Louis Charpentier - El misterio del vino
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- Libro:El misterio del vino
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1981
- Índice:4 / 5
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El misterio del vino: resumen, descripción y anotación
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Libro póstumo de Charpentier que trata sobre el vino y todo el misticismo y misterio implícito en él, desde sus orígenes y leyendas hasta su simbolismo oculto a través del tiempo.
Louis Charpentier
ePub r1.0
Titivillus 14.05.16
Título original: Le Mystère du vin
Louis Charpentier, 1981
Traducción: Ernest Milà i Rogríguez
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
[*] No sabemos a qué término se refiere el autor exactamente; si es una forma muy antigua, o si se trata de una errata del traductor. El vocablo en euskera para vino es ardoa o arnoa. (N. d. editor digital).
[*]Compagnons: miembros de los gremios medievales de los distintos oficios.
La primera cosecha de la historia
En los textos, el vino hace su entrada en la historia con la primera “vendimia”: la realizada por el padre Noé. Este venerable patriarca, hombre de bien, tras haber embarcado a su familia —compuesta por sus tres hijos y sus tres mujeres y niños así como a sus animales familiares— en su navío de tres puentes fabricado para la ocasión, emprende, sobre las olas del diluvio, un viaje que lo condujo hasta el monte Ararat, en Armenia, donde varó. Como buen cultivador que era, plantó la viña a partir de las raíces que había llevado consigo.
De esta viña, recogió la uva con la que se embriagó.
Este episodio nos es relatado por la Biblia en uno de los episodios del Génesis, libro que cuenta el nacimiento del mundo y lo que siguió a la Creación.
Sería exagera considerar esta historia no puede tomarse como la exacta relación de hechos reales, pero parece probable que se trate, como en todas las leyendas, de una adaptación, más o menos novelesca, de recuerdos transmitidos de generación en generación, sobre una gran convulsión que tuvo lugar a finales del paleolítico, hace una decena de miles de años.
La historia antigua dice también que este digno patriarca —que se las daba de hombre de buenas costumbres—, habiéndose emborrachado con jugo de uva, se comportó de forma muy poco inteligente ante toda su familia, llegando a desnudarse para pasar mejor su embriaguez.
Uno de sus hijos, Cam, cuenta la Biblia, mira a su padre desnudo con curiosidad, lo que le valió el amargo reproche de sus hermanos, Sem y Jafet, que cubrieron a su padre poniendo mucho cuidado de no mirarle.
Se ha sugerido, en diversas obras, que esta leyenda era alegórica y que Cam había simplemente aprovechado la cosecha paterna para extraerle —ya que se había mostrado “desnudo”— secretos de alto valor iniciático; lo cual evidencia que no hizo juego limpio con sus hermanos.
Lo que pensaron las mujeres de la familia no se cuenta en la Biblia.
Era, de hecho, una historia extremadamente antigua, mucho más antigua que Moisés que la escribió, o transcribió, en su Deuteronomio. Aunque Moisés protagonizó, como se sabe, el cruce del Mar Rojo con los hebreos, la historia de este diluvio ocurría en las llanuras del Tigris y del Éufrates.
Es evidente que esta parte de la Biblia —el Génesis— alude a una o, más bien, a varias leyendas que se generaron cuando se produjo la subida enorme de las aguas. Este ascenso de las aguas ha dejado muchas leyendas en diversas memorias populares para no ofrecer una apariencia o, al menos, una posibilidad de verdad.
El conjunto no puede ser totalmente rechazado como si careciera de valor histórico. Pero si este caso es admisible, y este documento posee algo de verdad, crea por ello bastantes misterios cuya solución no es del todo evidente
La historia de Noé, tal como la cuenta la Biblia, plantea diversos problemas, por no decir enigmas: el arca en primer lugar, a continuación el mismo Noé y su familia, luego su propio nombre y, finalmente, el vino.
Parece evidente, dada la época en la cual debió tener el episodio, es decir cuando se produjo el diluvio universal, que la historia es muy antigua y que de ella ha debido arrancar la “creación” de una leyenda popular transmitida a través de los siglos hasta los semitas que, en el tiempo del Deuteronomio, la han recuperado y adaptado con fines más o menos personales y locales.
El principal y primero de estos misterios es la construcción del arca.
La época de esta fabricación y de la navegación que pudo tener lugar, parece ser el período glacial conocido en el hemisferio Norte y que cubrió gran parte de este hemisferio con hielos y glaciares hasta los Pirineos, al menos por lo que respecta a Europa. Las llamadas glaciaciones de Wurms V, ocurrieron en torno a los ocho milenios antes de nuestra era.
En este casquete glaciar se han encontrado suficientes rastros para saber que no se trata de un mito, y en algunos lugares, como en el Polo Sur actual, alcanzaba varios kilómetros de espesor.
Esta masa helada, en la longitud que nos interesa más particularmente, afectó sobre todo a Escandinavia y Rusia: representaba una superficie enorme, fantástica. Desde que Wegener ha emitido su teoría sobre la deriva de los continentes, se sabe que la corteza terrestre está formada por cierto número de “placas”, que se superponen o se cabalgan. Se equilibran unas a otras por un fenómeno llamado epirogénico: cuando una baja, la otra sube y viceversa.
Es probable que esta masa continental escandinava estuviera en equilibrio con la masa atlántica sobre la que se situaba el continente que llamamos la Atlántida. Y, antes de iniciarse la fusión de estos glaciales, el macizo escandinavo estaba en equilibrio con la masa atlántica, que llamamos la Atlántida. Y, al iniciarse la fusión de estos glaciares, el macizo escandinavo fuera ascendiendo —y continúa haciéndolo, por otra parte— remontando a razón de un centímetro por siglo.
Sería este contrapeso el que, en parte, pudo contribuir a hacer bascular la Atlántica en beneficio del ascenso de Escandinavia, ascenso del que queda constancia por la profundidad de los fiordos.
Parece que puede evaluarse en torno a 200 metros el ascenso del nivel de los mares provocado por la totalidad de las aguas glaciares fundidas. En efecto, existe un fenómeno que los geógrafos no consiguen explicar: en el perímetro de los continentes, el descenso es suave hasta un nivel que suele llamarse la plataforma continental; luego, bruscamente, pasa hasta el fondo del mar.
Esta plataforma continental tiene una profundidad uniforme, absolutamente uniforme, en toda la superficie de la tierra: 200 metros.
La fusión de este casquete glaciar sumergió, pues, una gran superficie de las tierras más bajas, remodelando, en suma, la configuración de las costas europeas que eran mucho más abruptas, desde Groenlandia hasta el golfo de Gascuña.
Al mismo tiempo, este diluvio, según las tradiciones griegas, arrasó literalmente todas las tierras cultivables que se encontraban en los países donde el suelo no tenía más de un metro o dos de espesor; la tierra arable resultó arrasada, arrastrada. Se trató de una catástrofe de la que los pueblos egipcios y griegos, de una parte y las tradiciones hindúes de otra, nos han aportado cierto número de relatos históricos y de leyendas que nos permiten seguir el proceso. Pero en Occidente, no hay ninguna relación hasta el presente y por un buen motivo.
Naturalmente, si se cree la Biblia —y ¿por qué no habría que creer en ella?—, el responsable de esta inundación es Dios. Se podría decir que Dios era responsable del verano boreal que provocó la inundación, siendo por naturaleza responsable de todo…
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