A Giuseppe. Gracias por tu apoyo
NOTA SOBRE LA TERMINOLOGÍA
El ascenso al poder de la organización armada que en junio de 2014 adoptó el nombre de Estado Islámico ha sido rápido y pasó desapercibido, en gran medida, hasta hace poco. En los últimos años, el grupo ha cambiado de nombre varias veces. En origen formaba parte de al Tawhid al Yihad, la organización de Abu Musab al Zarqawi. Más tarde se convirtió en Estado Islámico de Irak (ISI por sus siglas en inglés) y finalmente se unió a Al Qaeda de Irak. En 2010, Abu Bakr al Bagdadí se convertía en su líder, y el grupo recuperó su anterior denominación de Estado Islámico de Irak. En 2013, tras su fusión con una sección de Jabhat al Nusra, grupo yihadista sirio afiliado a Al Qaeda, la organización tomó el nombre de Estado Islámico de Irak y Levante (al Sham), más conocido por las siglas inglesas ISIL o ISIS. Finalmente, poco antes de la proclamación del califato, el ISIS se convertía en el Estado Islámico. Pero desde un principio, en Siria, y actualmente también en Irak, al grupo se le conoce simplemente por al Dawlat , el Estado.
Cada uno de estos nombres coincide con evoluciones drásticas e importantes cambios en la vida de la organización. En este sentido, la semántica del Estado Islámico constituye una pieza complementaria del rompecabezas político de Oriente Próximo que Occidente y el mundo se esfuerzan por recomponer.
El nombre de al Tawhid al Yihad, que suele traducirse como monoteísmo y yihad, significa que Dios lo es todo y está en todas partes; la vida solo puede existir bajo su ley. En consecuencia, los musulmanes consideran al Estado Islámico histórico el primer califato, obra en el siglo VII del profeta Mahoma y sus compañeros, una sociedad perfecta gobernada por mandato divino. En otras palabras, se le conceptúa como expresión política de la voluntad divina. Hoy, el gesto distintivo de al Tawhid, apuntar con el dedo índice al cielo, se ha convertido en saludo casi oficial del Estado Islámico contemporáneo.
La evolución de al Tawhid al Yihad a Estado Islámico de Irak se enmarca en el intento del grupo armado de al Zarqawi de actuar en Irak, limitando la yihad a ese país a modo de trampolín para restablecer el califato. De igual modo, la decisión de al Bagdadí de añadir los vocablos «al Sham», antigua denominación de Damasco y territorios circundantes a partir de los cuales gobernaron los primeros califas, representa un paso adelante respecto al de su predecesor y señala el comienzo de un esfuerzo de expansión de fronteras para lograr el objetivo final de la organización: la reconstrucción del califato.
El surgimiento del Estado Islámico, última denominación adoptada por el ISIS un día antes de la proclamación del establecimiento del califato, marca una nueva fase importante en la construcción de la nación, el proceso de recrear las circunstancias que en el siglo VII condujeron a la fundación de la sociedad islámica ideal.
Actualmente, los medios occidentales y los políticos utilizan diversas denominaciones para referirse a la organización armada dirigida por al Bagdadí. La Casa Blanca y Downing Street emplean la de ISIL, mientras que los medios de comunicación estadounidenses optan por ISIS. La red pública de radiodifusión estadounidense prefiere, sin embargo, la de Estado Islámico, y en Australia los medios han adoptado el término de Grupo del Estado Islámico para no dar la impresión de que se trata de un estado y no de una organización armada. En inglés, suenan mejor, en general, las siglas ISIS e ISIL, que IS. La razón de la renuencia de los políticos a emplear la palabra «estado» es el recelo a reconocer, pese a que sea únicamente en una palabra, la reivindicación del Estado Islámico de no ser una organización terrorista sino un estado legitimado por una guerra de conquista y consenso interno.
Empleo en el libro el término Estado Islámico ya que así se ha definido recientemente el grupo y es muy probable que se le siga conociendo por ese nombre. En mi opinión, el término Estado Islámico conlleva un mensaje mucho más realista para todo el mundo que el de ISIS o ISIL. Un mensaje que expresa la determinación del grupo de llegar a la creación, en pleno siglo XXI , de una versión del califato histórico. Emplear siglas menos explícitas, tal vez por motivos propagandísticos, para ocultar la auténtica naturaleza del Estado Islámico, de nada servirá para hacer frente a su amenaza real. Lo más probable, por el contrario, insisto, es que nos impida desarrollar una estrategia adecuada para llevar la paz de una vez por todas a Oriente Próximo.
INTRODUCCIÓN
Por primera vez desde la Primera Guerra Mundial, una organización armada está trastocando el mapa de Oriente Próximo trazado por Francia y Gran Bretaña. Con su guerra de conquista, el Estado Islámico (EI), previamente conocido por Estado Islámico de Irak y Levante (al Sham), ISIL o ISIS, borra las líneas fronterizas trazadas en virtud del Acuerdo Sykes-Picot firmado en 1916. Hoy en día, la bandera negra y oro del EI ondea sobre un territorio mayor que el del Reino Unido o Texas, desde la orilla del Mediterráneo en Siria hasta el corazón de Irak, el área tribal suní. Desde junio de 2014, esta región es conocida como Califato Islámico, denominación extinguida con la disolución del Imperio otomano por obra de Ataturk en 1924.
Muchos observadores occidentales ven en el Estado Islámico, igual que antes en Al Qaeda, una organización anacrónica que pretende retrasar el reloj de la historia. Efectivamente, refugiados sirios e iraquíes han descrito un modo de gobernar a semejanza del de los talibanes. Se ven carteles prohibiendo fumar y utilizar cámaras fotográficas; las mujeres tienen prohibido ir solas por la calle y debe acompañarlas un familiar varón; en público, deben mostrarse cubiertas y no vestir pantalones. Al mismo tiempo, el Estado Islámico parece decidido a efectuar una especie de limpieza religiosa con su proselitismo agresivo. Los habitantes de su territorio que no huyen han de adoptar el salafismo radical si no quieren correr el riesgo de ser ejecutados.
Desde su aparición en el escenario global, el califa Abu Bakr al Bagdadí, líder del EI, ha sido comparado con el Mulá Omar de Al Qaeda. Comparación que, por ironía, es muy posible que haya inducido a la inteligencia occidental a subestimarlo tanto a él como a su organización armada. A pesar del enfoque aparentemente medieval de la ley y el control social, es un error considerar esencialmente retrógrado al EI. Mientras que el universo talibán se reducía a escuelas coránicas y conocimientos basados en los escritos del Profeta, el caldo de cultivo del Estado Islámico ha sido la globalización y la tecnología moderna.