La Coartada del Multimillonario #1: La Proposición
Maddy Raven
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Traducido por Alejandra Atala
“La Coartada del Multimillonario #1: La Proposición”
Escrito por Maddy Raven
Copyright © 2015 Maddy Raven
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Traducido por Alejandra Atala
Diseño de portada © 2015 Maddy Raven
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La Coartada del Multimillonario
La Proposición
Copyright 2014 por Maddy Raven
Smashwords Edition
Tabla de Contenidos
TITULOS DISPONIBLES DE MADDY RAVEN
D isponibles el 2014 de Maddy Raven:
De la serie El Despertar de la Belleza :
- La Reina y la Miel (El Despertar de la Belleza #1)
- Las Princesas y sus Zapatillas (El Despertar de la Belleza #2)
- El Ataúd y el Beso (El Despertar de la Belleza #3)
- El Caballero y su Hermano (El Despertar de la Belleza #4)
- La Novia y la Negrura (El Despertar de la Belleza #5)
- La Princesa y la Corona (El Despertar de la Belleza #6)
- La Hermana y los Siete (El Despertar de la Belleza #7)
- El Cuervo y el Acertijo (El Despertar de la Belleza #8)
De la serie La Coartada del Multimillonario :
- La Proposición (La Coartada del Multimillonario #1)
- El Contrato (La Coartada del Multimillonario #2)
- El Escándalo (La Coartada del Multimillonario #3)
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WILL
“¡W ILLIAM Henry Harper!” una voz lo llamó por detrás. “¿Por qué no me sorprende verte aquí?”
Dejó caer un fajo de billetes en el bar. Agarró el ron y las coca cola por las que pagó y giró lentamente . Conocía esa voz, pero no quería hablar con su dueña en ese momento.
“Aquí no hay historia,” le dijo a Morgan, una de las escritoras de Zoey Fromme. “Solo un tipo comprando dos bebidas.” Miró para abajo. “Así que puedes mover tu pequeño iPhone.”
“¿Con quién estás?” pregunto ella, sin moverse una pulgada.
“Vamos—es un Viernes por la noche. ¿No tienes nada mejor que hacer que espiar a gente que se divierte más que tú?”
“Se llama Spy Bar.” Ella señaló el letrero que estaba en la pared detrás de él.
“Lo lamento.” Él le sonrió, determinado a no demostrar lo mucho que lo irritaba. “Me refería, ¿no tienes nada mejor que hacer que acosar a gente que no quiere hablar contigo?”
Morgan Cummings había estado varios meses investigando su historia, desde que su padre, Henry Harper, había anunciado que Will tomaría más responsabilidad en Harper Global para preparar su ascenso a Director Ejecutivo. Gracias a ella, su tranquila vida de ir a clubes con gente de su círculo más cercano había pasado a ser de conocimiento público —y al público no le gustaba lo que veía.
“Es un trabajo, así que no te lo tomes tan personal,” ella dijo indignada. “Y a diferencia de ti, en realidad me gusta lo que hago, aunque no fue entregado en bandeja de plata.”
A él también le gustaba su trabajo, trabajar para el Jefe de Operaciones de una de las compañías de refrigerios más grandes del país. Pero también le gustaba jugar duro cuando se acababa la semana —algo que estaba tratando de hacer, si Morgan lo dejara tranquilo.
“Muchas cosas buenas vienen en una bandeja de plata.” Él extendió sus brazos, una bebida en cada mano. “Si me permites...”
Él se dio la vuelta y se dirigió hacia su mesa , sin molestarse en mirar atrás. Conocía muy bien a la reportera oportunista de ojos saltones - podía imaginarse a Morgan siguiéndolo empujando a la multitud.
Ella lo atrapó y agarró su codo. "¿Ni siquiera me vas a dar el nombre de la cita de esta noche?".
Él la miró; ella le devolvió la mirada con avidez — ella no sentía hambre por su cuerpo, el cual habría apreciado. No, esa hambre estaba solamente reservada para su historia, y a él nada lo apagaba más que una periodista ansiosa por revelar trapos sucios.
“No sé de lo que estás hablando.” Él ojeo al público encima de su cabeza. No estaba buscando a nadie en especial, pero quería enviarle un mensaje—que su tabloide que reportaba cada movimiento que hacía no le molestaba en lo más mínimo.
“No me mientas,” le dijo ella, tirando su codo de nuevo. “¿Alta, pelirroja, que viste un vestido ajustado sin espalda?”
“Entonces,¿ por qué me preguntas eso? Si crees que estoy con alguien aquí, ¿por qué no te presentas y le preguntas su nombre?”
Morgan apretó los dientes y lo miró. “No puedo llegar a ninguna parte cerca de ella y lo sabes.”
“Oh, de veras,” él asintió con la cabeza, como si se le acabara de pasar por la cabeza. “A ustedes los reporteros no les pagan muy bien, lo que les hace difícil pasar la cuerda de terciopelo.” Le sonrió al portero que estaba al lado de la entrada del servicio de botellas y caminó junto a él, dejando a una enfurecida Morgan atrás al medio del club.
“Un caballero invitaría a una mujer para que lo acompañe,” ella le gritó sobre el escándalo de la música vibrante.
“Lo haría,” le respondió, “pero sé que desprecias las bandejas de plata.”
Él nunca le daría la entrada a su mundo, y no solo porque Morgan lo escribiría en su blog al día siguiente. El problema más grande es que ella era pequeña, morena, y de voz chillona, como un loro repulsivo—no exactamente su tipo de chica. Entonces, ¿por qué tomarla en cuenta?
Jaycee, por el otro lado, era la clase de mujer con la que quería estar. Se sentó frente a ella en su cabina y sirvió las bebidas en uno de los vasos vacíos todavía sentado en la mesa.
“¿Lista para un trío con éxtasis?” él preguntó. Las metió en las bebidas, los cubos de hielo chocaron mutuamente, hasta que encontró lo que estaba buscando: dos pedazos de hielo, cada uno contenía una pequeña bolsa de plástico envuelto con un poco de azul cristalino dentro.
Jaycee le dio una de sus distintivas sonrisas con hoyuelos. “Así que es verdad,” le dijo. “Aquí sirven una marca especial de ron y coca cola.”
“Solo lo mejor para la mejor.” Jaycee no era el tipo de chica que presentaría a sus padres, sobre todo cuando ellos seguían hostigándolo para sentar cabeza y dejar a toda la vibra negativa generada por Morgan. Pero entonces, se aseguró que nunca necesitaría un plan para presentaciones. Las mujeres que salían con él conocían la rutina —se les daba una noche de intimidad, contemplaban la perfección con un hombre guapo y rico a cambio de ser hermosas, encantadoras, interesantes ... y lo más importante, lo distraían.
Las mujeres con las que salía no eran estúpidas; sabían que engancharse o esperar algún compromiso de parte de él era inútil. Él era el playboy, la fantasía—cuando amanecía, el cuento de hadas terminaba para ellas y él estaba en la próxima diversión que podría mantener su mente fuera de ella .
Él ya no pensaba más en ella. Habían pasado casi cuatro años desde el asesinato, cuatro años desde que ella abandonó su condominio en el centro y se dirigió a la estación de trenes después de su pelea de las 3 A.M. Él le había ofrecido llevarla, pero había estado muy enojada con él para aceptarlo, y él muy enojado con ella para discutir. Se había quedado despierto jugando video juegos en la madrugada para desahogarse, lo que significaba que estaba despierto y alerta cuando recibió la llamada de los devastados padres de ella.
Nunca se había perdonado, y ahora, su hermana menor venia a la ciudad por el fin de semana, le había enviado un mensaje de texto temprano para pedirle que se juntaran. No había opción—aunque quería evitarla a toda costa, tuvo que decir que sí.
“Will.” Jaycee chasqueó los dedos en su cara. “¿Me estás escuchando siquiera?”
“Claro,” le dijo, reenfocando sus ojos en ella. Su cabello era de un rojo brillante y su cara pecosa solo hacía que su piel lechosa se viera pálida. Y esos ojos verdes... ¿por qué era que las pelirrojas tenían unos electrizantes ojos verdes? Mientras perforaban los suyos, no pudo evitar sino pensar en la noche que había planeado para ellos. “Tienes toda mi atención.”
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