No hace cien años que surgió de las nieblas de lo desconocido la gran civilización minoica en la isla de Creta, con sus grandes palacios, que irradió desde allí a zonas de la Grecia continental.
Entre los restos de esta legendaria cultura aparecieron tablillas de madera o barro cocido con inscripciones en lo que pronto se advirtió ser dos lenguajes, los llamados Lineal A y Lineal B. De este último se han llegado a reunir varios millares con jeroglíficos en lo que se reconocen carros de guerra, cabezas de caballo, cerdos, espigas, etc. El joven arquitecto inglés Michael Ventris ha dedicado muchos años a descifrar este lenguaje, ininteligible antes de sus estudios.
La teoría de Ventris, continuada y explicada por Chadwick, ofrecía todas las garantías exigibles: lectura de frases enteras con sentido adecuado al que los ideogramas hacían esperar, coherencia gramatical y ortográfica, etc. Las investigaciones posteriores a la primera edición de esta obra, con el hallazgo de nuevas tablillas y las discusiones en torno a la validez del desciframiento, han venido a confirmar las tesis propuestas.
La lectura de la escritura Lineal B no interesa sólo a los lingüistas o los apasionados por los jeroglíficos. Arrojan luz sobre muchos aspectos de la cultura micénica e incluso sobre temas como el de los poemas homéricos, haciendo retroceder nuestros conocimientos de la lengua griega siete siglos más allá de las fechas conocidas.
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John Chadwick
El enigma micénico
El desciframiento de la escritura Lineal B
ePub r1.0
Titivillus 21.03.17
Título original: The Decipherment of Linear B
John Chadwick, 1958
Traducción: Enrique Tierno Galván
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
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JOHN CHADWICK (21 de mayo de 1920 – 24 de noviembre de 1998) fue un lingüista y profesor de lenguas clásicas inglés. Nacido en Londres y educado en la escuela de St Paul y el colegio del Corpus Christi, fue oficial de la Marina Británica durante la II Guerra Mundial. Tras la guerra se casó y pasó a formar parte de los empleados del Oxford Classical Dictionary antes de comenzar sus clases de lenguas clásicas en Cambridge en 1952. Ese mismo año empezó a trabajar con Michael Ventris en el descifrado progresivo del Lineal B. Ambos escribieron el artículo Documents in Mycenean Greek (Documentos en griego micénico) en 1956 tras una controvertida primera publicación tres años antes. Los conocimientos filológicos de Chadwick se aplicaron a la teoría inicial de Ventris de que el Lineal B era una forma de griego, en vez de otra lengua mediterránea.
Tras la muerte de Ventris en 1956, Chadwick se convirtió en la primera autoridad en el lineal B, escribiendo un libro de divulgación popular sobre el tema The Decipherment of Linear B (El enigma micénico) en 1958 y revisando Documents in Mycenean Greek en 1978.
Se retiró en 1984, cuando ya se había convertido en Perceval Maitland Laurence Reader en lenguas clásicas en Cambridge. Continuó sus estudios hasta su muerte, siendo miembro activo de diversas prestigiosas sociedades internacionales y escribiendo numerosos artículos populares y académicos.
Notas
[*] Segunda parte: Publications 1956-60 (1961).
[1] Vid. infra, págs. 35-37.
[2] Annual of British School at Athens, IV, pp. 57,9.
[1]Les inscriptions crétoises, Essai de déchiffrement, Praga, 1949.
[2] Comunicación presentada a la Academia de Atenas, 27 de mayo de 1948.
[3] Vid. infra, págs. 108-109.
[1] Véase la fig. 7, pág. 38.
[2]Ibid.
[1]The Listener, 10 de julio de 1952
[1]N. del T.: Presentamos este ejemplo español en lugar del inglés GOD (DOG, GO, DO, GOOD, ODD), propuesto por el Profesor Palmer.
[1]Domesday Book, registro del catastro que ordenó hacer Guillermo el Conquistador. [N. del T.].
[*] Traducción de María Rico.
[1] W. EILERS, Forschungen und Fortschritte, 31, 1957, páginas 326-332.
[2] S. LEVIN, The Linear B decipherment controversy re-examined, Yellow Springs, Ohio, 1964
[3]Archaeometry, 8, 1965, pp. 3-85.
[4] D. NINKOVICH y B. C. HEEZEN en Submarine Geology (Colston Papers, 1965), pp. 413-452.
[5]American Journal of Archeology, 68, 1964, pp. 99-105.
[6] En Mycenaeans and Minoans (Londres, 2.ª ed., 1965).
[7]Bulletin of the Institute of Classical Studies, Londres, 8,1961, pp. 29-31.
CAPÍTULO 1
MICHAEL VENTRIS
La apetencia de descubrir secretos está profundamente arraigada en la naturaleza humana; el espíritu menos curioso se pone en marcha con la promesa de lograr el conocimiento de algo que permanece oculto a los demás. Algunas personas son lo bastante afortunadas para encontrar una ocupación que consista en la solución de enigmas, ya sea el físico que rastrea una partícula nuclear desconocida hasta entonces o el policía que descubre a un criminal. Pero la mayoría de nosotros nos vemos obligados a satisfacer esta apetencia resolviendo falsos enigmas inventados para nuestro entretenimiento. Las novelas policíacas y los crucigramas cumplen esta función para muchas personas. La resolución de claves secretas suele ser afición de muy pocos. Esta es la historia de la aclaración de un verdadero misterio que ha desconcertado a los expertos durante medio siglo.
En 1936, un estudiante de catorce años formaba parte de un grupo que visitó en Londres Burlington House para ver una exposición organizada con motivo de la conmemoración del quincuagésimo aniversario de la Escuela Británica de Arqueología en Atenas. Allí asistieron a una conferencia pronunciada por el gran maestro de la arqueología griega, Sir Arthur Evans, que les habló de su descubrimiento de una civilización olvidada en la isla de Creta, y de la misteriosa escritura que utilizaba este fabuloso pueblo prehistórico. En aquel día se plantó una semilla que iba a fructificar dieciséis años más tarde; porque este muchacho estaba ya vivamente interesado en las escrituras y lenguas antiguas. A la edad de siete años había comprado y estudiado un libro alemán sobre los jeroglíficos egipcios. Allí mismo y desde entonces se prometió aceptar el desafío de la indescifrada escritura cretense; empezó a leer los libros que existían sobre ello e incluso inició una correspondencia con los expertos. Y al cabo de los años triunfó donde ellos habían fracasado. Su nombre era Michael Ventris.
Como este libro es en gran parte la historia de su obra, no será inoportuno comenzar con una breve noticia biográfica. Michael Ventris nació el día 12 de julio de 1922, en una familia inglesa acomodada, que procedía originariamente de Cambridgeshire. Su padre era oficial del ejército en la India, su madre una señora de origen polaco, bella y de gran talento; ella le educó en una atmósfera artística y le habituó a pasar sus vacaciones en el extranjero o visitando el Museo Británico. Su instrucción fue también poco convencional; asistió a la escuela primaria en Gstaad (Suiza), donde recibía clases en francés y alemán. No contento con esto, dominó rápidamente el dialecto suizo-alemán local —cuyo conocimiento le sirvió más tarde de acercamiento a los eruditos suizos que conoció— e incluso aprendió el polaco cuando tenía seis años. Su interés por las lenguas creció con él; unas cuantas semanas en Suecia, después de la guerra, le bastaron para adquirir amplios conocimientos del idioma y conseguir un empleo transitorio. Con posterioridad mantuvo correspondencia con eruditos suecos en su propia lengua. Ventris poseía no solamente una notable memoria visual, sino también algo que raras veces aparece combinado con ella, la habilidad para aprender un idioma de oído.