BIBLIOTECA AMERICANA
Proyectada por Pedro Henríquez Ureña y publicada en memoria suya
Huehuehtlahtolli
Testimonios de la antigua palabra
Edición y estudio introductorio
Miguel León Portilla
Transliteración del texto náhuatl, traducción al español y notas
LIBRADO SILVA GALEANA
Primera edición ( SEP-FCE , Col. Antropología), 1991
Segunda edición (Col. Biblioteca Americana), 2011
Primera edición electrónica, 2013
D. R. © 1991, Fondo de Cultura Económica
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ISBN 978-607-16-1354-7
Hecho en México - Made in Mexico
SUMARIO
PRÓLOGO
Testimonios de la sabiduría de Mesoamérica son los huehuehtlahtolli, “antigua palabra”, que aquí de nuevo se sacan a luz. Como “pláticas que los padres y madres hicieron a sus hijos y a sus hijas, y los señores a sus vasallos, todas llenas de doctrinas moral y política”, describió a esas producciones de la palabra en náhuatl un fraile franciscano de nombre Juan Baptista que, encontrándolas en viejos papeles, las dispuso para la imprenta, “enmendándolas y acrecentándolas”. Por vez primera se difundieron así, en letra impresa, estos huehuehtlahtolli en el año 1600.
Reproducción facsimilar de esa muy rara y temprana edición es el presente libro. Sólo dos ejemplares se conservan de la obra original; ambos truncos y en bibliotecas de Estados Unidos. La obtención de copias fotográficas ha permitido reconstruir —según se describirá— el libro original, tesoro de la bibliografía mexicana.
Precede a esta reproducción facsimilar un requerido estudio introductorio en el que se da cuenta del origen y preservación de estos testimonios de la antigua palabra náhuatl y del papel que en su rescate tuvieron algunos indígenas principales así como varios frailes franciscanos. Se hace asimismo recordación de las vidas y obras de Andrés de Olmos y Juan Baptista, a quienes se debe la preservación de estos huehuehtlahtolli, y se analizan los rasgos estilísticos y contenido de los mismos. Como complemento, que considero muy importante, después de la reproducción facsimilar se incluye aquí una nueva transcripción del texto en náhuatl, acompañada de una versión completa al castellano de los correspondientes huehuehtlahtolli. Dicho trabajo se debe a un participante del Seminario de Cultura Náhuatl de la Facultad de Filosofía y Letras e Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional, maestro Librado Silva G. Además de haberse adentrado en el conocimiento de las estructuras del náhuatl participando cerca de más de veinte años en los trabajos del Seminario, lo posee como lengua materna, oriundo como es de una población en la que este idioma pervive en variante muy cercana a la expresión clásica de los huehuehtlahtolli. Dicha población es Santa Ana Tlacotenco, en Milpa Alta, Distrito Federal. Motivo de gran satisfacción es que, a siglos de distancia, sea una persona de estirpe náhuatl la que consume el rescate de tales testimonios que sobresalen entre los más valiosos de la expresión vernácula del México antiguo.
Con esta doble forma de rescate de la “antigua palabra” —reproducción facsimilar del hoy rarísimo libro en que impresos se difundieron los huehuehtlahtolli y nueva versión completa de los mismos— inició en 1988 la Comisión Nacional Conmemorativa del Encuentro de Dos Mundos la serie de sus publicaciones. En estos huehuehtlahtolli, muestras de la antigua palabra, vieron con razón algunos humanistas españoles —según vamos a comprobarlo— testimonios inequívocos de la sabiduría indígena. Y no sólo los ponderaron sino que quisieron darlos a conocer en España y, acudiendo a ellos para ahondar en el alma de los mexicanos, los adoptaron como expresión adecuada para transmitir el mensaje del cristianismo. De este modo, en la presentación que de ellos hizo el fraile que los sacó a luz, reconoció que en tales textos podían convergir dos formas de admirable sabiduría, las del Nuevo y el Viejo Mundo.
Como habremos de verlo, opiniones muy semejantes habían manifestado antes otros varones como Bartolomé de las Casas, Alonso de Zorita, Jerónimo de Mendieta, Diego Durán, Bernardino de Sahagún y José de Acosta. Más allá de la violencia y el hondo trauma del encuentro —invasión y conquista—, percatarse de la existencia de una arraigada sabiduría indígena obligó al elogio y a emprender el rescate de la palabra antigua. Tarea fue ésta en la que participaron frailes y otros humanistas españoles al lado siempre de nativos mexicanos.
Propósito del “Estudio introductorio” que a continuación se incluye, es ofrecer un conjunto de noticias sobre el origen de esos textos, su perduración hasta el presente, el modo como fueron transcritos y por quiénes, así como acerca del contenido y el universo de símbolos de que son portadores los huehuehtlahtolli. Que, al incluirse ahora en la Biblioteca Americana del Fondo de Cultura Económica, de ellos puedan disfrutar hoy los modernos mexicanos y todos cuantos así lo quieran, es el deseo de quienes ahora reeditamos este precioso libro.
MIGUEL L EÓN -PORTILLA
Ciudad Universitaria
marzo de 1987
y diciembre de 2010
I. ESTUDIO INTRODUCTORIO
FUERON estos huehuehtlahtolli, en el conjunto de las producciones de la tradición prehispánica, los únicos textos publicados durante el periodo novohispano. De ellos —aun antes de aparecer en forma de libro— hablaron con grande admiración algunos preclaros varones que los conocieron. Nada menos que fray Bartolomé de las Casas, en cuya posesión quedó copia de una temprana versión resumida de dichos huehuehtlahtolli, expresó:
¿Qué mejores o qué más naturales amonestaciones y más necesarias para componer en virtuosas costumbres la vida humana pudo componer y declarar a los hombres Platón, ni Sócrates, ni Pitágoras, ni después dellos Aristóteles, que las que acostumbraban y tenían en frecuentísimo uso dar a sus hijos unos a otros...? ¿Qué más enseña la ley cristiana, salva la fe y lo que predica de las cosas invisibles y sobrenaturales? [Las Casas, 1967, II, p. 448].
Y por si a alguien parecieran exageración las ponderaciones de quien actuó siempre como defensor de los indios, será de interés citar el juicio de otro personaje, funcionario público español. Es el doctor Alonso de Zorita, oidor de la Real Audiencia de México en 1554 y años posteriores, quien con las siguientes palabras hizo descripción de esos textos:
Demás de criar los hijos con la disciplina o cuidado que se ha dicho los padres [indígenas] ansimismo lo tenían en les dar muchos y muy buenos consejos y los tienen hoy en día los indios principales por memoria en sus pinturas, e un religioso muy antiguo en aquella tierra [México] [...] los tradujo en su lengua, y dice que hizo a unos principales que los escribiesen [...] e que los escribieron e ordenaron en su lengua sin estar él presente, y los sacaron de sus pinturas, que son como escritura e se entienden muy bien por ellas, e que no se mudó letra de lo que le dieron, más que dividido en párrafos [...] Y que los nombres que había de sus dioses les avisó que los quitasen e pusiesen el nombre del Dios verdadero y Señor Nuestro.
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