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Aguirre Ediverto - Eclipse De Luna Roja

Aquí puedes leer online Aguirre Ediverto - Eclipse De Luna Roja texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2015, Editor: Ediverto E. Aguirre, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Aguirre Ediverto Eclipse De Luna Roja

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ECLIPSE DE LUNA ROJA

EE. AGUIRRE

A mi esposa.

A mis hijos.

A mis padres, que en paz descansen

A Canadá.

“La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión persistente.”

Albert Einstein

Primera Edición

21 de noviembre de 2015

Todos los Derechos Reservados.

Incluyendo derechos de reproducción parcial o total del libro sin la autorización por escrito del autor.

ISBN 978-0-9949566-0-6

Prólogo

Un eclipse de luna se produce cuando la tierra se interpone entre ella y el sol, al no llegarle la luz se oscurece total o parcialmente dependiendo de la alineación entre los tres. Los eclipses solo ocurren en noches de luna llena, hay diferentes tipos dependiendo si la luna se encuentra en la umbra o en la penumbra producida por la tierra o si es total o parcial. En diferentes culturas han estado asociados a mitos, leyendas y hechos reales. La historia menciona uno, el del 29 febrero del año 1504, que le permitió a Cristóbal Colón conseguir que los aborígenes los consideraran dioses.

En los eclipses totales, la luna pasa por una fase en la cual se ve rojiza. Esto se debe a que la luz del sol, pasando a través de la atmósfera de la tierra refleja el color rojo sobre ella. Esta luna roja ha estado relacionada a mitos en diferentes culturas. La llamada luna de sangre se da cuando ocurren cuatro eclipses totales, sin eclipses parciales entre ellos con una separación en tiempo de seis lunas llenas. La aparición de la luna de sangre ha sido ligada históricamente a diferentes profecías sobre catástrofes, muertes y otros desastres, incluyendo el de la destrucción del mundo.

En 1975, una pareja se bajó del carro en Nueva York, después de pasar el Lincoln Tunnel , para limpiar los vidrios de la condensación y mejorar la visibilidad. La Señora fue a la parte de atrás y desapareció para siempre. En ese año hubo dos eclipses de luna, uno el 24 de mayo y otro el 18 de noviembre.

Alfredo, inmigrante en Canadá, regresaba hacia su casa después de haber recorrido casi seis kilómetros por la trocha Crosstown Trail, caminaba lento, la nieve acumulada sobre la senda retrasaba su marcha. Durante el recorrido no se había cruzado con ninguna persona. Caminaba viendo la nieve, su mente analítica evaluaba opciones para obtener ingresos, estaba muy preocupado, no tenía trabajo y su esposa se quedaría sin empleo en unas semanas, ya que la empresa en donde trabajaba estaba a punto de cerrar. Llegó al Canadá, a la ciudad de Oakville, con su esposa en julio del 2007 como residente permanente con experiencia profesional.

Ese día, 20 de febrero del año 2008, miércoles, la temperatura estaba en menos diez grados. Esa noche habría un eclipse total de luna.

Al pasar por detrás de las canchas de basquetbol de la escuela, una católica que lleva el nombre de uno de los últimos Papas, vio que a lo lejos venía una persona caminando, el color rojo del abrigo le daba un toque navideño al paisaje verde y blanco de pinos y nieve, era una mujer. Traía la cara parcialmente tapada con la bufanda y un gorro blanco tipo trampero con la inscripción “CANADA”. Al principio no la reconoció, al acercarse un poco más se dio cuenta de que se trataba de una joven a quien veía todos los domingos en la Iglesia con sus padres. Le alegró encontrarse con alguien conocido en la soledad de la trocha, cuando se cruzaron, unos metros más adelante, a la altura del estanque artificial (pond en inglés) que está al lado de la escuela, levantó la mirada y la vio de frente, una joven atractiva en camino de convertirse en una bella mujer, pensó en saludarla formalmente pero no sabía cómo se llamaba, se limitó a un saludo corto.

—Hi.

Ella no respondió, ni siquiera lo miró.

Alfredo caminó, algo decepcionado porque la muchacha no le respondió, era costumbre saludar a quienes se cruzaban en la trocha, unos pasos más. De repente sintió un olor notablemente fuerte a pino, recordó el olor de la casa cuando se monta el árbol de Navidad recién comprado, solo que este era frío, se sentía el olor del invierno en un gran bosque, un olor muy fresco, y se dio cuenta de que la nieve había cambiado de consistencia porque sus pies se hundieron en ella. Percibió algo detrás de él, como un espejismo, volteó de forma inconsciente y se vio dentro de algo que parecía una diapositiva en 3D de un bosque de pinos proyectada sobre una pantalla gigante. Unos metros más adelante vio a la joven, parada frente a uno de los tantos árboles, sin moverse, como congelada. Sobre el suelo había muchas hojas y ramas, estaba dentro de un bosque. El silencio era impresionante, no había sonidos, no se oía el ruido de los carros ni el de los niños jugando en la escuela. Se volteó de nuevo y apuró el paso tratando de salir lo más rápido posible de aquello a donde estaba metido, no podía moverse, hundido en la nieve prácticamente tenía que brincar para poder dar un paso, la imagen que veía era de la trocha tal como la conocía, pero cada vez se hacía más desenfocada y oscura, era como si una puerta se estuviese cerrando con un plástico que se iba volviendo menos transparente a cada segundo, puso todo su esfuerzo, la descarga de adrenalina lo estaba ayudando, siguió adelante. Unos pasos después sintió que ya no se hundía en la nieve, se dio cuenta que el olor en el aire era otro, ya no se respiraba el olor a pino, el silencio se había roto. Se detuvo. Hasta ahora había reaccionado bien, el pánico no lo había congelado, sin embargo, al sentirse a salvo el corazón le comenzó a latir con fuerza, estaba totalmente desorientado, no tenía idea de que había sido todo aquello. Se acordó de la joven y miró hacia la dirección en la que la había visto, nada, no había imagen 3D, no había pinos, no había bosque, solo se veía la trocha, la escuela, el estanque, lo normal, nada había cambiado, estaba todo excepto ella.

Victoria, ese era el nombre de la joven, había desaparecido.


Alfredo fue recuperando lentamente la compostura y el ritmo de respiración normal. Parado en medio de la trocha, algo encorvado, veía para todas partes, no podía creer que la joven había desaparecido. Cuando se sintió recuperado, pensó que debía buscarla. Caminó sobre el terreno cubierto de nieve sin compactar que rodeaba la senda, hacia el estanque. Notó que no había huellas de pisadas. Un metro antes de llegar al agua se hundió, pensó que de nuevo había entrado en el bosque de la imagen 3D pero se dio cuenta de que los alrededores no habían cambiado, que estaba en la orilla del estanque hundido en nieve hasta las rodillas en un desnivel del terreno. Salió hacia atrás, haciendo un gran esfuerzo, viendo hacia todos lados, afortunadamente no había nadie, se alegró de que no lo vieron hacer el ridículo.

La superficie del agua en el estanque estaba lisa, sin perturbaciones, se veían trozos de hielo flotando y algunas hojas, nada indicaba que una persona hubiese caído en él. Cuando se convenció de que Victoria no cayó en el estanque, caminó hacia la quebrada que cruza la trocha en ese punto. Desde arriba vio que los arbustos apenas sobresalían en la nieve, la superficie no mostraba irregularidades, no había señales de que alguien estaba atrapado en ella. Apuró el paso, la joven podía estar en peligro, caminó hasta un pequeño bosque ( Woodgate Woods ) ubicado hacia el sur—este de la trocha. La nieve acumulada, las hojas y las ramas no le permitieron caminar libremente por las veredas internas del bosque. Decidió entonces recorrer el perímetro para ver si veía a la joven a través de los espacios entre los árboles, nada, el bosque era más cerrado que lo que había pensado. Ella no estaba. Se comenzó a sentir culpable de no haberla buscado cuando la vio frente al pino sin moverse.

Estando seguro de que la joven no estaba atrapada en algún lugar de peligro, sin tener más ideas, decidió regresar a su casa. Imaginó que la joven salió por otro lado y que caminaba por una de las calles que cruzan la trocha. Hacía frío, no se había dado cuenta. En el recorrido se cruzó con un joven que caminaba rápido, le llamó la atención que llevaba el cabello largo trenzado formando un moño sobre la cabeza. Al menos no necesitaba gorro para el frío, pensó. El pensamiento le pareció gracioso y se relajó. La tensión estaba pasando pero seguía desconcertado, no podía explicar lo que había pasado. Lo del bosque de pinos era algo de fantasía.

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