ERNESTO BALLESTEROS ARRANZ (Cuenca, España, 1942) es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Complutense y doctor en Filosofía por la Autónoma de Madrid. El profesor Ernesto Ballesteros Arranz fue Catedrático de Didáctica de Ciencias Sociales en la Facultad de Educación, además de su labor como enseñante en el campo de la Geografía, manifestó siempre un particular interés por la filosofía, tanto la occidental como la oriental, en concreto la filosofía india. Buena prueba de ellos son sus numerosas publicaciones sobre una y otra o comparándolas, con títulos como La negación de la substancia de Hume, Presencia de Schopenhauer, La filosofía del estado de vigilia, Kant frente a Shamkara. El problema de los dos yoes, Amanecer de un nuevo escepticismo, Antah karana, Comentarios al Sat Darshana, o su magno compendio del Yoga Vâsishtha que fue reconocido en el momento de su edición, en 1995, como la traducción antológica más completa realizada hasta la fecha en castellano de este texto espiritual hindú tradicionalmente atribuido al legendario Valmiki, el autor del Ramayana, y uno de los textos fundamentales de la filosofía vedanta.
Ha publicado también Historia del Arte Español (60 Títulos), Historia Universal del Arte y la Cultura (52 Títulos)
Cristo de los reyes Fernando I y Sancha. Museo Arqueológico Nacional de Madrid
En 1063 los reyes Fernando I y Sancha de León hicieron una donación a la iglesia leonesa de San Juan Bautista y San Pelayo consistente en un espléndido crucifijo de marfil. La pieza, que ha llegado a nosotros en un excelente estado de conservación, constituye uno de los máximos exponentes del arte del marfil. Asombra que en fecha tan temprana aparezca una obra que denote un espíritu y calidad plástica con tan elevado grado de madurez. Su presencia nos plantea el problema de su origen y procedencia. Nadie duda de su carácter español, de la presencia de elementos musulmanes, entre los que existía una tradición de esta técnica mucho más arraigada que en los talleres cristianos, pero junto a esto es preciso reconocer que estamos ante una obra en la que se reflejan otras corrientes europeas. Lo extraordinario de este grupo de obras es lo programático, elaborado y maduro, con que hacen su aparición en el panorama artístico de su tiempo. En el frente aparece la figura de Cristo, hierática, de una expresividad y fuerza extraordinarias por el vigor del rostro y de los ojos, muy acusados por estar realizados con azabache. La cruz tiene una extraordinaria decoración con animales, la caída dé los condenados y Resurrección de los muertos. En la parte inferior se hallan escritos los nombres de los reyes donantes, y Adán redimido.
Cristo de los reyes Don Fernando I y Doña Sancha. (Reverso)
El reverso de la cruz muestra una bella decoración de animales y tallos que ponen de manifiesto que el anónimo autor del Crucifijo era un maestro habilísimo, plenamente formado y que su arte, forzosamente, había de hallarse respaldado por una prolongada tradición eboraria.
Cristo de Carrizo. Museo Arqueológico de León
Posterior al referido Cristo de Fernando I y Sancha es el de Carrizo. Como aquél, tendría una cruz de marfil decorada con bellas labores, pero que no ha llegado a nosotros. Aunque la figura está realizada con una técnica similar a la que presenta la obra estudiada anteriormente, en ella vemos un deseo de desbordar las posibilidades del material para acercarse a los caracteres que ofrece la escultura monumental. La estilización y simplificación de la figura que existía en el Cristo de Fernando I ha desaparecido y en su lugar vemos la presencia de un sentido del volumen compacto y monumental.
Arca de San Juan Bautista y San Pelayo. San Isidoro de León
De los talleres leoneses procede esta bella arqueta en la que, originariamente, se combinaban las labores del metal con las del marfil. Tuvo una decoración de oro, actualmente desaparecida; son de extraordinario interés las plaquitas de los frentes que representan a los apóstoles, y las de la tapa, la central con el cordero y Tetramorfos. También esta pieza fue donada por Fernando I y Sancha (1050) a la iglesia leonesa. Las figuras de los apóstoles, dentro de su simplicidad y poco acusado sentido del volumen, muestran una animación y vida que subraya la honda expresividad de los rostros.
Arca de las Bienaventuranzas. Museo Arqueológico Nacional de Madrid
El grupo de obras salidas de los talleres leoneses es una labor colectiva en la que intervinieron varios maestros de personalidad independiente, pero entre los cuales existe un común denominador estilístico. Obra de un artista próximo al que hizo el Cristo de Fernando I es la arqueta de las Bienaventuranzas con alegorías de ellas bajo arcos de herradura, dato incuestionable de su raigambre hispánica.
Arca de las reliquias de San Millán. La Rioja
El arte del marfil no fue una especialidad exclusiva de los talleres leoneses. En San Millán de la Cogolla se realizaron una serie de extraordinario interés que permiten hablar de un ciclo uniforme. Se trata de una escuela en la que surgen dos estilos diferentes. Por una parte, el procedente de artistas formados en una tradición hispánica (Arca de San Millán); por otra, el de artistas que acusan la recepción de soluciones plásticas europeas (Arca de San Felices).
Arca de las reliquias de San Millán. La Rioja
El Arca de las reliquias de San Millán es obra realizada entre 1067 y 1070 con el fin de albergar las reliquias de San Millán. La obra fue hecha por encargo del rey de Navarra, Sancho el de Peñalén, y en ella intervinieron como artistas Engelram magistro et Rodolfo filio, según consta en una inscripción aclaratoria en que se representan varios personajes que intervinieron en la obra. Las plaquitas muestran un estilo suelto y desenfadado. Representan escenas relativas a la vida del santo, en las que campea un delicioso estilo narrativo.
Díptico del obispo Don Gonzalo. Oviedo
Este florecimiento de la eboraria en los talleres españoles del siglo XI, aunque cuenta con importantes ejemplos en la centuria siguiente, no alcanza la importancia ni precocidad que posee en los inicios del románico. Entre 1162 y 1175 fue realizado este díptico relicario, que donó el obispo don Gonzalo Menéndez. Representa a la izquierda un Calvario y a la derecha a Cristo Pantocrátor. Aquí, a diferencia de lo que vimos en los primeros marfiles, se aprecia claramente una dependencia respecto de la imaginería y escultura monumental de este tiempo.