Annotation
Las extrañas andanzas de Marcial Maciel y otros misterios de la Legión de Cristo
En septiembre de 1946, un sacerdote mexicano de veintiséis años, con un pasado oscuro, escasa formación teológica y sueños de grandeza, desembarcaba en España con apenas treinta seguidores.
Marcial Maciel Degollado se decía un instrumento de Dios y acababa de fundar en su país una congregación religiosa profundamente tradicional y reaccionaria con el épico nombre de Legionarios de Cristo. Cuarenta años más tarde se había convertido en uno de los puntales del papado de Juan Pablo II, amo y señor de un inmenso complejo religioso-industrial, y soñaba con subir a los altares. Pero Maciel era en realidad un pederasta, ladrón, polígamo y morfinómano, que ocultaba sus crímenes tras una red de múltiples vidas y personalidades. Jesús Rodríguez ha buceado en esa vida de crímenes y milagros, desde sus seminarios y universidades en España e Italia hasta sus fuentes de financiación en su feudo mexicano; ha entrevistado a sus fieles y a sus adversarios; a los que le dieron todo y a los que arrebató todo y ha buscado la verdad siempre en pos de desentrañar el misterio de Maciel y los Legionarios de Cristo.
JESUS RODRIGUEZ
La confesion
Random House Mondadori, S.A.
Sinopsis
Las extrañas andanzas de Marcial Maciel y otros misterios de la Legión de Cristo
En septiembre de 1946, un sacerdote mexicano de veintiséis años, con un pasado oscuro, escasa formación teológica y sueños de grandeza, desembarcaba en España con apenas treinta seguidores.
Marcial Maciel Degollado se decía un instrumento de Dios y acababa de fundar en su país una congregación religiosa profundamente tradicional y reaccionaria con el épico nombre de Legionarios de Cristo. Cuarenta años más tarde se había convertido en uno de los puntales del papado de Juan Pablo II, amo y señor de un inmenso complejo religioso-industrial, y soñaba con subir a los altares. Pero Maciel era en realidad un pederasta, ladrón, polígamo y morfinómano, que ocultaba sus crímenes tras una red de múltiples vidas y personalidades. Jesús Rodríguez ha buceado en esa vida de crímenes y milagros, desde sus seminarios y universidades en España e Italia hasta sus fuentes de financiación en su feudo mexicano; ha entrevistado a sus fieles y a sus adversarios; a los que le dieron todo y a los que arrebató todo y ha buscado la verdad siempre en pos de desentrañar el misterio de Maciel y los Legionarios de Cristo.
©2011, Rodriguez, Jesus
©2011, Random House Mondadori, S.A.
Colección: Debate
ISBN: 9788483065815
Generado con: QualityEbook v0.72
Jesús Rodríguez
La confesión
Las extrañas andanzas de Marcial Maciel y otros misterios de la Legión de Cristo
Metadatos
P RIMERA edición: marzo de 2011 © 2011, Jesús Rodríguez
© 2011, de la presente edición en castellano para todo el mundo: Random House Mondadori, S. A.
Travessera de Gracia, 47 − 49. 08021 Barcelona
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Printed in Spain —Impreso en España
ISBN: 978 − 84 − 8306 − 581 − 5 Depósito legal: B-4.307 − 2011
Compuesto en Fotocomposición 2000, S. A.
Impreso en Limpergraf Pol. Ind. Can Salvatella c/ Mogoda, 29 − 31 08210 Barbera del Valles
Encuadernado en Reinbook
Dedicatoria
A mis padres
A Myriam, Jaime y Gonzalo
A Nando
A los que están y no están.
Índice
1 E L cura sin sombra
2 Maciel y cierra España
3 El poder de formar
4 Amigos para siempre
5 El 23-F de Joseph Ratzinger
6 Contra las cuerdas
7 Waterloo
8 Entreacto con prole
9 El hijo pródigo regresa a Cotija
10 El Muro
11 Blázquez y las Visitadoras
12 Velasio el Duro
13 Salvad a las siervas de Maciel
14 Guerra Civil
El cura sin sombra
E N la madrugada del lunes 11 de enero de 1993, Jean-Claude Romand, un médico francés, de treinta y nueve años, asesinó a su mujer, sus padres, sus dos hijos y el perro, y después incendió su casa para quitarse la vida. No lo logró. Fue rescatado en coma. Se recuperaría. A partir de sus declaraciones, la policía iría reconstruyendo el complicado rompecabezas. Su existencia había sido una farsa. Había engañado a todos. A su amante, su mujer, su familia y sus amigos. Todos cayeron en su red de mentiras. Romand, que en 1996 sería juzgado y condenado a cadena perpetua, nunca estudió medicina ni trabajó en la Organización Mundial de la Salud; pasaba los días deambulando; nunca tuvo un sueldo regular; vivía del dinero que captaba a su círculo de allegados, ante los que se presentaba como experto inversor en bolsa y a los que vendía carísimos medicamentos falsos contra el cáncer. Todo era mentira. Huyó hacia delante durante dieciocho años hasta llegar a un callejón sin salida. Un día decidió bajar el telón y acabar con su familia. Confesaría que no había encontrado otra escapatoria: «Los míos nunca hubieran aceptado la verdad».
Marcial Maciel Degollado (1920 − 2008) fue durante sesenta y siete años el líder de la congregación más poderosa, opaca y reaccionaria de la Iglesia católica: la Legión de Cristo. Martillo de comunistas, protestantes y teólogos de la liberación; inmisericorde con la apertura iniciada por el Concilio Vaticano II; celoso rival de los desviados jesuitas; enemigo mortal del aborto, el divorcio y el condón, propagandista de la familia tradicional; machista y homófobo; teórico de una castidad enfermiza que iba de la pobreza absoluta y la disciplina hasta las últimas consecuencias; jefe de un grupo de ejemplares monjes-soldado, de sacerdotes modelo, los más elegantes e intachables, amigos de los ricos, y dispuestos a encabezar la contrarreforma de Juan Pablo II. «Nosotros no aflojamos. Los experimentos no van con nosotros —afirma el legionario Gabriel González Zambrano, director del Instituto Sacerdos en Roma, una institución de la Legión que forma cada año a un centenar de sacerdotes de países en vías de desarrollo en la estricta disciplina de la congregación—. Es como los futbolistas, si haces concesiones, pierdes la fibra. Y eso está pasando con los curas que hablan de eliminar el celibato. Aflojan. Se están relajando. Tras el Concilio Vaticano (1962 − 1965) ya hubo en la Iglesia una ola de descontrol, confusión y experimentos raros. Nosotros no hemos aflojado. Nos hemos mantenido en la tradición. Somos sacerdotes orgullosos de serlo. No queremos pasar desapercibidos. Somos sacerdotes de Cristo.»
El estilo de cura-atleta de Dios es muy querido en la Legión, donde se hace deporte con el mismo ardor con que se reza, donde no caben los gordos, tibios ni débiles, los que dudan o disienten. El traidor es machacado, y la soberbia, la seña de identidad. La única causa justa es la Legión y su labor de evangelización en el mundo. «No vamos ni un paso por detrás ni por delante del Papa. Somos deportistas de alto rendimiento —define el padre legionario Andreas Schöggl, un inteligente austríaco de treinta y cinco años que ha trabajado en los últimos tiempos cerca del Papa en la Secretaría de Estado del Vaticano y cada madrugada, a eso de las cinco, ya sea invierno o verano, se zambulle en la cristalina piscina de la sede de la congregación, en Vía Aurelia 677, en Roma, para vencer las tentaciones. A la castidad por el sacrificio—. Buscamos la perfección a imitación de Cristo. Jugamos en otra liga. Hay quien compite una vez por semana; nosotros, a diario. Somos profesionales. No queremos perder músculo.»