono de España en 1516, este no hablaba español, no había nacido en España ni nunca había estado allí. Esto sería inconcebible para un gobernante de hoy día. Es el “principio nacional” lo que lo hace hoy imposible. Las diferencias culturales entre gobernantes y gobernados eran antes a veces hasta cultivadas porque servían para marcar la diferencia entre los que, por tradición, debían obedecer y los que tenían el derecho también por tradición a mandar. No había la pretensión de igualdad ciudadana, que es parte del ideario político moderno. Una frase apócrifa de Luis XIV de Francia fue supuestamente: “L’État, c’est moi” . La Revolución francesa fue para negar rotundamente esa aseveración. El Estado no pertenece al rey, es del pueblo. Es el concepto de soberanía popular, tan influyente desde entonces. Precisamente la nación no es otra cosa que el pueblo soberano desde la perspectiva del nacionalismo.
El nacionalismo quiere que esas dos cosas distintas, el Estado y la nación estén juntas. Si el Estado existe, debe ser nacional. Si la nación existe, o un grupo “significativo” de gente sustenta esa creencia, la nación entonces necesita de un Estado propio. Esta es una idea novedosa desconocida hasta hace pocos siglos. El Estado existe desde hace miles de años. Aunque haya ido cambiando, sus orígenes se remontan a los comienzos de la agricultura y la “civilización”. La nación es tal vez más antigua, especialmente si le queremos ver una cierta afiliación con las primeras organizaciones de parentesco.