La historia política del siglo diez y nueve es uno de los tiempos mayúsculos en el transcurrir de México; es el foro donde surge la nación en el campo armado, donde las ideologías se enfrentan; y es, asimismo, el nacimiento de una literatura y un periodismo que van sembrando conceptos que permiten la aparición de una conciencia nacional en un itinerario manchado de dramatismo.
La prensa periódica ocupó un lugar nunca más igualado y sus periodistas fueron guerreros y pensadores, arquitectos de ideologías y forjadores de instituciones; aquella capacidad no tuvo límites, y muchos de ellos fueron tribunos distinguidos en la Cámara de Diputados: en este panorama la figura de Juan A. Mateos, originario del Distrito Federal, transcurrió con habilidad, patriotismo y un indiscutible talento.
Su obra de escritor, periodista y legislador es amplia, como la de muchos de sus contemporáneos; y para que su memoria no pase inadvertida, se ha hecho una selección para rescatar algunos trabajos que explican su inquietud y que en los días actuales nos pone frente al ejercicio de un mexicano distinguido.
Juan Antonio Mateos
Juan A. Mateos
Periodista liberal
ePub r1.0
Titivillus 14.06.16
Título original: Juan A. Mateos
Juan Antonio Mateos, 1983
Estudio y selección: Dr. José Barragán
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Presentación
La historia política del siglo diez y nueve es uno de los tiempos mayúsculos en el transcurrir de México; es el foro donde surge la nación en el campo armado, donde las ideologías se enfrentan; y es, asimismo, el nacimiento de una literatura y un periodismo que van sembrando conceptos que permiten la aparición de una conciencia nacional en un itinerario manchado de dramatismo.
La prensa periódica ocupó un lugar nunca más igualado y sus periodistas fueron guerreros y pensadores, arquitectos de ideologías y forjadores de instituciones; aquella capacidad no tuvo límites, y muchos de ellos fueron tribunos distinguidos en la Cámara de Diputados: en este panorama la figura de Juan A. Mateos, originario del Distrito Federal, transcurrió con habilidad, patriotismo y un indiscutible talento.
Su obra de escritor, periodista y legislador es amplia, como la de muchos de sus contemporáneos; y para que su memoria no pase inadvertida, se ha hecho una selección para rescatar algunos trabajos que explican su inquietud y que en los días actuales nos pone frente al ejercicio de un mexicano distinguido.
DEPARTAMENTO DEL DISTRITO FEDERAL
El Parlamentario
Si fecunda fue su labor en el periodismo, vasta su obra como escritor literario, también su verbo ocupa un lapso amplio en la historia parlamentaria de México; este apartado nos llevaría por sí solo un volumen y, en la imposibilidad de realizarlo dentro de la línea de la presente publicación, solamente me concretaré a llamar la atención sobre lo más destacado de su presencia como miembro de algunas de las legislaturas a las que ocurrió, y digo algunas, porque baste al lector saber que ocurrió por espacio de más de quince años al Congreso de la Unión, lo que significa que, en períodos bianuales, estuvo cerca de treinta años ocupando un escaño en las Cámaras.
La mayor actividad de los diputados mexicanos en la segunda mitad del Siglo Diez y Nueve, puede considerarse a partir del Constituyente de 1857 a la Legislatura que cerró sus sesiones en el año de 1884, ya que después, al advenir nuevamente Porfirio Díaz el Congreso de la Unión, asumió una actitud pasiva, los discursos menguaron en fogosidad y las pasiones políticas, acalladas por el dictador, no tuvieron eco en la tribuna parlamentaria; en esta virtud, destacan en estas páginas la presencia y labor parlamentaria de Mateos de 1861 a 1864.
Primera noticia al respecto la situamos en febrero de 1861, cuando resultó diputado suplente del también periodista Florencio M. del Castillo por el sexto distrito electoral de la ciudad de México.
Posteriormente nos encontramos que resultó electo diputado propietario al Segundo Congreso Constitucional en 1861 por dos distritos electorales y por suerte se decidió en la sesión del 19 de junio que representara el distrito de Allende, del Estado de Guerrero.
La reseña de algunas de las intervenciones de Mateos nos ofrecen la perspectiva valiosísima de conocer más de su vida, de sus ideas integrantes, de su personalidad parlamentaria, así, en la sesión del 10 de julio de 1861 estuvo a favor del proyecto de ley de amnistía a pesar de que los retrógrados habíanle hecho perder a su hermano Manuel en el fatídico 11 de abril de 1859; Mateos dijo en aquella sesión: «Se ha evocado por uno de los oradores, la sangrienta hecatombe de Tacubaya. Mi hermano fue una de las víctimas. Las balas reaccionarias atravesaron su pecho y su cabeza, y cuando mi madre fue a buscarlo entre los otros cadáveres, no pudo reconocerlo. Pues bien, esta mañana al venir de la sesión, mi madre me ha llamado, y besándome la frente me ha dicho: “Hijo, ve y perdona en nombre de tu hermano”. Yo no creo que la Reforma es un torrente de sangre ni un huracán devastador», y perdonó a los criminales, él que en muchas situaciones había sido un radical trascedente.
Posteriormente habló a favor de los hijos de Huichapan para que añadiera el nombre de Villagrán a aquella población; fue también de los firmantes del proyecto de ley para la apertura de la Escuela de Artes y Oficios el 19 de julio de 1861.
En el Segundo Congreso Constitucional se erigió en un defensor invencible de la separación de la Iglesia y el Estado y así lo manifestó repetidas veces en la tribuna, como cuando también apoyó una proposición del diputado Vicente Riva Palacio para que se publicaran las causas del tribunal de la Inquisición, documentos que pedía la Suprema Corte para relegarlos al olvido; Mateos sostuvo que no se remitieran a la Corte y que se publicaran: «Señores: el clero tiene emisarios en todas partes, en todos los poderes de la Federación, pero sus ideas negras resaltan sobre el rojo de la situación. El día de la verdad ha llegado; el sol ilumina esos antros donde se han perpetrado tantos crímenes que la historia guarda en sus páginas, acusados en esos archivos que hoy abre la revolución».
Para el Tercer Congreso Constitucional Juan A. Mateos resultó electo diputado suplente por el 6.º distrito del Distrito Federal, cuyo titular fue el Lic. Ignacio Ramírez; este Congreso inició sus labores en septiembre de 1862 y dejó de sesionar en mayo de 1863, cuando la república inició su éxodo al norte.
Restaurada la república en 1867, volvió a figurar como diputado propietario en los subsiguientes Congresos y destaca su actuación en 1874 en que, como miembro de la diputación del Distrito Federal habló en la sesión del 7 de mayo para pedir a la Cámara que aprobara en lo general el dictamen sobre el Código de Procedimientos Criminales cuya expedición era del todo urgente.
La discusión sobre el Proyecto de Ley Orgánica de las adiciones y reformas constitucionales dio margen a debates acalorados que tocaron en algunos aspectos del orden eclesiástico, fue así que en la sesión del 3 de diciembre de 1874 Mateos ocupó la tribuna y fustigó con su verbo emotivo a la reacción, a las Hermanas de la Caridad y exaltó el pensamiento revolucionario: «… Se levanta por nuestros adversarios la fuerza latente que existe en estos momentos en el seno de esta asamblea. Yo no temo a esta explosión de patriotismo; la reforma nunca ha venido al corazón de los pueblos civilizados con el antifaz del miedo, y deslizándose entre sombras y silencio ha bajado como las Tablas de la Ley del Sinaí revolucionario, entre relámpagos y truenos; ha venido como el hombre, entre lágrimas y sangre».