Esta obra de la popular escritora que usaba el pseudónimo masculino de Fernán Caballero (1796-1877) es una introducción a la mitología para niños, es decir, un intento de obra adaptada que servirá para que los más jóvenes o aquellos que estén legos en la materia puedan acercarse al estudio y comprensión de los mitos griegos y latinos.
Fernán Caballero
La Mitología contada a los niños e historia de los grandes hombres de la Grecia
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Titivillus 11.03.17
Fernán Caballero, 1888
Editor digital: Titivillus
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CECILIA BÖHL DE FABER (Morges, Suiza 1796 - Sevilla, 1877). Escritora que firmaba su obra con el seudónimo de Fernán Caballero. Fue hija del hispanófilo alemán Juan Nicolás Böhl de Faber.
Su padre la educó en el catolicismo. A los diecinueve años se casó con un joven capitán de infantería que murió al año siguiente en Puerto Rico. En 1822 se casó en segundas nupcias con el marqués de Arco Hermoso, y con él vivió en sus casas de Sevilla y el campo, de donde sacó material para sus novelas y sus cuadros rurales y de costumbres. Después de la muerte del marqués, Cecilia casó, por tercera y última vez, con Antonio Arrom de Ayala. Fue a causa de su precaria situación económica que consideró la publicación de sus obras. La Gaviota se publicó por entregas en El Heraldo en 1849. De inmediato esta novela escrita originalmente en francés, fue considerada como digna de Walter Scott.
La escribió como reacción contra los folletines sensacionalistas que eran muy populares en los periódicos; además, daba una visión muy real de cómo se comportaban y hablaban los españoles de la época. La obra trata del matrimonio fracasado del doctor Stein con la hija de un pescador, a quien llaman «la Gaviota». La mujer se enamora de un torero y abandona a su marido para convertirse en cantante profesional. El doctor Stein sale para los Estados Unidos y «la Gaviota» regresa finalmente al hogar; perdida la voz, sólo le queda casarse con el barbero. Las escenas de la vida andaluza, que son la verdadera razón de ser de la novela, son absolutamente convincentes, pero evidentemente, no reflejan la vida española, ya que la autora seleccionó lo que consideró más pintoresco.
Su novela siguiente fue Clemencia, en la que una mujer desdichada en su matrimonio acepta esa carga con resignación; Cuadros de costumbres populares andaluces (1852); La Farisea (1853); Lágrimas, novela de costumbres contemporáneas (1853); y La familia de Alvareda, novela original de costumbres populares (1856), escrita en alemán treinta años antes de su publicación en España. Otras obras suyas son Una en otra, Callar en vida y perdonar en muerte y Con mal o con bien a los tuyos te ten (todas de 1856); Un servilón y un liberalito, o tres almas de Dios (1857); Relaciones (1857) y el cuadro de costumbres breve Deudas pagadas (1860).
El papel de Cecilia Böhl de Faber en la narrativa hispánica es clave. Ha sido considerada como la impulsora de la renovación de la novela española, que durante los siglos XVIII y primera del XIX había perdido el brillo que tuvo en la Edad de Oro.
La obra narrativa de Fernán Caballero se conecta con su vida de modo muy vigoroso. En sus ficciones defenderá las ideas tradicionales: sobre cualquier canon novelístico predominaba, para ella, el dogma antiliberal. Entendió su labor creativa como la de un investigador del folclore dedicado a rastrear costumbres llamadas a desaparecer por el empuje del progreso y de las ideas llegadas del exterior. Sus novelas presentan una serie de escenas hilvanadas por un hilo conductor de clara ascendencia romántica, regido por la ideología de la tradición; realidad poetizada por un fuerte deje idealista y deformada por el gusto moralizante y por las frecuentes digresiones de la autora. Aun así, la resonancia de sus novelas y su influencia fue considerable, especialmente entre escritores como Antonio Trueba o Luis Coloma. Galdós reconoció las aportaciones de Caballero al renacimiento del arte de novelar.
Prólogo de los editores
Aun cuando es cierto que la musa de las mentiras ha sido derrotada por la musa de las verdades, según la hermosa frase de Chateaubriand, y que por lo mismo las bellezas del Cristianismo han oscurecido y desterrado casi por completo la Mitología del campo de la poesía y de las bellas artes, no lo es menos que el conocimiento de las falsas deidades del Paganismo y de sus héroes o semidioses es indispensable para estudiar con provecho la historia de los grandes pueblos de la antigüedad, en particular del griego, tan fecundo en esclarecidos hechos, como portentoso en sus producciones artísticas y literarias, admirables por su originalidad, por su perfección y belleza.
Dar a conocer la Mitología a los niños, es prepararles para que puedan comprender, gozar y admirar las obras que nos legaron como modelos de buen gusto los sublimes genios que brotaron de Grecia y Roma.
Los caprichos de la fábula, se dirá con fundado motivo, son hijos con frecuencia del desenfreno de las pasiones, que el hombre ha querido justificar divinizándolas. No los pongáis delante de la niñez, exponiéndoos a mancillar el candor de su inocencia. No hay que temer; la mano maestra y delicada que ha trazado a grandes y hermosos rasgos los cuadros de Mitología que ofrecemos a los niños, es bastante hábil para que no figure en ellos más que lo que es de utilidad verdadera. Ella misma, y con igual acierto, ha presentado al estudio de los niños, como digno complemento de su obra, una preciosa colección de historias de los grandes hombres de la Grecia, cuya lectura infunde en el espíritu levantados sentimientos y excita en el ánimo vivos deseos de parecerse a aquellos magníficos modelos de virtud patria, cuya imitación es en nuestros tiempos más asequible; porque el hombre está sostenido por una fuerza misteriosa de que carecieron los héroes y sabios de la antigua Grecia: por la doctrina emanada de la revelación divina.
Para que la enseñanza de este libro sea más eficaz e impresione más agradable y provechosamente a los tiernos lectores a quienes se dedica, va adornado con cien grabados, obra de los mejores artistas de esta capital.
A pesar de lo referido, la mejor garantía de su bondad estriba en el nombre de la sabia persona a cuya pluma se debe. Su fama no se detiene en los confines de nuestra patria, es ya universal; de nadie es desconocido el extraordinario mérito literario de Fernán Caballero.
Fernán Caballero
Al dar a la estampa la tercera edición de La Mitología contada a los niños, creeríamos faltar a un deber sagrado si dejásemos de tributar un afectuoso recuerdo a su distinguida autora, cuya amistad nos honraba desde 1866.
Fernán Caballero ha bajado al sepulcro en avanzada edad, con la aureola debida a su virtud y a su talento, después de emplear toda su vida en difundir el bien y la verdad; su nombre literario hará época en la moderna literatura española, y sus novelas, sus cuentos y sus sucedidos le han de sobrevivir por muchos años.
Para dar una cabal idea de tan ilustre señora, nos valdremos de un precioso artículo biográfico, escrito por nuestro apreciado amigo D. Francisco Miquel y Badía, inserto en el Diario de Barcelona, y de unos apuntes que han visto la luz en