A contar de hoy, muda la designación que habían llevado estos artículos, empezados hace cuatro años con el buen éxito que nadie podía aguardar. El distinguido literato don J. de J. Núñez y Domínguez dio a la luz el año de 1927 un libro que llamó Al margen de la historia, formado con muchos escritos que había publicado antes y de cuya existencia no tenía noticia el autor de estas modestas investigaciones. Palombaro no abriga la pretensión de emplear un título usado antes por otra persona con todo derecho, ni el de ser el continuador ni mucho menos el émulo del erudito que tan insignes servicios ha prestado ya a las letras mexicanas. Palombaro seguirá, pues, buscando en esta sección, como es su oficio, y sólo variará el nombre de la porcioncilla que se le tiene asignada. Llama Rocalla a estas pequeñas investigaciones porque la rocalla es la piedrecilla menuda que se desprende de las rocas grandes. Que otros trabajen y pulan los monumentos duraderos, mientras este modesto artífice apronta el material diminuto y que quizás pueda aprovecharse algún día.
Victoriano Salado Álvarez
¿Cuál fue el origen de la insurrección de los indios de Zacatecas?
¿Cuál fue el origen de la terrible insurrección de los indios de Zacatecas contra los españoles a mediados del siglo XVI?
Se dijo por mucho tiempo (fue la versión de Cortés y de sus amigos) que los encomenderos habían excitado la mala voluntad de los naturales, que Francisco Vázquez de Coronado, en su expedición a Cibola, había sido el causante de aquellos horrores, pues «ha entendio en enbiar gente de guerra por mar e tierra a descubrir nuevas tierras e yslas y se ha ocupado en ello y por malos tratamientos que recibieron los yndios naturales de la provincia de Xalisco de la gente que enviaua a las dichas armadas y descubrimientos especialmente de los que enbió a la tierra nueba de cibola, los dichos yndios se Revelaron e alcaron contra el servicio de su magestad y mataron españoles legos y religiosos e quemaron yglesias e hizieron otros daños».
El mismo cargo se formuló en la residencia al virrey Mendoza, el cual puntualizó bien, diciendo: «… lo niego, porque la gente de armada passó y estuvo apartada sesenta leguas de los pueblos que primero se rreuelaron y por estar tan lexos los dichos pueblos rreuelados del camino por do la gente de la armada yva, no pudieron rrecebir los malos tratamientos de que en el cargo se hace mención…».
En efecto, Coronado atravesó para su destino las provincias de Avalos y se embarcó en Navidad, mientras la insurrección estalló en la Sierra de Nayarit y se extendió a Juchipila, revistiendo caracteres distintos de la lucha que los españoles habían sostenido contra los aztecas y tribus del Sur y del Atlántico, que a su lado habían tenido muchas fracciones de indios enemigos del emperador de México.
Fue una propaganda semejante a la que, trescientos años después, reviviendo cenizas apenas extinguidas, había de emprender Manuel Lozada, en hora oportuna detenido por las tropas del general Corona. Lo explica así el descargo que dio el virrey en su residencia y que revela la curiosa psicología de aquellos altivos indígenas:
«Que estando los yndios de tlatenango de la dicha provincia, que es más de sesenta leguas de Compostela, muy quietos y sosegados y aviendo asentado monasterio de rreligiosos y franciscos en suchipila, vinieron vnos yndios de la serranía de Tepeque y zacatecas a ciertos pueblos que confinan con tlatenango que se llaman cuitlan y hueli y coltlan y tepeque con la habla del diablo que ellos llaman tlatol y llegaron a tlatenango donde juntaron los señores y principales y maceguales del a los quales hablaron diziéndoles: “nosotros somos mensajeros del diablo, el cual se llama tecocoli, y venimos a hazeros saber cómo él viene y trae consigo rresucitados a todos vuestros antepasados con muchas riquezas y joyas de oro y turquesas y plumas y espejos, y arcos y flechas que nunca quiebran y mucha rropa para nuestro vestir y muchas quentas y otras cosas para las mugeres y hazeros saber que los que le creyeres y siguierdes y dexardes la doctrina de los frailes nunca moriréys ni tenéys necesidad y los viejos y viejas se tornarán mozos y concibirán por muy viejos que sean y las sementeras se os harán sin que nadie ponga las manos en ellas y sin que llueba y la leña del monte ella se os vendrá a casa sin que la traiga nadie y el que fuere al monte después del diablo venido lo comerán tigres y leones…”, y que los yndios mandaría que tuuiesen las mugeres que quisiesen y no una como los frailes dezían… y que tuuiesen por cierto que el yndio o yndia, que creyase en dios y no en el diablo, luego no vería más luz y sería comido de las bestias.»
«Tepectitaque», donde empezó la revuelta, está al Norte de Tololotlán, mientras Navidad y las provincias de Avalos se encuentran al Sur de esa corriente que señaló la división de las zonas de los pacíficos y de los «empeñolados» o «enriscados» como llaman los cronistas a los indios que se hallaban en las alturas.
La versión que hasta ahora se había sostenido era la que equivocadamente propagaron los historiadores sin tener en cuenta, no ya los documentos desconocidos que ahora inserto en parte; pero ni siquiera los publicados hace muchos años por Icazbalceta.
Cómo era Zacatecas en el siglo XVI
El mineral de Zacatecas, descubierto a mediados del siglo XVI, no sólo tiene la gloria de haber sido el primer asiento de gente civilizada en el Norte del país, sino la de que de allí salieron los descubridores de los famosos minerales de Albiño, Sombrerete, San Martín, Nombre de Dios, el Fresnillo y Guadiana, hoy Durango, que fueron núcleos de paz y riqueza en toda Nueva España,
Pero la gente pobladora, que acudía al husmo de la riqueza, no era precisamente un colegio de santos varones en que predominaran hombres como Margil, Gregorio López y Sebastián de Aparicio que anduvieron en aquellos terrenos, sino que se componía de mineros desalmados cuyos horrores refiere el Ilmo. Fr. Domingo de Alzola, obispo de Nueva Galicia, en carta que dirigió al rey en julio de 1584. He aquí un fragmento de ese escrito:
«Andando visitando por el obispo como a V. M. escribí en la flota Pasada de este año, he llegado a estas minas de zacatecas donde hay tan gran Población que ni en todo este Reino de la nueva galicia ni en la nueva Hespaña fuera de la ciudad de méxico ay otra como esta porque en ella se allan 1,300 personas de confesión sin los yndios de las minas que son más de otros tantos sin sus mujeres e Hijos, ay en este pueblo 18 haciendas gruesas de mineros que una con otra en cada año da V. M. de quintos y otros rreales derechos más de 5 (está este trozo carcomido y no se entiende la cantidad), ay tantos mercaderes y tratantes que sólo méxico le hase ventaja, aquí concurren todos los capitanes de campaña todos los caudillos de los yndios con su general y con ser esta Población tan grande no sé dónde procede que V. M. no le aya hecho ciudad o Villa pues vemos en este Reyno y en otras partes de yndias ciudades que no tienen veinte vezinos hespañoles y Villas de menos de doze vecinos especialmente que de dar a este pueblo unos destos títulos síguense muchos bienes efectos temporales enorden del Real ensayo de V. M., y quando no fuere otro más que hacer estar a Raya y en los justo y Honesto al corregidor que V. M. aquí Provee haciéndole Rostro el cauildo de la República en los excesos que puede cometer a Veces en descruyo de Dios y de V. M. sólo esto es de mucha importancia como se hecha de veer de lo contrario en los desatinados términos que tienen algunos Juezes que como veen q no ay cuerpo de pueblo sino beetria y que ninguno podrá seguirlos en su Residencia especialmente abiéndose de concluir su Residencia en este Real Consejo a donde no podrán seguir los agrauidos proceden tan absolutamente algunas vezes que más es tiranía que justicia la que entonces hacen pero como no es mi profesión tratar los negocios por Repetos temporales les dexo esta y otras Razones de este género para que otros que a V. M. podrán Referir y vengo a las que son propias de mi oficio y obligación.