El estudio de Michelet sobre las brujas constituye un clásico indiscutible en la materia. En sus distintos capítulos se ofrece un completo análisis sobre la figura de la bruja y los rituales a ella vinculados (pactos con Satán, aquelarres, misas negras) a lo largo de la Edad Media y la Edad Moderna europea. Asimismo, se incluyen numerosos datos sobre los principales procesos de brujería de los siglos XVII y XVIII (País Vasco, Loudun, etc.).
Una de las obras más importantes sobre supersticiones medievales escritas hasta la fecha.
Jules Michelet
La bruja
Un estudio de las supersticiones en la Edad Media
ePub r1.0
RLull 04.11.15
Título original: La Sorcière
Jules Michelet, 1862
Traducción: Estela Canto
Editor digital: RLull
ePub base r1.2
JULES MICHELET (París, 1798 - 1874) Escritor e historiador francés especialista en la Revolución Francesa. Nacido en París en una familia de editores, demostró sus capacidades como historiador que le sirvieron para acceder en 1838 al Colegio de Francia. Sus cursos provocaron rápidamente un gran escándalo por su anticlericalismo y ostentoso liberalismo, hasta tal punto que tuvieron que ser suspendidos en más de una ocasión. Aunque historiador universal (Historia de Francia, 1833-1846), consagró la mayor parte de su trabajo a la Revolución Francesa (1847-1853). A diferencia de sus colegas historiadores como Thiers, Mignet, Guizot o Lamartine, Michelet tomó al pueblo como un actor colectivo esencial con un papel preponderante en la historia de la Revolución. Reivindicaba su afinidad ideológica con La Montaña, otorgó un gran peso a las jornadas revolucionarias y a los movimientos sociales. Recurrió a los archivos nacionales y a los de la Jefatura de policía de París, siempre con un escrupuloso cuidado, lo que imprime a la lectura de la Revolución una base ciertamente sólida. La obra de Michelet respira un espíritu romántico y republicano: historiador minucioso con los archivos, sin embargo da rienda suelta a su imaginación y concede al pueblo (al que dedicó una obra en 1846) la vida de un individuo. Reconocido a la vez como historiador y como escritor, Jules Michelet puede ser considerado como el fundador de la historia científica francesa.
Notas
[1] «Ecole Buissoniere», Escuela libre, en oposición a la escuela oficial. También el tiempo robado por el colegial. (N. del T.).
[1] Conf. De S. Cyprien ap. Muratori, Script., il. I 293, 315; A. Maury, Magie, 435.
[2] Véase Manzi, Baluze; Concilio de Arlés, 442; de Tours, 567; de Leptines, 743; los Capitulares, etcétera. Gerson mismo hacia 1400.
[3] Véase las vidas de los Padres del desierto y los autores citados por A. Maury, Magie, 317. En el siglo cuarto, los mesalienos, creyéndose llenos de demonios se sonaban y escupían sin cesar, haciendo esfuerzos increíbles para expectorarlos.
[4] He suprimido aquí una palabra chocante. Goethe, tan notable en la forma, no lo es tanto en el espíritu. Arruina la maravillosa historia, ensucia el griego con una horrible idea eslava. En el momento en que la pareja llora, convierte a la muchacha en un vampiro. Ella viene porque tiene sed de sangre, a chuparle la sangre del corazón. Y le hace decir fríamente esta frase impía e inmunda: «Cuando él termine, pasaré a otros; la joven raza sucumbirá ante mi furor». La Edad Media viste grotescamente esta tradición para asustarnos con el diablo Venus. Su estatua recibe de un mancebo un anillo que él, imprudentemente, le pone en el dedo. La estatua lo aprieta, lo conserva como una prometida y, por la noche, se presenta en el lecho del joven reclamando sus derechos. Para liberarlo de la esposa infernal es necesario un exorcismo. La misma historia se repite en las fábulas, pero aplicada idiotamente a la Virgen. Lutero, si la memoria no me engaña, retoma la antigua historia en su Charlas de mesa, pero de manera grosera, haciendo que el cadáver hieda. El español Del Río la traslada de Grecia a Brabante. La novia muere poco antes de la boda. Suenan las campanas de muertos. La novia, desesperada, vaga por el campo. Él escucha una queja. Es ella que, vaga en la niebla… —«¿No ves —dice ella— al que me guía?». —«No». —pero se precipita sobre ella, la levanta, la lleva a su casa. Aquí la historia amenazaba convertirse en algo muy tierno y muy conmovedor. Pero el duro inquisidor Del Río corta el hielo. —«Al levantar el velo —dice— aparece un tronco vestido con la piel de un cadáver». El juez Le Loyer, pese a ser poco sensible, nos restituye la historia primitiva. Después de él la historia ha terminado con estos tristes narradores. La historia es inútil, pues se inicia nuestra época y la Novia ha vencido. La naturaleza enterrada vuelve, no ya furtivamente, sino como dueña de casa.
[1] Vease J. Grimm, Rechts alterth mer y mis Origines du droit.
[2] Según el ritual de Ruan, véase Dudange, verbo Festum; Carpentier, verbo Kalendae y Mart ne, III, 110. La Sibila se presentaba coronada, seguida por judíos y gentiles, por Moisés, por los profetas, Nabucodonosor, etcétera. Desde muy temprano y de siglo en siglo desde el siglo VII al XVI, la Iglesia intento prohibir las grandes fiestas populares del Burro, de los Inocentes, de los Niños, de los Locos. No lo consiguió antes del advenimiento del espíritu moderno.
[3]
Vetustatem novitas.
Umbram fugat claritas.
Noctem lux eliminat. (Ibidem).
[4] Véase passim los Capitulares.
[5] Un ilustre bretón, último hombre de la Edad Media —que fue sin embargo amigo mio—, en un viaje vano que hizo para convertir a Roma, recibió brillantes ofertas «¿Qué desea usted?, —le preguntó el Papa—. Una sola cosa: ser dispensado del Breviario… me muero de aburrimiento».
[6] Es la célebre confesión de Hincmar.
[7] Diferencia demasiado poco sentida, demasiado poco marcada por aquellos que han hablado de la recomendación personal, etcétera.
[8] Grimm, Rechts alterth mer y mis Origines du droit.
[9] Grimm, sobre la palabra aleu.
[10] Es lo que sucedió al conde de Avesnes, cuando su tierra libre fue declarada un simple feudo y él, un simple vasallo, hombre del conde de Hainaut. Léase la terrible historia del gran canciller de Flandes, primer magistrado de Brujas, que no por eso dejó de ser reclamado como siervo. Cualtecius, Scriptores rerum Francicarum, XIII, 334.
[1]
Tres pasos del lado del banco.
Y tres pasos del lado del lecho.
Tres pasos del lado del cofre.
Y tres pasos más. Vuelve aquí.
(Antigua canción del Maestro de danza).
[2] Los textos de época han sido reunidos en dos eruditas obras de Alfred Maury: Las Hadas, 1843: La Magia, 1860. Véase también para los países nórdicos, la Mitología, de Grimm.
[3] Nada más conmovedor que esta fidelidad. Pese a la persecución en el siglo V, los campesinos paseaban en forma de muñequitos de trapo o de harina, a los dioses de estas grandes religiones: Júpiter, Minerva, Venus, Diana siguió indestructible hasta el fondo de la Germania (véase Grimm). En el siglo VIII todavía se pasean los dioses. En algunas cabañas pequeñas, se hacen sacrificios, se consulta a los augures, etcétera. (