Para que tu experiencia de lectura resulte provechosa es imprescindible que tengas a mano un cuaderno o dispositivo de escritura donde puedas desarrollar las cuestiones que se plantean a lo largo del libro.
Introducción
A veces la vida puede ser dura y las situaciones, difíciles de manejar. En mi trabajo como terapeuta, con frecuencia veo a personas con problemas que quizá te resulten familiares:
• ¿Alguna vez te sientes abrumado y con la sensación de que no puedes más?
• ¿Te preocupas en exceso y te sientes exhausto o irritable y enfadado?
• ¿Tienes dificultades en las relaciones personales?
• ¿Comes demasiado o demasiado poco, o dependes de estímulos como el alcohol, los fármacos, las drogas, las compras, el sexo y las redes sociales para afrontar los problemas?
• ¿Alguna vez te sientes perdido e inútil, y que no vales nada?
Esta lista no es exhaustiva y es posible que tengas otros problemas, pero si alguno, la mayoría, o todos ellos te tocan alguna fibra sensible, te aseguro que no estás solo. El remedio está al alcance de la mano. Las técnicas de De diez a zen te enseñarán cómo aprender a lidiar con esas emociones difíciles y, en definitiva, a vivir la vida de una manera más tranquila, más feliz y más auténtica.
¿Alguna vez has mirado las festivas imágenes de las redes sociales —Facebook, Twitter, Instagram— y tenido el envidioso pensamiento de que todos los demás se lo pasan en grande? Esto sucede aunque sepamos que lo que estamos viendo es solo una versión minuciosamente editada de la realidad. Sí, es estupendo compartir todo lo alegre, pero ¿dónde están las otras fotos? Los relatos que compartimos en las redes sociales son lo que queremos que los demás vean y crean de nosotros, mientras que rara vez publicamos algo que tenga que ver con los retos que afrontamos.
Sería un alivio si todos pudiéramos ser veraces respecto a quiénes somos realmente, sin pedir disculpas. Ojalá pudiéramos ser sinceros sobre el espléndido y maravilloso desconcierto que supone ser humano. En ese desconcierto hay una inmensa sabiduría y muchas posibilidades de crecer, pero estas solo aflorarán si nos concedemos tiempo para detenernos a pensar. Nuestra cultura fomenta las noticias tergiversadas, los relatos editados y un ritmo frenético de actividad, y todos hacemos tantas cosas que con frecuencia nos sentimos quemados, incluso nuestros hijos. Así que en este libro te animo a que hagas una pausa de solo diez minutos todos los días, con la esperanza de que ese tiempo se convierta en una parte central de tu vida. También te animo a que abordes algunos de los aspectos difíciles de tu vida de forma segura y controlada, lo que te ayudará a ser cada vez más auténtico.
Todos tenemos problemas a veces; lo sé personal y profesionalmente. Este libro ofrece la solución De diez a zen, un primer paso para recuperar el control y volver a una mente más serena y una vida mejor. No prometo ni varitas ni polvos mágicos. Pero lo que sí prometo es compartir contigo algunas técnicas eficaces y transformadoras. Estas técnicas y principios de vida se basan en algunos de los modelos psicológicos más comprobados que utilizo en mi trabajo como psicoterapeuta, en mis experiencias con enfermos terminales y en algunas vivencias personales a lo largo de este tiempo.
Una sesión de entrenamiento con una diferencia
La sesión de entrenamiento mental que propongo se distingue de otras en parte por la duración. La belleza de De diez a zen reside en que realmente solo necesitas diez minutos al día para beneficiarte de ella. Pero también es diferente porque profundiza mucho más en la razón de que estemos cada vez más abrumados.
Todos sabemos que es imposible tener tranquilidad y sen tirnos dueños de nosotros mismos todo el tiempo; sin embar go, encontrar la forma de recuperar el sentido de la perspectiva es, en ocasiones, esencial. Aunque eso no significa que sea fácil, y en las fases iniciales del desarrollo de De diez a zen pensé mucho en cómo debía desenvolverse una sesión de entrenamiento mental diario y eficaz. En esencia quería que dicho entrenamiento lograra las siguientes cosas:
• Que ayudara a la gente a encontrar la manera de detenerse y calmarse rápidamente.
• Que la ayudara a salir de su atribulado espacio mental.
• Que la ayudara a recuperar el sentido de la perspectiva.
• Que la ayudara a avanzar con una mayor sensación de calma y control.
Pero ¿cómo lo haría? En primer lugar, supe que utilizaría técnicas que había aprendido durante mi formación en terapias psicológicas, pero también quería que mi enfoque fuera algo más que un conjunto de habilidades. Deseaba que la práctica de De diez a zen plasmara los principios para una vida apacible y auténtica. Eso me impulsó a desarrollar los conocimientos que había adquirido en mi trabajo tanto con gente sana como con enfermos terminales a lo largo de los últimos veinticinco años.
Así pues, te pido que tengas una actitud abierta y te comprometas el tiempo necesario para practicar sin reservas. Prepárate para un nuevo comienzo y aférrate al pensamiento de que lo pasado, pasado está. El único momento importante es el ahora.
En este libro hay un espacio en blanco en los ejercicios de la sección «Dedica un momento...», con el fin de que tomes tus propias notas, aunque a lo mejor prefieres tener un cuaderno especial para cuando realices la sesión De diez a zen .
Influencias de los enfermos terminales
Durante muchos años, antes de convertirme en terapeuta, trabajé de enfermero en el mundo de los cuidados paliativos, y con frecuencia oía hablar a los pacientes que se estaban muriendo de lo que lamentaban no haber utilizado el tiempo de otra manera, y de cómo desearían haberlo hecho mejor. Ahora soy un psicoterapeuta sénior y, en el momento en que escribo esto, jefe médico en el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido.
Aún oigo decir a un septuagenario que estaba en un hospital para enfermos terminales: «Me he pasado la vida preocupándome, ojalá hubiera aprendido a no hacerlo».
De hecho, he perdido la cuenta del número de veces que he oído hablar de lo estresante que había sido la vida para muchas personas, de cómo se habían equivocado a la hora de establecer prioridades y de las tan conocidas palabras «Ojalá pudiera volver atrás».
Lo que descubrí de esos pacientes es que tenían la impresión de que habían malgastado su precioso tiempo en cosas que en realidad no eran importantes. Eso fue lo que me llevó a querer desarrollar algo para contrarrestarlo. Deseaba hacer partícipe a un mayor número de personas de las experiencias privilegiadas que había tenido cuando trabajaba de enfermero.
A la vez, me di cuenta de que pocas personas sacan tiempo de sus ajetreadas vidas para cuidar su mente. Empezar un libro diciendo que en parte está influenciado por experiencias con enfermos terminales puede parecer extraño, y quizá a algunos lectores les preocupe que el contenido sea deprimente. Les aseguro que nada más lejos de la verdad; el libro es optimista y positivo.