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Manly Palmer Hall - Lo que la sabiduría antigua espera de sus discípulos

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Manly Palmer Hall Lo que la sabiduría antigua espera de sus discípulos
  • Libro:
    Lo que la sabiduría antigua espera de sus discípulos
  • Autor:
  • Editor:
    Kier
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  • Año:
    2012
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Lo que la sabiduría antigua espera de sus discípulos: resumen, descripción y anotación

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Las formas modernas de vida no son saludables, las organizaciones erigidas por gente insana no pueden ser normales. El género humano de nuestra actualidad se ha enloquecido con la sed del dinero. Está enfermo de “ventajas personales”. La Antigua Sabiduría no es de este mundo, pertenece a una esfera totalmente distinta. La Verdad expresa la síntesis de la Sabiduría Divina. La Verdad es la eterna realidad de las cosas.

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PRIMERA PARTE
ADVERTENCIA A LOS ESOTERISTAS

Por más que hoy día sea grande el número de movimientos religiosos tanto heterodoxos como ortodoxos, son muy pocas las organizaciones de esa naturaleza que inspiran a sus feligreses a servir a sus semejantes, dándoles orientaciones a la vez prácticas y espirituales. Uno a uno, los diversos cultos están siendo absorbidos por el materialismo y el espíritu comercial del mundo en el cual por necesidad fueron establecidos. No debe extrañarnos esto, puesto que muy difícilmente podríamos separar nuestra religión de nuestra vida cotidiana. Podremos darle múltiples nombres, pero ello no obstará para que la religión siga reflejando las creencias y el carácter moral de quienes configuran su organización.

Las formas modernas de vida no son saludables, las organizaciones erigidas por gente insana no pueden ser normales. El comercialismo ha atacado todas las esferas de la sociedad, se ha infiltrado en todos los aspectos de la vida. El género humano de nuestra actualidad se ha enloquecido con la sed del dinero. Está enfermo de “ventajas personales”. No hará nada por servir al prójimo; en cambio hará todo lo posible para que su mediocridad se transforme de la noche a la mañana en un poder comercial. El esfuerzo identificado con la falta de ética de la competencia es la responsable absoluta de estas condiciones de vida. La concusión ha eclosionado en todas las manifestaciones de la vida. No hay institución que no esté tocada, en cierta forma más o menos atenuada, de deshonestidad moral, y dado que no hay forma de vida que no esté comercializada y pervertida, tampoco podremos esperar que la religión haya escapado a esto.

La historia no registra prostitución mayor que la que hoy día se enmascara bajo el nombre de “psicología” y “nuevo pensamiento”. El arte de atontar al público ha evolucionado desde la bufonada innoble de la Edad Media hasta el pulcro fariseísmo del siglo veinte. Del mismo modo en que las gaviotas siguen al barco, esta verdadera maldición de los tiempos contemporáneos ha seguido la cresta de la ola de autosuficiencia y perversión moral que produjo nuestra era comercial.

Bien entendidas, esto es, aplicadas al servicio de la humanidad, la psicología, la metafísica y el “nuevo pensamiento” resultan muy recomendables; más aún, sus verdades constituyen necesidades candentes para la humanidad ignorante de nuestros días. Pero, ¿qué es lo que ha ocurrido? Esos nombres han sido utilizados para concitar toda clase de infamias, en lo mental, lo moral, lo espiritual y lo físico, a tal grado que hoy día sólo conocemos la prostitución y la comercialización de las verdades por las cuales estas ciencias fueron creadas. Sus resultados se basan en la premisa de que la gente con quien trabajan, es demasiado ignorante para cobrar conciencia de la injuria que se está cometiendo con ella.

No debe creerse que estamos atacando los principios que fundamentan esos cultos y filosofías, como así tampoco la verdad que tales cultos y filosofías representan. Ni atacamos a la gente sincera que trata de ayudar a otros a formar y desarrollar el carácter. Sólo atacamos a la perversión de la verdad y a las personas que, ocultando sus crímenes bajo el manto de la sabiduría, desvían deliberada y conscientemente al público buscando solamente el engrandecimiento y enriquecimiento propio.

En el capítulo 14, versículo 30 del Evangelio de San Juan, dice Jesús: “Ya no hablaré mucho con vosotros: porque viene el príncipe de este mundo; mas no tiene nada de mi.” La Antigua Sabiduría no es de este mundo, pertenece a una esfera totalmente distinta. No le interesa a ella mejorar la condición material del individuo desde el punto de vista de ubicar a éste en posiciones ejecutivas o de rodearlo de opulencia. La Antigua Sabiduría trata de formar el carácter del ser humano, sabiendo que si se lo lleva a hallarse y a dominarse a si mismo, se habrá logrado mucho más que si se lo convierte en líder o rector de multitudes.

La Verdad expresa la síntesis de la Sabiduría Divina. La Verdad es la eterna realidad de las cosas. La psicología y la metafísica, tal como se enseñan en nuestros días, no son verdaderas, y las cosas enseñadas bajo la denominación de “verdad” no son nada mejores que aquellos que las enseñan. Un hecho intelectual no es necesariamente una verdad, y su mala aplicación constituye siempre una falsedad.

Cuando el individuo trata de ganar eficiencia burocrática a expensas de otros; cuando asiste a una escuela nocturna con el fin de aprender a ser un ratero moral, cobra el privilegio de actuar “a su manera”, en la medida en que esté dispuesto a aceptar las consecuencias del karma. Recordemos que cuando Lucifer decidió rebelarse contra Dios, la deidad le permitió hacerlo. Es desmoralizador para una comunidad el que la gente crea que Dios da o autoriza a que se dé clases de astucia comercial, de “ventajerismo”, de impedir juicios hipotecarios, o que Él recomienda meditar en silencio con el fin de eliminar cónyuges indeseables. La psicología moderna ha hecho aparecer deshonesto a Dios, tan deshonesto como las personas que promulgan estas doctrinas. Todo esto obra con efecto destructivo sobre la vida y la salud del género humano. Veamos algunos puntos en que la Sabiduría Antigua era firme y la religión moderna es endeble. Los tomaremos del mundo que nos rodea, del mundo cotidiano, sin necesidad de entrar en abstracciones.

1.- En todo lo que se refiera a la adquisición de conocimientos, la Sabiduría Antigua dice: “Primeramente, purifica tu propia vida.” Esto quiere decir exactamente lo que dice. Hasta que el egoísmo no haya sido desterrado del alma del estudiante, éste no podrá tener ninguna aspiración de conocimiento que le sirva para propósito alguno más alto que el del estímulo mental. Los cultos psicológicos del mundo moderno pasan esto enteramente por alto y omiten subrayar las virtudes esenciales de la naturaleza humana; en cambio, ponen énfasis en los deseos, en los apetitos de cosas que no pueden ser alcanzadas por medios normales. En un tiempo los hombres morían por la Verdad; ahora la Verdad muere en manos de los hombres.

2.- Los apóstoles que murieron por su fe, los cristianos que cantaban en la arena mientras se soltaba sobre ellos a los leones hambrientos, o se los colgaba de estacas para que, convertidos en antorchas vivientes, iluminasen los jardines del palacio de Nerón, era gente que dio demostraciones vivas de sinceridad, humildad, honestidad y devoción a los primeros seguidores de Cristo. El propio Maestro fue guiado a la montaña por los demonios, y tentado por la visión de las fastuosas ciudades tendidas en los valles. Los antiguos iniciados fueron tentados por las cosas de este mundo. Buddha, junto a la cuna de su pequeño hijo renunció a las riquezas de la vida mundana y se decidió por la vida peregrina del asceta. La gran necesidad de misericordia inundó su alma, y lo sacrificó todo a su amor grande y desinteresado. Las voces mundanas tientan de continuo a los estudiantes; sólo los que son fuertes alcanzarán la sabiduría que buscan. El verdadero ocultista no aspira más que a la sabiduría. Cuando Salomón levantó sus manos a su Dios, Jehová habló desde los cielos para preguntarle qué quería, y Salomón respondió pidiéndole el don de la sabiduría. Jehová le preguntó si no deseaba alguna otra cosa; Salomón respondió: “No; solo quiero sabiduría”. Y Dios dijo a Salomón que por haber pedido únicamente la sabiduría, le daría además todas las otras cosas, y que a partir de ese día y hasta el fin del mundo, no habría rey más rico, más grande ni más lleno de bendiciones que él. Estos son puntos dignos de ser considerados a la luz de la psicología moderna.

No bien escuchamos las palabras de los exponentes modernos de las cosas divinas, echamos de ver que logran convertir a la gente al ofrecer al ignorante precisamente las mismas cosas que los maestros antiguos rechazaron como tentaciones del demonio. Los líderes de los nuevos cultos prometen repetidamente a sus discípulos las “ciudades de los valles”. Y los crédulos seguidores de tales “maestros modernos” se atropellan unos a otros para caer a sus pies y aprender cómo, a través de la “personalidad magnética” o la “gimnasia mental” se puede adquirir las posesiones terrenales que los “maestros modernos” les han prometido. El crimen no está en desear las cosas de este mundo, pues hasta cierto punto, esas cosas son necesarias y buenas. El hombre no estaría ubicado en su esfera si no esperase lograr algún provecho de su estudio y su experiencia. El crimen, el mal, está en simular que estas doctrinas pervertidas obedecen a una inspiración espiritual y el asumir que el deseo principal de Dios es hacer que la gente alcance la independencia económica.

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