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Francisco Espinosa Maestre - La columna de la muerte

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Francisco Espinosa Maestre La columna de la muerte

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La columna de la muerte no sólo nos descubre la dura realidad de la fase - photo 1

La columna de la muerte no sólo nos descubre la dura realidad de la fase inicial de la guerra civil española, hasta las sangrientas batallas de Badajoz, con un estudio minucioso y desmitificador realizado pueblo a pueblo y con la aportación de nuevas evidencias documentales, sino que renueva los estudios sobre la represión, llevándolos más allá del debate sobre las cifras, para ahondar en su naturaleza. Espinosa nos muestra que la represión no fue una consecuencia de la guerra, sino una de sus razones explicativas fundamentales: que su aparente irracionalidad cobra un nuevo sentido cuando advertimos que la violencia formaba parte del proyecto inicial de los insurgentes, dispuestos a exterminar a todos aquellos elementos de la sociedad española —políticos, sindicalistas, profesionales, maestros…— que habían contribuido a articular la alternativa reformista iniciada en 1931, que el triunfo electoral de 1936 podía volver a poner en marcha. Es la naturaleza de la represión, mucho más que sus cifras, por terribles que resulten, lo que hace de Badajoz un anticipo de Auschwitz.

Francisco Espinosa Maestre La columna de la muerte El avance del ejército - photo 2

Francisco Espinosa Maestre

La columna de la muerte

El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz

ePub r1.0

jasopa1963 & ugesan64 25.10.14

Título original: La columna de la muerte

Francisco Espinosa Maestre, 2003

Editor digital: jasopa1963 & ugesan64

ePub base r1.2

Este trabajo está dedicado a los periodistas Mário Neves Marcel Dany Jacques - photo 3

Este trabajo está dedicado a los periodistas Mário Neves, Marcel Dany, Jacques Berthet, René Brut, Jay Allen y John T. Whitaker, cuyas crónicas y fotografías permitieron conocer la matanza de Badajoz. También a la memoria de Herbert R. Southworth, luchador solitario e infatigable investigador, que nos desveló los mitos de la cruzada de Franco, entre ellos el de la leyenda de Badajoz

Reflexiones finales

REFLEXIONES FINALES

Estabilidad viene de estaca

y tranquilidad viene de tranca.

Proverbio español

Si algo conocemos a medida que dejamos atrás décadas de propaganda, de ocultación y de desinformación, y a medida que se ha ido desvelando la matanza fundacional del franquismo —primero los nombres y ahora los restos humanos— es que uno de los objetivos principales de la columna Madrid —elemento clave del golpe militar— era preparar el terreno para la implantación del Nuevo Orden, de lo que llamamos franquismo. La columna libera a unos y encierra a otros; depone y designa; clausura e inaugura; limpia y repone; y, cumplida su misión, prosigue su camino. Era tal su impacto que, aunque el golpe hubiera fracasado, nunca se hubiera restablecido íntegramente la vida de ninguna de las localidades por las que pasó. Anticipándose a la estrategia nazi, el terror les aseguraba la victoria incluso en la derrota. Esta brutal inversión de los resultados de las elecciones de febrero del 36 se hizo básicamente por medio de un proceso represivo que se fue aplicando pueblo a pueblo y ciudad a ciudad, primero a cargo de fuerzas de la propia columna mediante esa cuota inicial en torno, como mínimo, al uno por 100 de la población y, después, a lo largo de varios meses, por las oligarquías locales a través de la Guardia Civil y de los grupos paramilitares. Todos los implicados en el golpe, conscientes de que la ocasión era única y quizá última, sabían lo que había que hacer, pero ninguno de ellos lo llevó a tal extremo como los militares que dispusieron a su antojo de las fuerzas africanas. La prueba de que existía un plan establecido es que allí donde triunfó el golpe se actuó siempre de igual manera, variando únicamente la intensidad de las acciones represivas en razón a las particularidades de cada zona.

La represión tuvo dos grandes fases: la que se desarrolla al amparo del bando de guerra, y la que, ya a partir de marzo o abril de 1937, se canaliza por los consejos de guerra sumarísimos. En la primera se distinguen dos etapas: una primera que se cerraría a lo largo de octubre y otra de transición que se extendería hasta febrero. Entre ambas, el nombramiento de Franco como jefe del Estado y, ya en noviembre, la transformación de la «columna jurídica» (ocho consejos de guerra y dieciséis juzgados militares que aguardaban en Talavera de la Reina la ocupación de Madrid), en Fiscalía del Ejército de Ocupación.

La eficacia represiva no surge de la nada sino que, al igual que la utilización de las tropas africanas por parte de Franco y Yagüe, se fragua en el Bienio Negro, tanto en la represión del movimiento revolucionario de octubre de 1934 como en las diversas maniobras militares que se realizan. Veamos un ejemplo de esa eficacia represiva: con fecha de 24 de agosto de 1935, desde el Ministerio de la Gobernación, se ordena a la Guardia Civil la elaboración de informes reservados mensuales de carácter politicosocial. Se elaboran pueblo a pueblo cubriendo los siguientes aspectos: sociedades existentes, afiliados, medios económicos, personas destacadas, actividades y tácticas, disposiciones revolucionarias, relaciones y reuniones, conflictos anteriores y pendientes, y atracos, actos de sabotaje y delincuencia común.

Por otra parte, se ha insistido una y otra vez en que el avance de Sevilla a Badajoz fue un paseo —hasta se ha hablado de la pericia de la campaña— lo que además de falso denota una escasa sensibilidad. Si hubiera sido un paseo no hubieran tardado casi un mes —un siglo en aquella terrible situación— en pasar de Sevilla a Badajoz, ni les habría llevado doce días (del dos al 14) recorrer los 250 kilómetros que separan ambas ciudades, a razón de unos 20 kilómetros diarios. Por el contrario, fue un camino jalonado de constantes enfrentamientos, sembrado de muerte y destrucción, y en cuyo transcurso, salvo en la sierra de Los Santos y en los momentos finales de Mérida y Badajoz, el único enemigo que encontraron las fuerzas de choque del Ejército español fueron —como mucho— campesinos armados con escopetas de caza. Decir que el avance de la columna fue un paseo es ignorar la estela de terror y destrucción dejada por la columna a su camino, menospreciar la resistencia que retardó en cinco días la ocupación de los barrios sevillanos, borrar de la historia a los izquierdistas extremeños que obligaron a moros y legionarios a desviarse hacia sus pueblos, y olvidar que incluso cuando mejor organizados estuvieron, siempre fueron inferiores en hombres y medios a los que querían acabar con la República. En última instancia, mantener que el avance de la columna Madrid fue un paseo exitoso y brillante supone desconocer u ocultar que aquello —en esos meses del 36— no se trataba de una guerra sino de un golpe militar.

La que hemos llamado columna de la muerte nunca necesitó de violencia previa para iniciar la primera matanza. En su ruta desde Melilla a Badajoz, en pocas ocasiones se encontrarán con esa circunstancia. La violencia contra las personas de derechas fue excepcional, hasta el punto de que, en los primeros días, sólo se producen hechos luctuosos en Fuente de Cantos. Los casos de Almendralejo, Fuente de Maestre, Mérida o Badajoz se integran plenamente en la espiral de violencia abierta y buscada por el golpe militar. Una espiral que no acababa aquí, pues, como prueban memorias como las de Emilio Berrocal Rodríguez, fueron las personas afectadas por la represión fascista en la zona occidental de la provincia las que, «cargadas de venganza por la pérdida de sus familiares y por las atrocidades cometidas por los legionarios…», estuvieron en el origen de las represiones de la zona oriental. Las autoridades de los pueblos de la Extremadura republicana se veían desbordadas ante la llegada de miles de personas, hambrientas y desoladas, entre las que siempre había gente obsesionada con poner fin a la vida de los derechistas detenidos. La cadena de violencia iniciada por los golpistas era muy difícil de frenar.

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