TEOLOGÍA FUNDAMENTAL
© José Orlandis, 2001
© Ediciones RIALP, S.A., 2014
Alcalá, 290 - 28027 MADRID (España)
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Ilustración Cubierta: Anónimo s. XVIII, pintura al fresco. Abanassi (Bulgaria)
ISBN eBook: 978-84-321-4138-6
ePub: Digitt.es
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Índice
ABREVIATURAS
AAS Acta Apostolicae Sedis (Citta del Vaticano)
AG Concilio Vaticano II: Decreto Adgentes
CCE Catecismo de la Iglesia Católica
CyR Comisión Teológica Internacional, El cristianismo y las religiones
DF Concilio Vaticano I, Constitución dogmática Dei Filius
DH Concilio Vaticano II, Declaración Dignitatis huma-nae
DV Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Dei Verbum
ES Pablo VI: Encíclica Ecclesiam suam
GS Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gau-dium et Spes
LG Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen Gentium
NA Concilio Vaticano II, Declaración Nostra aetate
NMI Juan Pablo II: Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte
RMa Juan Pablo II: Encíclica Redemptoris Mater
RMi Juan Pablo II, Encíclica Redemptoris Missio
SC Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium
TMA Juan Pablo II, Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente
UR Concilio Vaticano II, Decreto Unitatis redintegratio
UUS Juan Pablo II, Encíclica Ut unum sint
Las abreviaturas del Antiguo y del Nuevo Testamento corresponden a las siglas de Sagrada Biblia, EUNSA, Pamplona.
Capítulo I
¿QUÉ ES LA TEOLOGÍA FUNDAMENTAL?
I. Una reflexión previa
En los comienzos de la Iglesia, San Pedro invitó a algunas comunidades cristianas que vivían en diversas regiones de Asia Menor a dar testimonio de su fe en Jesucristo: «(Estad) siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza». Y por otro, les aconseja explicar hondamente la propia actitud a los demás, con el fin de que éstos los comprendan cada vez mejor.
Vamos a considerar los cuatro aspectos fundamentales de esta exhortación.
1. «siempre dispuestos»
Se trata de una tarea permanente. Dondequiera que se encuentren los cristianos, tienen que estar dispuestos a dar testimonio de su fe. Lo hacen, en un principio, por su mera presencia en las encrucijadas del trabajo, en la vida pública y privada, con su modo ordinario de pensar y actuar, juzgar y reaccionar. Si procuran ser coherentes con su fe y agradar en cada situación a su Padre Dios, convierten toda su existencia en un gran apostolado , en una llamada permanente a los demás a seguir, con ellos, los caminos del amor. En otras palabras, todo cristiano se encuentra involucrado en una gran aventura apostólica, y se le pide tener la audacia de colaborar en esta empresa , manifestando sus creencias con naturalidad a los demás. Así se reconocerá a los seguidores de Jesucristo en primer lugar por su modo de ser y de comportarse, y sólo en un segundo momento por lo que dicen acerca de sus creencias. También la sabiduría popular afirma: «Búscate un maestro al que puedas apreciar más por lo que ves de él que por lo que oyes de él.»
2. «dar respuesta (apologia)»
La palabra griega apologia significa una defensa contra acusaciones o sospechas. En la literatura universal, por ejemplo, conocemos la famosa Apología que escribió Platón con respecto a Sócrates, o también la Apologia pro Vita sua, en la que John Henry Newman afirma la honradez de sus intenciones. En el siglo I, con vistas a las persecuciones que amenazan a los cristianos, San Pedro se refiere ciertamente a una defensa que pueda adquirir validez ante un tribunal. Instruye a los suyos sobre cómo han de reaccionar cuando se les insulte o injurie: no con agitación y afectos, sino con argumentos sólidos que expliquen la propia actitud y apelen a la razón de los adversarios. Aunque la fe cristiana no se puede «demostrar», sí se puede mostrar que nuestras creencias no son absurdas, y que es más razonable creer que no creer.
3. «a todo el que os pida»
San Pedro describe el cristianismo como una religión de diálogo: los cristianos están dispuestos a dialogar con todos , sin excluir a nadie. Cada uno, ciertamente, ha de realizar este diálogo primero en su propio interior. Él mismo es el primero que necesita razones para creer. Ha de esforzarse, por tanto, en alcanzar una armonía entre fe y razón, una cierta estabilidad intelectual y espiritual, que le permita dar respuesta a otro.
En esta línea se ha dicho que la Teología Fundamental (que puede considerarse como el esfuerzo por responder a esta invitación bíblica) tiene un doble destinatario: el creyente y «el otro». Hay que dar al primero las «razones» de su creencia; y al segundo, las «razones» para poder al menos tomar en consideración el reto de la fe.
Los «otros» pueden estar más o menos cercanos a nosotros. El Concilio Vaticano II (siguiendo al Papa Pablo VI) expone los diversos «círculos de diálogo». El movimiento comienza con los católicos que se dirigen, en primer lugar, a los otros cristianos ( demonstratio catholica), después, en distintos pasos, a los judíos, los musulmanes y los seguidores de otras religiones y creencias (demonstratio christiana) y finalmente a los agnósticos y ateos (demonstratio religiosa).
4. «la razón (logos) de vuestra esperanza»
El término griego logos quiere decir palabra, discurso, y también fundamento, causa y razón. Los cristianos no sólo son llamados a expresar su esperanza, sino el fundamento, la razón última de ésta. San Pedro no les invita aquí a hacer un resumen de su fe, al modo de como lo realiza, por ejemplo, un catecismo. Se dirige más bien a aquel núcleo interior y profundo donde se encuentra el motor que impulsa a un cristiano a actuar y luchar, y le dispone a rechazar todos los bienes terrenos, incluso la vida, si le apartan de sus convicciones más profundas. ¿Cuál es la razón para realizar semejante locura ?
La razón es una Persona, no un argumento. Es, sencillamente, Jesucristo mismo, que es el Logos divino, según el mensaje del Nuevo Testamento. La Biblia emplea muchas veces para la palabra «creer» el vocablo hebreo «aman», que ha llegado hasta hoy en la fórmula litúrgica «amén». El significado de «aman» es «estar seguro, ser estable». Creer es decir amén a Dios con todas las consecuencias.
San Pedro amonesta a los destinatarios de su Carta a dar testimonio de su fe ante todo en la vida diaria. Un cristiano auténtico no es, a primera vista, una persona «piadosa», sino una persona feliz. Si la situación lo exige, ha de ser capaz además, de expresar con palabras el porqué de su esperanza.
La comprensión de este texto bíblico nos sitúa ante la persecución y el martirio que vivía la Iglesia. En este contexto aparece la Teología Fundamental: no busca la polémica o la condenación, sino la fuerza de la verdad, vivida coherentemente, que sabe abrirse a la evangelización. Queda claro que el Apóstol se dirige a todos los que pertenecían a aquellas primeras comunidades en Asia Menor y no sólo a unos pocos expertos en teología.
II. El origen de la Teología Fundamental
Si consideramos la exhortación de San Pedro, nos damos cuenta de que hay un doble origen de la Teología Fundamental. Y en cuanto que es una parte de la Teología Sistemática, se habla de su comienzo como ciencia . En otras palabras: aunque se trata de una asignatura teológica reciente, los fundamentos de su objeto y de su temática vienen siendo preparados desde muy atrás. Sus primeros precursores se encuentran ya en los tiempos de los Apóstoles.
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