P rimera edición: 2021
isbn : 978-607-525-755-6
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Cuidado de la edición: Damari Regina Yniesta Bazán Walker
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Índice
Humberto Morales Moreno
François Caron
Pedro Celis Villalba/Edwin Alberto Álvarez Sánchez
María Magdalena Martínez Guzmán
Mayra Gabriela Toxqui Furlong
Alberto Soberanis Carrillo
Jean-Yves Puyo
( Norma Zubirán D’Escoto)
(Solène Garotin)
Jean David Avenel
Arturo Aguilar Ochoa
María del Refugio González
Nizza Santiago Burgoa
Humberto Morales Moreno/Pedro Angel Palou Pérez
Silvestre Villegas Revueltas
Sergio Francisco Rosas Salas
Oscar Cruz Barney
Rubén Alberto Curiel Tejeda
Christiane Demeulenaere-Douyère
Armelle Le Goff et Nadia Prévost Urkidi
Eugenia Revueltas
Atrás quedaron las planicies y montañas mexicanas.
Las colecciones de la Comisión Científica de México se exhiben en París
Alberto Soberanis Carrillo
En el centenario de la Batalla del 5 de mayo, la ciudad de Puebla fue la sede de una gran fiesta nacional encabezada por el Presidente Adolfo López Mateos en 1962. La plasticidad hagiográfica de las representaciones sobre la conmemoración no dejó de señalar la fuerte relación entre la gesta de Zaragoza y la búsqueda de la Paz, la Autodeterminación, la Soberanía Nacional. Conceptos de Estado en una época anterior a la globalización económica actual. La ceremonia filmada en el antiguo pueblo de Bahía del Espíritu Santo, hoy Goliat, cerca de San Antonio Texas, en presencia de las autoridades del estado de Texas y del Consulado de México, donde se develó un busto de bronce con la figura de Zaragoza marcaba el símbolo de una relación de amigos entre vecinos distantes a los que el 5 de mayo los unía de manera paradójica con la Historia. Jóvenes texanos y mexicanos con ambas banderas unidas en sus camisetas iniciaron la marcha de antorchas en estafeta para llevar no sólo el fuego eterno que acompaña el monumento de la Victoria en la entrada de la ciudad de Puebla justo al entronque con la calzada Zaragoza que desemboca en los Fuertes, sino una cápsula de plata con la tierra texana, la mexicana, que vio nacer al prócer y que el Presidente López Mateos depositó en la urna inmortal. Los jóvenes atletas texanos entregaron la “llama perenne”, en la frontera texana por Laredo a los deportistas poblanos que ya la esperaban, y estos, la fueron pasando hasta entroncar con la nueva autopista México-Puebla, inaugurada ex profeso en la conmemoración citada. Resalta en la narración de este documental restaurado en Puebla con el pretexto del 150 aniversario de la gesta nacional, que la nueva batalla que México ganaba a cien años de distancia, era la de “…la hermandad, la de la ciencia, el entusiasmo es el mismo, pero las armas son los libros y los Fuertes…las escuelas…”. La “Epopeya de Puebla”, como se le llamó al contenido central del documental, con lo mejor de la cinematografía mexicana de la época, en donde se invocó a Zaragoza como el defensor de la ”madre patria”, defensor de la “causa justa”, describió cada uno de los logros de la administración federal en Puebla, en un tono nada lejano todavía de la lógica del “orden y progreso” porfirista. Carreteras, electrificación, escuelas, calles pavimentadas, salud e higiene. El Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec se estrenaba como la gran escuela republicana emanada de la revolución de 1910 bajo el control político de la familia del expresidente Manuel Ávila Camacho.
Delirios Imperiales (Ecos de la Intervención francesa en México), nació como producto de un proyecto en el contexto del 150 aniversario de la Batalla de Puebla. Retomamos aquí la influencia conceptual que la editorial Tecolote , prestigiada hoy como divulgadora de libros para niños, bajo la batuta de mi amiga Cristina Urrutia, inició hace ya muchos años, en 2004, cuando aventuró e impulsó la edición de un notable libro coordinado por Krystyna M. Libura, Luis Gerardo Morales Moreno y Jesús Velaco Márquez intitulado: Ecos de la guerra entre México y los Estados Unidos. Hemos agregado al espíritu epistemológico de los Ecos , la Mirada de los especialistas mexicanos y europeos sobre el conjunto de la llamada Intervención Francesa en México y Puebla, l’expedition du Mexique , que interpretan sobre las Miradas (testimonios militares y de actores políticos y sociales de los acontecimientos) una renovada historiografía crítica que va más allá de la conmemoración y el fasto que nos dejó el festejo del 150 aniversario.
Los años de 1861-1867 fueron cruciales para la supervivencia de México como nación independiente, así como para el modelo republicano continental. Por otra parte, ese mismo periodo constituye el enterramiento definitivo de las posturas monárquicas que en cierta forma se derivaron de los presupuestos del “Plan de Iguala” de 1821, entremezcladas entre republicanos de distintas lealtades y miras, más allá de la dicotomía clásica entre liberales y conservadores, que buscaban dar cierta continuidad al antiguo régimen político novohispano al propiciar la instauración del Imperio de Maximiliano de Habsburgo en 1864.
El libro está dividido en tres partes. En la primera agrupamos a los especialistas que dan cuenta de los combatientes mexicanos y franco-belga-austriacos y las estrategias geo-militares que propiciaron la intervención. En la segunda agrupamos las miradas sobre el escenario principal, que no único, del periodo intevencionista: Puebla, el Estado y la Ciudad, testimonio firme de la gran cruzada por la segunda independencia nacional. En la tercera damos cuenta de los Ecos que dejó el legado contadictorio del Segundo Imperio Mexicano bajo la batuta de Maximiliano de Habsburgo y su interpretación en París, museificado en el Campo Marte y en la Comisión Científica de México. Nuestra querida Eugenia Revueltas remató singularmente el Eco liberal del Príncipe, a pesar de todo.
Hoy, como hace 58 años, México y Francia se vuelven a encontrar para rendir homenaje a los caídos del destino del Sol de Mayo , y hoy ratificamos en esta obra una doble y extraña fascinación. Por un lado, la del héroe del 2 de abril, profundo admirador de la Francia militar, de la Francia de la ciencia y de la universalidad de la cultura, la que en la Tercera República le reconoció su victoria y prestigio, prestándole la espada de Napoleón, el Grande. Allí, en los Inválidos, cuando el héroe se había convertido en dictador. Ironía de dos destinos atrayentes. El de Napoleón III que propagaba por Europa los encantos de la liberté , du code civil y de l’égalité , y que en México, los republicanos le recordaban, con el canto de la Marsellaise , que la Monarquía no era el camino para los hijos del Anáhuac. Por otro lado, la arenga del General Porfirio Díaz, que cantando el himno de los derechos del hombre y del ciudadano , tuvo que refugiarse en la Francia libre porque los vientos de la democracia liberal mexicana no entendieron su mano firme y su prolongada vocación de caudillo.