Es natural que quienes trabajamos en la enseñanza conozcamos, en lo posible, cuanto se investiga y escribe sobre las materias de nuestra responsabilidad. Particularmente, esta eclosión de estructuralismo formalista ha sido considerada por todos; y hemos buscado, tanto en la bibliografía como en las prácticas escolares, la confirmación de sus principios y sus realizaciones. Fuerza es declarar que el resultado de la búsqueda ha sido negativo. Las presentes páginas —muy pocas con relación a la importancia del tema— exponen algunas observaciones concretas y objetivas, así como algunas sugerencias destinadas a que las autoridades y los docentes podamos discutir este asunto, que hasta el momento aparece como una mera situación de hecho. El debate es indispensable antes de que todos nos dediquemos a la tarea de devolver a las aulas la unidad que les restituya su eficacia educativa.
Fernando E. López Agnetti
La gramática estructural en la enseñanza argentina
Observaciones críticas y sugerencias didácticas
ePUB r1.1
Smoit28.07.13
Título original: La gramática estructural en la enseñanza argentina
Fernando E. López Agnetti, 1971
Diseño de portada: Ariblack
Editor digital: Smoit
ePub base r1.0
Notas
Un editorial de "La Prensa"
A nadie se le oculta que la enseñanza de la gramática de nuestro idioma se imparte desde hace algunos años de diversas maneras, según los criterios adoptados por los profesores. Dos tendencias prevalecen, de modo que los alumnos sufren los efectos de esa enseñanza discontinua cuando se suceden profesores que encaran dicho estudio de distinta manera. En ese caso, hay que empezar de nuevo, y todo lo que antes se aprendió de nada vale si el profesor se apoya en métodos distintos de los usados precedentemente.
Se ha llegado así a un estado de verdadera anarquía y confusión. La palabra caos es la que más se adecua cuando se hace referencia a esa enseñanza. Una carta publicada en nuestras columnas hace algún tiempo, enviada por una madre que asistía perpleja a los problemas que en materia idiomática debía afrontar su hija, se hacía eco de esa situación. El Círculo Argentino del Idioma, por su parte —entidad constituida por profesores de nota para velar por la pureza de la lengua y la corrección de los métodos docentes— ha hecho repetidas declaraciones, la última de las cuales apareció en nuestra edición del 19 de noviembre.
Ese estado de cosas, que tiene efectos tan perjudiciales, se debe a la contraposición entre la enseñanza tradicional, realizada de acuerdo con los programas oficiales en vigor, y el llamado "movimiento estructuralista", surgido en facultades universitarias e institutos de enseñanza superior, que considera anacrónico el sistema actualmente en vigor y no le reconoce capacidad científica.
La gramática tradicional estudia el signo lingüístico considerando sus dos componentes inseparables: el significante y el significado, es decir, la forma de expresión y el contenido conceptual que se expresa. El "movimiento estructuralista" sostiene, en cambio, que la gramática no ha de atender a las ideas sino exclusivamente a las formas: "La lengua es forma y no sustancia", manifiesta, y, por lo tanto, despoja a la gramática hasta donde le es posible de los contenidos conceptuales de las formas lingüísticas e introduce en las aulas una "nueva" gramática, uno de cuyos defectos reside en la ausencia de terminología uniforme, al punto de necesitarse cuadros de denominaciones comparadas.
De ahí la anarquía producida, anarquía que se ahonda porque la elección de método es voluntaria y no surge una autoridad que dé normas rectoras y uniformes sobre el particular.
Hay una gramática de la lengua y hay programas de estudio oficiales. Si bien no cabe sostener la perennidad de estos programas ni la inmutabilidad de aquel texto, el buen sentido aconseja adecuar la enseñanza a sus dictados mientras tengan validez. Máxime cuando se sabe que la Real Academia Española ha declarado que reformará su Gramática de acuerdo con los conocimientos positivos de la investigación científica moderna —cuya edición se anuncia para el año próximo—, y que, por su parte, los programas oficiales están equilibradamente situados en la línea de las buenas orientaciones científicas de la época actual.
La situación apuntada parece alcanzar un extremo de gravedad ante la proyectada reforma educativa. Según lo denunció el ya citado Círculo Argentino del Idioma, se ha excluido la Gramática de la Real Academia Española de la bibliografía propuesta en el "curriculum" respectivo. Si con la reforma educativa se oficializara esta exclusión, el país quedaría aislado de los otros de habla española, en cuanto a los estudios gramaticales.
Bien estará, pues, pensar en alguna solución inmediata. La actual anarquía no debe subsistir y no es posible dejar librada al arbitrio los profesores la elección de "su" método de enseñanza de algo tan sustancial para el espíritu de un pueblo como es su propio idioma. Adquiere actualidad a ese respecto la resolución XVIII del Cuarto Congreso de Academias de la Lengua Española, celebrado en Buenos Aires en 1964, que recomienda "a las academias de los países donde no existe legislación de defensa del idioma español que hagan las gestiones pertinentes para que se dicten leyes al respecto, dentro de las realidades y modalidades de cada país, en las cuales se considere a las respectivas academias como organismos asesores del Estado en materia de idioma".
Una norma así podría poner coto a la confusión. Sin lesionar de ningún modo la libertad de expresión y de investigación científica, deberían señalarse los procedimientos para mejorar el habla en todas sus manifestaciones, y desde luego habría que tomar en cuenta preferentemente la enseñanza del idioma en las casas de estudio. Para atenerse a las "realidades" presentes salta a la vista la pertinencia de ubicar la gramática de nuestra lengua en la orientación académica, tanto más cuanto que existe la Asociación de Academias de la Lengua Española —de la cual nuestro país forma parte— cuya voz tiene reconocida autoridad en asuntos específicos de tan fundamental trascendencia.
"La Prensa" 24 de diciembre de 1970
Prólogo
Siempre se entendió que la gramática tiene una finalidad fundamental: la de enseñar a hablar y escribir correctamente. Todos los esfuerzos escolares y superiores se encaminaron al cumplimiento de ese propósito, y los resultados obtenidos estuvieron acordes con la mayor o menor eficacia del método empleado por el educador. Su mérito se apoyó principalmente en la uniformidad del sistema derivado de las normas tradicionales y reglado por la autoridad máxima del idioma: la Real Academia Española.
En los últimos años, empero, esa uniformidad se quebró y aquella armonía docente sufrió los efectos de una penetración extraña preocupada por sutilezas técnicas que, aun cuando responda a una preocupación científica, descuida el objeto primordial de esa enseñanza. Todo se encara desde un plano teórico-descriptivo, basados los procedimientos en criterios esencialmente formales, olvidando generalmente que la lengua es un sistema de signos que expresan ideas.