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Heather Brewer - Segunda crónica: el cazavampiros

Aquí puedes leer online Heather Brewer - Segunda crónica: el cazavampiros texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2013, Editor: La Factoría de Ideas, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Heather Brewer Segunda crónica: el cazavampiros

Segunda crónica: el cazavampiros: resumen, descripción y anotación

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Segunda crónica El cazavampiros Heather Brewer Una novela de Las crónicas - photo 1

Segunda crónica: El cazavampiros

Heather Brewer

Una novela de

Las crónicas de Vla dimir Tod

Traducción de Rebeca Rueda Salaices

Título original The Chronicles of Vladimir Tod Ninth Grade Slays Primera - photo 2

Título original : The Chronicles of Vladimir Tod: Ninth Grade Slays

Primera edición

© 2008, Heather Brewer

Fotografía de Ali Smith. Diseño de muñeca de Tina Amantula.

Ilustración de portada © 2Christian Funfhausen y Jason Henry

Derechos exclusivos de la edición en español:

© 2013, La Factoría de Ideas. C/Pico Mulhacén, 24. Pol. Industrial «El Alquitón». 28500 Arganda del Rey. Madrid. Teléfono: 91 870 45 85

informacion@lafactoriadeideas.es

www.lafactoriadeideas.es

ISBN: 978-84-9018-245-1

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra. 4

Este es para Jacob, porque el instituto es un asco.

Agradecimientos

Los escritores escriben los libros, pero hay toda una legión de personas encargadas de perfeccionarlos, personas que no reciben todas las alabanzas que merecen. Me gustaría dar las gracias a mi increíble editora, Maureen Sullivan, por trabajar sin descanso, animarme a mejorar mi técnica, por sus inteligentes comentarios y su actitud positiva. Gracias a todo el mundo en Dutton, por hacer todo lo que está en sus manos para convertir mi sueño en realidad. Un agradecimiento especial merece el diseñador de la portada, Christian Funfhausen, por diseñar el smiley más alucinante que un autor de novelas vampíricas pueda desear. Y también quiero nombrar aquí a mi estupendo agente, Michael Bourret, por prestarme no solo un hombro donde llorar, sino también tus ojos, oídos e inteligencia. Sin ti, solo soy una currante con un teclado y sed de sangre.

Muchas, muchas gracias a la compañera y crítica más alucinante que una chica pueda tener, Jackie Kessler, que nunca deja de asombrarme con su talento y su intuición para saber cuándo necesito bombones. Gracias también a mi hermana, Dawn Vanniman, por creer en mí y por seguir queriendo a Seth. Y, por supuesto, gracias a Paul, Jacob y Alexandria, no sé cómo, pero conseguisteis dejarme el tiempo necesario para escribir otra novela y os quiero por eso.

Gracias también a los futuros cuidadores del reino de Brewtopía, a mi leal Horda de Seguidores, a todos los libreros y bibliotecarios que han presentado mi libro a los lectores, y a ti, la persona que sostiene este ejemplar, por darle a Vlad una posibilidad y acompañarlo en sus años de instituto.

Vlad y yo no lo podríamos hacer sin ti.

Cazador a sueldo

Cogió la fotografía y estudió el rostro del chaval. Salvo por la pálida tez y los ojos inteligentes, nadie sospecharía que fuera otra cosa que un adolescente normal. Pero Jasik sabía que las cosas no eran tan sencillas.

—¿Entonces es este? —Alzó la vista hacia el hombre que había detrás del escritorio, que asintió una sola vez.

—Vladimir Tod. —La voz del hombre era grave y ronca.

Jasik guardó la foto en el bolsillo de la camisa, se llevó la mano a la boca y carraspeó.

—Necesitaré material, por supuesto.

—Tendrás todo lo que quieras. —El rostro del hombre se retorció en una expresión de amargura.

Jasik atravesó la habitación y miró por la ventana. Las calles de la ciudad estaban oscuras a pesar de las farolas. En las aceras, los transeúntes se movían como hormigas, evitando los pequeños charcos de luz. Era difícil diferenciar a los humanos de los vampiros. Si el sol saliera de repente y los bañara con su luz, ¿se escabullirían y buscarían la oscuridad en otro lugar?, se preguntó.

—¿Puedo preguntar cómo supo de mí?

El hombre detrás del escritorio tosió sobre un pañuelo antes de contestar. Cuando lo apartó de sus labios, estaba manchado de un rojo brillante.

—No estoy para jueguecitos, Jasik. Sé hace muchos años que vendes tus… servicios. ¿Cazarás al chico o no?

Jasik se volvió hacia el hombre y sonrió con afectación.

—Mis servicios son caros.

—Te garantizo que estoy dispuesto a pagar lo que sea.

El hombre sentado tras la mesa se inclinó hacia delante y abrió un talonario. Tras garabatear algo durante un momento, se detuvo y miró al cazador.

—Lo único que tienes que hacer es decirme cuántos ceros.

Jasik se acercó al escritorio y contempló el talón. La tinta aún no se había secado cuando dijo:

—Tres más y trato hecho.

El hambre

Vlad cerró los ojos con fuerza. Estaba despierto y eso no le hacía ninguna gracia. Los fines de semana, incluso los de verano, estaban hechos para quedarse en la cama… sobre todo cuando uno se pasaba las noches en vela bajo la luz de la luna llena, porque sus genes de vampiro no le permitían acostarse sin disfrutar antes de su dosis diaria de oscuridad. Eso sin contar con que la despreocupación del verano acabaría en unos días para dar paso al horror del instituto.

Un leve zumbido le sobrevoló la cara, se detuvo y luego se acercó a su oreja izquierda. Abrió un ojo y miró con rabia a la mosca que volaba por la habitación. Eso era lo que lo había despertado.

La mosca se acercó de nuevo y acabó posándose sobre su nariz. La apartó de un manotazo y cuando el insecto se refugió en la almohada intentó aplastarla con la mano, pero falló. Vlad la maldijo entre dientes. ¿Es que aquella mosca se había empeñado en no dejarlo dormir, o qué?

El insecto agitó las alas, cruzó el cuarto y aterrizó directamente en la frente de Henry.

Después de un momento de duda, Vlad se colocó sobre el saco de dormir de su amigo y alzó una mano en silencio, dándole a la mosca una última oportunidad para huir.

—No creas que no soy capaz —le susurró.

Aquello no pareció impresionar al bicho, que se limpiaba su fea cara de mosca con las patitas. Si pudiese hablar, Vlad estaba casi seguro de que estaría riéndose de él.

Entonces le dio un rápido y fuerte manotazo. El sonido que hizo su mano al golpear la frente de Henry reverberó por toda la habitación, pero pronto se vio ahogado por el grito de su amigo que se incorporó inmediatamente con la mano en la frente.

—¡Tío!

Vlad echó los hombros hacia atrás, orgulloso por su victoria.

—Tenías una mosca.

Henry se frotó la frente y gruñó molesto.

—Bueno, por lo menos la habrás matado, ¿no?

—Sí, creo que sí.

La mosca pasó junto a su oreja y salió por la puerta.

Vlad la maldijo de nuevo, pero Henry lo interrumpió.

—Huele a beicon.

Sin embargo no era el aroma a beicon lo que despertó el apetito de Vlad, si no la promesa de una taza caliente de cero positivo y un jugoso bollo de canela, la especialidad de la tía Nelly. Una de las ventajas de vivir con Nelly, que en realidad no era su tía sino la mejor amiga de su madre desde mucho antes de que sus padres murieran, era que hacía unos bollos de canela tan dulces y deliciosos que, si se lo propusiera y contara con la financiación necesaria, podría hacerse con el mercado de bollos de canela de todo el país. Ahora, mejor no acercarse a su carne asada.

Salieron en tromba por la puerta y corrieron escaleras abajo. Cuando llegaron a la cocina, estaban jadeando y muertos de hambre. Henry descubrió el plato con la beicon frita y murmuró:

—Comida…

Vlad abrió la nevera y sacó una bolsa de sangre. Cogió una taza del armario y esquivó a Henry en su camino hacia el microondas.

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