Í NDICE
P REFACIO
E ste libro entra en imprenta en un momento de considerable tensión social y política en la India. Hay muchas discusiones sobre las prioridades políticas del país, que involucran a una gran diversidad de participantes y puntos de vista. Se han desarrollado también intensas polémicas en torno a una amplia gama de cuestiones eludidas durante largo tiempo, tales como la corrupción, el fracaso administrativo, la pena de muerte, la violencia contra las mujeres y las reformas democráticas. Existen además debates muy activos acerca de los logros y los fracasos económicos de la India.
Esta abundancia de interrogantes y debates, facilitada por unos medios de comunicación dinámicos y unas consolidadas instituciones democráticas, puede ser una gran fortaleza para el país. Pero se ve comprometida por un poderoso sesgo en las discusiones públicas, que se concentran de manera principal en las vidas y las preocupaciones de los privilegiados, incluidos no solo los muy privilegiados sino también otros que no están en la cima pero que son ciertamente aventajados, en riqueza, educación, atención sanitaria, oportunidades culturales y posición social, en comparación con la mayoría del pueblo indio. Los problemas que afectan a las vidas e incluso a la supervivencia de los que han sido relegados en forma masiva tienden a recibir muy poca atención.
Resulta un avance muy significativo que la violencia contra las mujeres se haya convertido por fin en un gran problema político en la India a partir de la indignación pública provocada por un horrendo incidente de violación en grupo en diciembre de 2012. El debate alrededor de esta cuestión ha llamado la atención sobre muchos aspectos de la discriminación de género (incluida la actitud insensible de la policía frente a las denuncias de violencia sexual), que había sido gravemente ignorada durante largo tiempo. Pero también vale la pena anotar que las protestas, que se habían prolongado demasiado y se habían hecho muy fuertes y muy visibles, tan solo estallaron por un incidente que involucraba a una víctima (una estudiante de Medicina) con quien las clases medias indias podían identificarse fácilmente. Atrocidades similares han ocurrido durante años en las vidas económica y socialmente oprimidas de las mujeres de la secta de los intocables, sin recibir mucha atención de los medios ni provocar un escándalo público significativo.
Por poner otro ejemplo (que discutiremos en detalle más tarde), consideremos el gigantesco apagón eléctrico que sufrió medio país el 30 y el 31 de julio de 2012, cuando 600 millones de personas se quedaron sin electricidad. El país estaba justamente indignado por la ineficiencia de los sistemas administrativos de la India. El fracaso de la responsabilidad y de la obligación de rendir cuentas fue ciertamente enorme, y la India ha tenido buenas razones para preguntar cómo se puede afrontar y resolver este problema de manera urgente. Lo que no se discutió, empero, fue el hecho de que 200 millones de los damnificados por el apagón nunca han tenido electricidad pues los pobres no estaban y nunca han estado conectados al poder.
Los problemas del desarrollo económico en la India tienen que ser vistos en el contexto más amplio de las demandas de democracia y justicia social. Durante los últimos veinte años, la economía india lo ha hecho muy bien en materia de crecimiento del producto interior bruto (PIB): cerca del 6 por ciento anual en términos reales en la década de 1990 y más del 7 por ciento en la última década. La India se ha convertido en la segunda economía de mayor crecimiento a lo largo de las últimas dos décadas, después de China. Para una economía de bajos ingresos que había estado casi estancada durante los siglos de dominio colonial y que había hecho pocos progresos en las décadas posteriores a la independencia, este es sin duda un gran logro. Como se discute en este libro, hay urgente necesidad de prestar más atención al daño ambiental que ha acompañado este rápido crecimiento, pero el nuevo dinamismo económico de la India hace posible adoptar políticas ambientales más responsables con tasas razonablemente altas de crecimiento.
Sin embargo, el logro del alto crecimiento, incluso de altos niveles de crecimiento sostenible, tiene que ser juzgado en última instancia desde el punto de vista del impacto de tal crecimiento económico en las vidas y libertades del pueblo. A lo largo de este periodo de rápido crecimiento, mientras algunas personas, en especial entre las clases privilegiadas, lo han aprovechado muy bien, muchas más continúan llevando vidas innecesariamente pobres y precarias. No es que sus condiciones de vida no hayan mejorado de alguna manera, pero el ritmo de mejoría ha sido muy lento para la mayoría de la población y para muchos ha habido muy poco cambio. Mientras la India ha ascendido rápidamente en el índice de las tasas de crecimiento económico, ha descendido en la escala de los indicadores sociales de las condiciones de vida, incluso en comparación con países a los cuales la India aventaja en materia de crecimiento económico. Por ejemplo, durante las últimas dos décadas la India ha aumentado su ventaja sobre Bangladesh respecto al ingreso promedio, de suerte que ahora es cerca del doble más rica en ingreso per cápita que Bangladesh, y sin embargo en materia de muchos indicadores típicos de las condiciones de vida (distintos del ingreso per cápita) Bangladesh no solo lo hace mejor que la India sino que la aventaja en forma considerable (y eso que la India tenía, hace dos décadas, una ventaja sustancial sobre Bangladesh en los mismos indicadores). La historia del desarrollo mundial ofrece muy pocos ejemplos, si acaso, de una economía que crece tanto y durante tanto tiempo con resultados tan limitados en la lucha contra la pobreza.
Una gran parte del actual descontento que se percibe en los medios de la India tiene que ver con las malas noticias según las cuales la tasa de crecimiento del PIB ha disminuido en los dos últimos años. El hecho de que la alta tasa de crecimiento de la India haya caído merece seria atención, aun cuando dicha desaceleración ya se ha producido también en el resto del mundo (incluso en China, Corea del Sur y otros países) y aun cuando la tasa de crecimiento de la India al 5 o 6 por ciento anual todavía la coloque entre las economías de más rápido crecimiento en el mundo. Este dato es importante porque el crecimiento económico puede ciertamente ayudar a mejorar las vidas de las personas (no solo al aumentar el ingreso per cápita sino también al generar rentas públicas que pueden emplearse para el progreso social del pueblo), y también porque en la India está pendiente un análisis más profundo de la relación entre crecimiento económico y progreso social. Lo que resulta notable no es el interés de los medios en las tasas de crecimiento, sino su silencio sobre el hecho de que el proceso de crecimiento es tan sesgado que el país parece cada vez más un mar del África subsahariana con islas como California.
En anteriores trabajos hemos sostenido que el desarrollo se ve mejor como una expansión de las libertades básicas o capacidades humanas de las personas. Desde esta perspectiva, tenemos que reconocer la importancia de la relación bilateral entre el crecimiento económico y la expansión de la capacidad humana, mientras sostenemos la tesis básica de la expansión de la libertad y las capacidades humanas como el fin al cual el crecimiento del PIB, entre otros factores, sirve de importante medio. El crecimiento genera recursos con los cuales los esfuerzos públicos y privados pueden ser movilizados de manera sistemática para expandir la educación, la atención médica, la nutrición, los servicios sociales y otros aspectos esenciales de una vida humana más completa y más libre para todos. Y la expansión de la capacidad humana, a su vez, permite una expansión más rápida de los recursos y la producción, de los cuales depende en última instancia el crecimiento económico.