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Hobsbawm nos habla en estas páginas de los grandes problemas a que nos enfrentamos: de la guerra, la paz y las posibilidades de un orden mundial, del proyecto imperial de Estados Unidos y de cómo «un grupo de políticos locos pretenden implantar su propia versión de la supremacía mundial», de los efectos de una globalización que acentúa las disparidades en el mundo, de la crisis del estado-nación, de las inmigraciones, el racismo y la xenofobia, de los peligros que nacen del miedo irracional al terror político o de las dificultades de mantener el orden público en un mundo violento en el que circulan ciento veinticinco millones de rifles de asalto.
ERIC HOBSBAWM
GUERRA Y PAZ
EN EL SIGLO XXI
CRÍTICA
Barcelona
Título Original: Essays on Globalization, Democracy and Terrorism
Traductor: Beatriz Equibar, Ferran Esteve, Tomás Fernández y Juanmari Madariaga
Diseño de la colección: Jaime Fernández
Ilustración de la cubierta: AGE Fotostock
Realización: Atona, SL
©2006, Hobsbawn, Eric
©2007, de la traducción castellana para España y América:
CRÍTICA, S.L., Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona
ISBN: 9788484328759
Generado con: QualityEbook v0.38
El siglo XX ha constituido el período más extraordinario de la historia de la humanidad, ya que en él se han dado, juntos, catástrofes humanas carentes de todo paralelismo, fundamentales progresos materiales, y un incremento sin precedentes de nuestra capacidad para transformar, y tal vez destruir, la faz de la tierra —sin olvidar el hecho de que hayamos penetrado incluso en su espacio exterior—. ¿Cómo habremos de pensar esa pasada «edad de los extremos» o las perspectivas futuras de la nueva era que ha surgido de la antigua? La presente recopilación de artículos es el esfuerzo de un historiador por deslindar, analizar y comprender la situación del mundo en el arranque del tercer milenio, así como algunos de los principales problemas políticos a que hoy nos enfrentamos.
Dichos artículos completan y actualizan lo que he expuesto en publicaciones anteriores, principalmente en la Historia del siglo XX. 1914-1991, en la conversación mantenida con Antonio Polito en Entrevista sobre el siglo XXI y en Naciones y nacionalismo desde 1780.
Estos esfuerzos son necesarios. ¿Cuál puede ser la contribución de los historiadores a esta tarea? Su principal función, aparte de recordar lo que otros han olvidado o desean olvidar, consiste en tomar distancia, en la medida de lo posible, respecto de la crónica de lo contemporáneo y en encuadrarla en un contexto más amplio y con mayor perspectiva.
En esta colección de estudios, principalmente centrados en torno a temas políticos, he optado por centrarme en cinco grupos de cuestiones que hoy precisan de una reflexión clara e informada: la cuestión general de la guerra y la paz en el siglo XXI, el pasado y el futuro de los imperios del mundo, la naturaleza, el cambiante contexto del nacionalismo, las perspectivas de la democracia liberal, y la cuestión de la violencia y el terrorismo políticos. Todos estos asuntos se desarrollan en una escena mundial dominada por dos acontecimientos vinculados entre sí: la enorme y constante aceleración de la capacidad de la especie humana para modificar el planeta mediante la tecnología y la actividad económica, y la globalización. El primero de ellos, por desgracia, no ha ejercido hasta el momento un impacto significativo en quienes han de tomar las decisiones políticas. El objetivo de los gobiernos sigue siendo la maximización del crecimiento económico, y tampoco existe una expectativa realista que indique que se estén dando pasos efectivos para afrontar la crisis del calentamiento global. Por otra parte, desde la década de 1960, el apresurado crecimiento de la globalización, esto es de un mundo convertido en una unidad indivisa de actividades interrelacionadas y libres del estorbo de las fronteras locales, ha producido un profundo efecto político y cultural, en especial en su actual forma dominante: la de un mercado global libre y carente de controles. Esta cuestión no es sometida a un debate específico en estos textos, principalmente porque la política es el único campo de actividad humana que prácticamente no se ve afectado por ella. En su afán de efectuar la cuestionable tarea de cuantificarla, no le resulta difícil al Índice de globalización del Instituto para la Investigación de la Coyuntura Económica de la Universidad Politécnica de Zurich (KOF, 2007) hallar indicadores de los flujos económicos y de información, de la existencia de contactos personales o de la difusión cultural (por ejemplo, en el número de restaurantes de la cadena McDonald's o de almacenes IKEA per cápita), pero no concibe mejor forma de medir la «globalización política» que estimar el número de embajadas presentes en un país, o la pertenencia de éste a las organizaciones internacionales y su participación en las misiones del Consejo de Seguridad de la ONU. El examen general de la globalización queda fuera del alcance de este libro. No obstante, cuatro observaciones generales relacionadas con ella resultan de particular relevancia para los temas que trata.
En primer lugar, la globalización del mercado libre, actualmente tan de moda, ha traído consigo un crecimiento espectacular de las desigualdades económicas y sociales, tanto en el seno de los estados como en el ámbito internacional. No hay signo alguno de que esta polarización no se prolongue en el interior de los países, a pesar de la general disminución de la pobreza extrema. Este brusco aumento de la desigualdad, especialmente en las condiciones de desmesurada inestabilidad económica creadas por el mercado libre global en la década de 1990, constituye la raíz de las principales tensiones sociales y políticas del nuevo siglo. Y en la medida en que las desigualdades internacionales puedan hallarse sometidas a la presión provocada por el ascenso de las nuevas economías asiáticas, tanto la amenaza a los niveles de vida relativamente astronómicos de los ciudadanos del viejo Occidente como la imposibilidad práctica de lograr algo semejante a que están abocadas las enormes poblaciones de países como India y China, habrán de generar a su vez tensiones internas e internacionales.
En segundo lugar, quienes perciben con mayor intensidad el impacto de esta globalización son quienes menos se benefician de ella. De ahí que la creciente polarización de los puntos de vista sobre el particular distancie a quienes se encuentran potencialmente al abrigo de sus efectos negativos —los empresarios que pueden «desplazar sus costes» a países con mano de obra barata, los profesionales de los sectores de la alta tecnología y los que se hallan en posesión de un título universitario, que pueden conseguir trabajo en cualquier economía de mercado de elevados ingresos— de quienes carecen de amparo. Ésta es la razón de que los comienzos del siglo XXI presenten, para la mayoría de las personas que viven de las pagas o de los salarios derivados de su empleo en los viejos «países desarrollados», un cariz inquietante, por no decir siniestro. El mercado libre global ha socavado la capacidad de sus estados y sus sistemas de bienestar, que antes tenían la posibilidad de proteger su estilo de vida. En la economía global compiten con hombres y mujeres de países extranjeros que poseen igual titulación pero cobran una ínfima parte de la mensualidad común en Occidente, y en sus propios países se encuentran sometidos a la presión generada por la globalización de lo que Marx llamó «el ejército industrial de reserva», compuesto por los inmigrantes procedentes de las aldeas de las grandes zonas de pobreza global. Este tipo de situaciones no prometen una era de estabilidad política y social.