• Quejarse

Arthur Clarke - Luz de otros tiempos

Aquí puedes leer online Arthur Clarke - Luz de otros tiempos texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Ciudad: Buenos Aires, Año: 2001, Editor: Emecé, Género: Ciencia ficción. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

No cover
  • Libro:
    Luz de otros tiempos
  • Autor:
  • Editor:
    Emecé
  • Genre:
  • Año:
    2001
  • Ciudad:
    Buenos Aires
  • ISBN:
    978-950-04-2250-5
  • Índice:
    3 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 60
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Luz de otros tiempos: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Luz de otros tiempos" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

La historia de lo que sucede cuando un brillante industrial aprovecha los beneficios de la física cuántica. Así consigue que cualquier persona pueda ver lo que hace otra desde cualquier sitio en cualquier situación. Las esquinas y paredes ya no son barreras, todo momento de la existencia por muy privado o íntimo que sea queda expuesto a los demás. Esta nueva tecnología supone la súbita abolición de la intimidad humana… para siempre. Mientras que los hombres y mujeres afrontan el trauma de la nueva situación, esta misma tecnología demostrará ser capaz de mirar también en el pasado. Nada puede prepararnos para lo que vendrá después: el descubrimiento de lo que hay de verdad y mentira a lo largo de los miles de años de historia humana tal y como la conocíamos. Como consecuencia de este saber, los gobiernos son derribados, las religiones caen, las bases de la sociedad humana tiemblan desde su propia raíz. Marca un cambio fundamental en la condición humana provocando la desesperación, el caos, y quizás, también la oportunidad de trascender como raza. Luz de otros días es un tour de force, un evento para el próximo milenio y una narración que no olvidarás.

Arthur Clarke: otros libros del autor


¿Quién escribió Luz de otros tiempos? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Luz de otros tiempos — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Luz de otros tiempos " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Arthur C. Clarke y Stephen Baxter

Luz De Otros Tiempos

¿No es posible —me pregunto a menudo— que las cosas que hemos sentido con gran intensidad tuvieran una experiencia que sea independiente de nuestra mente; que, de hecho, siguieran teniendo existencia? Y, de ser así, ¿no será posible que, con el tiempo, se invente algún artefacto por medio del cual podamos retomarlas?… En vez de recordar una escena por aquí y un sonido por allá, yo metería un enchufe en la pared y escucharía a hurtadillas el pasado…

—Virginia Woolf (1882–1941)

Dedicatoria

Para Bob Shaw

PRÓLOGO

Bobby podía ver la Tierra, entera y serena, dentro de la jaula de luz plateada que la envolvía.

Dedos de verde y azul se abrían camino hacia el interior de los nuevos desiertos de Asia y del Medio Oeste norteamericano. Arrecifes artificiales centelleaban en el Caribe, su color azul pálido recortado contrala parte más profunda del océano. Grandes y rígidas máquinas trabajaban con esfuerzo sobre los polos, para reparar la atmósfera. El aire estaba límpido como el cristal, pues ahora la humanidad extraía la energíaque necesitaba del núcleo mismo de la Tierra.

Y Bobby sabía que, de así desearlo, con un mero esfuerzo de la voluntad podría mirar hacia atrás en el tiempo.

Podría mirar ciudades floreciendo sobre la paciente superficie dela Tierra, las que después se agostarían y desvanecerían como rocío herrumbroso. Podría mirar especies arrugarse y recurvarse como hojas que se enrollan adentro de sus retoños. Podría mirar la lenta danza de los continentes mientras la Tierra otra vez acumulaba su calor primigenio dentro de su corazón de hierro. El presente era una burbuja centelleante y creciente de vida y conciencia, con el pasado encerrado dentro de ella, atrapado sin poder moverse, del mismo modo en que lo estaría un insecto inmovilizado en ámbar.

Durante largo tiempo, en esta Tierra rica y en expansión, engarzada en la sabiduría una humanidad perfeccionada había estado en paz, una paz que era inimaginable cuando Bobby nació.

Y todo esto había provenido de la ambición de un Solo hombre, un hombre apasionado, lleno de defectos, un hombre que nunca llegó a comprender siquiera adonde lo habrían de conducir sus sueños.

Qué notable, pensó.

Bobby inspeccionó su pasado… y su corazón.

UNO

LA PECERA CON PECECITOS DORADOS

Sabemos lo cruel que es la verdad a menudo, y nos preguntamos si el delirio no brinda más consuelo.

—Henri Poincaré (1854–1912)

1. EL MOTOR DE CASIMIR

Poco después del alba, Vitali Keldish subió ceremoniosamente a su auto, conectó el sistema de inteligencia artificial para conducir y dejó que el vehículo lo alejara velozmente del descuidado hotel.

Las calles de Leninsk estaban vacías; la superficie de la calzada, agrietada; muchas ventanas estaban clausuradas con tablas clavadas en los marcos. Vitali recordaba cómo había sido este lugar en los años setenta durante su apogeo; quizás una bulliciosa ciudad de científicos con una población de decenas de miles de personas, con escuelas, cines, una piscina de natación, un estadio para la práctica de deportes, cafeterías, restaurantes, hoteles; y hasta con su propia estación de televisión.

A baikonur, continuaba proclamando el viejo cartel azul con su flecha indicadora en blanco que permanecía aún allí, con ese antiguo nombre engañoso, cuando Vitali atravesó la salida principal de la autopista hacia el norte de la ciudad. Y seguían aquí, en el vacío corazón de Asia, los ingenieros rusos construyendo naves espaciales y disparándolas hacia el cielo.

Pero, reflexionó tristemente Vitali, no por mucho tiempo más.

El Sol salió por fin y desplazó las estrellas; a todas menos una, observó Vitali, la más brillante de todas. Se desplazaba con velocidad pausada pero no natural de un extremo al otro del cielo austral. Eran las ruinas de la estación espacial internacional, nunca completada, y abandonada en 2010, después de la colisión del antiguo transbordador espacial. Pero la estación todavía se movía a la deriva alrededor de la Tierra como una invitada indeseable a una fiesta que hacía mucho había finalizado.

En el paisaje estepario que se veía más allá de la ciudad, Vitali dejoatrás un camello que estaba parado pacientemente al costado del caminí), junto al cual había una mujer delgada vestida con harapos. Era una escena con la que Vitali pudo haberse topado en cualquier momento de los últimos mil años, pensaba; como si todos los grandes cambios, políticos, técnicos y sociales que se habían extendido de un extremo al otro de esta tierra hubiesen sido para nada. Quizás ésta fuera la realidad.

Pero bajo la cada vez más intensa luz del sol de este amanecer primaveral, la estepa estaba verde y sobre ella había esparcidas flores de un amarillo brillante. Vitali bajó la ventanilla con la palanca y trató de percibir la fragancia del campo que recordaba tan bien; pero su nariz, arruinada por toda una vida de tabaco, lo traicionó. Sintió una punzada de tristeza, como le ocurría siempre en esta época del año: la hierba y las flores pronto se irían. La primavera de las estepas era breve, tan trágicamente breve como la vida misma. Llegó al campo de lanzamiento.

Era un sitio de torres de acero que apuntaban hacia el cielo, de inmensos montículos de hormigón armado. El cosmodromo —mucho más vasto que sus competidores del oeste— cubría miles de kilómetros cuadrados de esta vacía tierra. Gran parte de este sitio estaba abandonado ahora, claro está; las grandes torres de lanzamiento iban oxidándose lentamente unas con el aire seco, y a otras se las había derribado para convertirlas en chatarra, con el consentimiento de las autoridades o sin él.

Pero esa mañana había mucha actividad en torno de una de las plataformas. Vitali pudo ver técnicos vistiendo sus trajes protectores y cascos anaranjados, que se desplazaban de manera precipitada alrededor de la gran torre de lanzamiento, como si fueran fieles a los pies de un dios inmenso.

Una voz flotó de un punto a otro de la estepa proveniente de una torre con altavoces: gotovnosty dyesyat minut. Diez minutos y contando.

La caminata desde el automóvil hasta el puesto de observación, corta como era, lo cansó grandemente. Trató de pasar por alto el martilleo de su obstinado corazón, el aguijoneo del sudor sobre el cuello y la frente, la jadeante falta de aire, el dolor severo que le atormentaba el brazo y el cuello.

Cuando ocupó su lugar, las personas que ya se hallaban allí lo saludaron: hombres y mujeres corpulentos, complacientes, que en esta nueva Rusia se movían dúctilmente entre la autoridad legítima yél lóbrego submundo; y había técnicos jóvenes, caras de rata como huías las nuevas generaciones, debidas al hambre que atormentaba al país desde la caída de la Unión Soviética.

Vitali aceptó los saludos, pero se sintió feliz al poder hundirse en un aislado anonimato. A los hombres y mujeres de este duro futuro no les interesaba él ni sus recuerdos de un pasado mejor.

Y tampoco les importaba mucho lo que iba a suceder aquí. Todo su chismorreo era acerca de sucesos que ocurrían muy lejos: sobre Hiram Patterson y sus agujeros de gusano, y su promesa de hacer que la Tierra misma fuera a ser tan transparente como el cristal.

Esto era verdaderamente obvio para Vitali, quien resultaba ser la persona de mayor edad entre los aquí presentes; el último sobreviviente de los antiguos tiempos, quizá. Ese pensamiento le dio un cierto placer amargo.

Habían transcurrido, de hecho, casi con exactitud, setenta años desde el lanzamiento del primer Molniya, relámpago, en 1965. Pudieron haber sido setenta días, tanta era la intensidad con que los sucesos estaban grabados en la mente de Vitali, cuando el joven ejército de científicos, ingenieros en cohetería, técnicos, obreros, cocineros, carpinteros y albañiles había llegado a esta poco prometedora estepa, y viviendo en chozas y tiendas, alternativamente calcinándose y congelándose, armados con poco más que su dedicación y el genio de Korolev, habían construido y lanzado las primeras naves espaciales de la humanidad.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Luz de otros tiempos»

Mira libros similares a Luz de otros tiempos. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Luz de otros tiempos»

Discusión, reseñas del libro Luz de otros tiempos y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.