Datos del libro
©1865, Veuillot, Louis
ISBN: 5705547533428
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ÍNDICE
D ICTAMEN del censor eclesiástico en la primera edición
Licencia del Ordinario para la misma
Carta de Su Santidad Pio IX al autor
Advertencia del traductor
Prefacio
INTRODUCCIÓN.
I-Dios y el hombre
II-Antes de Jesucristo
III-Las profecías
LIBRO PRIMERO.—El prólogo del Evangelio
CAPÍTULO PRIMERO-Nazareth.—Belén.—EI Jordán
CAP. II-Zacarías.—Isabel-María.—Juan.—José.—Herodes
CAP. III-La genealogía de Jesús.—La tentación en el desierto.—Los primeros discípulos
LIBRO ll.—El año dulce
CAP. IV.—Las bodas de Caná.—La pesca milagrosa
CAP. V.—Nicodemus.—La Samaritana
CAP. VI.—Los enfermos curados.—La tempestad apaciguada.—Los demonios vencidos
CAP. VII.—La hemorroide.—La hija de Jairo
CAP. VIII-El Paralitico de la Piscina.—Magdalena
LIBRO III.—La lucha.
CAP. IX.—Conjuración de los judíos.—Milagros durante la fiesta del sábado.—Institución de los Apóstoles
CAP. X.—El sermón de la montaña.—El leproso curado.—El hijo de la viuda.—Otros milagros
CAP. XI-El sembrador.—La cizaña.—El grano de mostaza.—La red arrojada al mar
CAP. XII.—Incredulidad de Nazareth.—Primera multiplicación de los panes.—Segunda tempestad apaciguada.—Anuncio de la Eucaristía
LIBRO IV.—Educación de los Apóstoles
CAP. XIII.—Falsa purificación.—La Cananea.—EI sordo-mudo.—Segunda multiplicación de los panes
CAP. XIV.—El ciego de Bethsaida.—Confesión de Pedro.—El Thábor
CAP. XV.—El niño libertado del demonio.—EI didracma.—Precepto del perdón
CAP. XVI-Enseñanza en el templo.—La mujer adúltera
CAP. XVII-El ciego de nacimiento
LIBRO V.—Conversaciones y parábolas
CAP. XVIII.—Misión de los Discípulos.—El samaritano, Marta y María
CAP. XIX.—La mujer encorvada.—Los banquetes.—El hidrópico.—Lección a los fariseos
CAP. XX.—La oveja.—La dracma.—El hijo pródigo
CAP. XXI.—El juez inicuo.—La oración.—El matrimonio
CAP. XXII-La pobreza voluntaria.—Los niños
LIBRO VI-Las resurrecciones
CAP. XXIII.—Lázaro
CAP. XXIV.—La resurrección universal
CAP. XXV.—Zaqueo
LIBRO VII.—La Eucaristía
CAP. XXVI-Entrada en Jerusalén.—Maldición de la higuera
CAP. XXVII.—Ultimas enseñanzas en el templo
CAP. XXVIII.—La Pascua
LIBRO VIII.—La Pasión de Nuestro Señor.
CAP. XXIX.—Los judíos
CAP. XXX.—Pilatos
CAP. XXXI.—La Cruz
CAP. XXXII.—La señal de la Cruz
CAP. XXXIII-La sepultura
LIBRO IX.—Jesús resucitado
CAP. XXXIV.—La Resurrección
CAP. XXXV.—La Ascensión
CAP. XXXVI.—Los Apóstoles.—Pedro
CAP. XXXVII.—Los Apóstoles.—Pablo
DICTAMEN
DEL CENSOR ECLESIÁSTICO EN LA PRIMERA EDICIÓN.
En cumplimiento de la atenta disposición de V. S. l., comunicada en su oficio de 7 de julio próximo pasado, y en los mismos términos que en ella se me previene, he revisado y examinado con toda detención la obra titulada VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, escrita en francés por M. Luis Veuillot, traducida al castellano por D. Antonio Juan de Vildósola, y publicada por D. Antonio Pérez Dubrull, de esta vecindad, editor.
Para comprender de cuánta utilidad moral puede ser, juicio del que suscribe, la versión nuestra lengua de este libro, permitido será hacer alguna ligera reflexión acerca del original.
Publicada frente a frente de otra VIDA DE JESÚS, obra insignemente impía, en la que el espíritu del mal se propuso hacer girones la divinidad adorable del Salvador, la VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, de Veuillot, ha venido satisfacer, acaso remediar una de las apremiantes necesidades del corazón católico, hambriento de fe, y a enjugar algunas de las muchísimas lágrimas que hacen hoy derramar a la Iglesia sus perseguidores y enemigos.
¿Qué puede, Ilmo. Sr., qué puede efectivamente decirse de una obra religiosa que lleva al frente, en su primera página, el símbolo de los Apóstoles, que en su continuación se acoge y atiene a una de las versiones más sanas y más autorizadas de los libros santos, que concluye con la palabra Creo, y cuyo juicio de censura ha sido formado y emitido por el Supremo Pastor de los Pastores, por el mismo Pio IX, en el autógrafo con que ha recompensado los trabajos religiosos y literarios del autor?
Pues si el original francés ha venido a remediar algunas necesidades de nuestro siglo, la traducción: no dudamos que ha venido asimismo a remediar no pocas de las de nuestra España, tan católica siempre, pero en la que por desdicha nuestra dejan sentir sus influencias perniciosas por la prensa, y de una manera harto lamentable, el error y la impiedad.
Vertida sencillamente al castellano, pero con la posible exactitud, pone al alcance de todos los hechos misteriosos y divinos de Nuestro Señor Jesucristo, da a conocer el modo admirable de sentir en ellos de los Santos Padres, y deja comprender también hasta dónde alcanza la inteligencia del hombre hermanada con la fe, contribuyendo todo esto entre nosotros a la instrucción cristiana y a la conservación del sentimiento religioso.
Por estas reflexiones, pues, y por no resultar del examen verificado que en esta obra se contenga cosa alguna contraria al dogma y a la sana moral, el que suscribe cree que puede circular sin ningún inconveniente.
Tal es su parecer, salvo meliori. V. S.L, sin embargo, dispondrá lo que fuere de su mayor agrado.
Dios guarde a V. S. I. muchos años.
Madrid 13 de setiembre de 1864.—Licenciado, FELIPE VELÁZQUEZ Y ARROYO, presbítero
LICENCIA
DEL ORDINARIO PARA LA PRIMERA EDICIÓN.
NOS EL DOCTOR DON JOSÉ DE LORENZO Y ARAGONÉS, PRESBÍTERO, DIRECTOR DEL REAL MONTE DE PIEDAD, CONSEJERO REAL DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA Y VICARIO ECLESIÁSTICO DE ESTA .M H. VILLA DE MADRID Y SU PARTIDO ETC.
Por la presente, y por lo que a Nos toca, concedemos nuestra licencia, para que pueda imprimirse y publicarse la obra titulada VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, escrita, en francés por M. Luis Veuillot, y traducida al castellano por D. Antonio Juan de Vildósola, mediante que de nuestra orden ha sido examinada, y no contiene, según la censura, cosa alguna contraria al dogma católico y sana moral. Madrid catorce d Septiembre de mil ochocientos sesenta y cuatro.
Dr. Lorenzo
Por Mandato de S.S. LDO. JUAN MORENO GONZÁLEZ
CARTA
DE SU SANTIDAD PIO IX AL AUTOR
PIO PAPA IX.
Amado hijo, salud y apostólica bendición.
Nos congratulamos con vos, amado hijo, de que, a pesar de haber sido separado de la palestra, en que con tanto vigor y utilidad peleabais por la verdad y la justicia, no habéis escondido en la tierra el talento que se os ha confiado; antes por el contrario, habéis continuado con resolución sirviendo y prestando nuevos auxilios a la misma causa que defendíais. Dan testimonio de esto vuestros recientes escritos, y lo confirma el último que me habéis dedicado de LA VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, publicada en vindicación de la Divinidad ofendida. Porque de lo poco que entre la multitud de nuestros cuidados hemos podido ver en ella, hemos juzgado que el método que habéis elegido es el más acomodado al fin que os habéis propuesto, y que en el tratar la materia os habéis mostrado igual a vos mismo. Además, este vuestro trabajo se Nos ha ofrecido adornado de un peculiar esplendor extrínseco, por la índole de las desgracias a que estáis expuesto; como que en estas contrarias circunstancias manifestáis la antigua hambre y sed de justicia, y la misma disposición y firmeza de ánimo en proseguir la pelea en otro tiempo comenzada. De aquí es que, si bien Nos nos sentimos conmovidos por vuestros padecimientos, e inclinados a condolernos de vuestra suerte, sin embargo, nos parece inoportuna esta manifestación de dolor, cuando dice el Apóstol: Bienaventurado el varón que sufre con paciencia la tribulación; y tened, hermanos míos, por objeto de sumo gozo el caer en varias tribulaciones. Así que, como vuestra constancia demuestra que la prueba de vuestra fe realmente produce en vos aquella paciencia que perfecciona la obra, Nos nos movemos más bien a la felicitación y a excitaros a la alegría. Y para que lo consigáis más fácilmente, os deseamos y pedimos con ahínco a Dios el incremento de la gracia cada día más abundante; y en señal de este don celestial, y en prenda, de nuestra especial benevolencia y de nuestro ánimo reconocido, os damos con todo afecto a vos y a vuestra familia la bendición apostólica.