Bright John - Historia de Israel
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- Libro:Historia de Israel
- Autor:
- Editor:THE WESTMINSTER PRES
- Genre:
- Año:2009
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Historia de Israel: resumen, descripción y anotación
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b. La administración del Estado. Excepto dos listas de empleados
de su Gobierno (II S 8, 15-18; 20, 23-26), conocemos muy poco de la
maquinaria administrativa de David. Puesto que no es nombrado
ningún visir (primer ministro), podemos suponer que David presidió
activamente su propio Gobierno. Los empleados mencionados son:
el jefe de las fuerzas israelitas (saba') y general en jefe en el campo
de batalla, que era J o a b ; el jefe de las tropas extranjeras mercenarias
(cereteos y péleteos) (46); el heraldo real (mazkír); el secretario
real, o secretario del Estado (sófer), los dos sumos sacerdotes, Sadoq
y Abiatar (a lo cual el cap. 8, 18 añade que los propios hijos de David fueron hechos sacerdotes). La segunda lista, posterior, añade
un oficial de la leva, probablemente señalado p a r a supervisar a los
extranjeros obligados a trabajos en los proyectos reales. Faltando
un modelo nativo, David estructuró su burocracia, al menos en parte,
sobre esquemas egipcios (uno de sus oficiales tiene nombre egipcio,
y acaso fuera egipcio) (47). Además de estos altos cargos, había,
desde luego, cargos inferiores, en la corte y en otras partes del país,
así como gobernadores y personal diverso en los territorios conquistados. Pero de su número, función y organización no sabemos nada.
Tampoco estamos bien informados por lo que respecta a las normas administrativas que David pudo tomar. Aunque no hemos hablado de una tasación sistemática, y aunque David pudo, sin duda,
sufragar en parte los gastos del Estado con los tributos de los pueblos
subyugados, podemos suponer que su censo (cap. 24) fue la base de
una reorganización fiscal completa y probablemente también de un
reclutamiento. El hecho de que los círculos proféticos señalasen
esto como un pecado contra Yahvéh, indica que estaban involucradas
innovaciones drásticas. Es, en efecto, probable que la organización
militar fuese revisada radicalmente por David y Salomón (48), al
mismo tiempo que existen algunas pruebas de que David dividió a
J u d á en distritos con miras a una tasación (49). Si la lista de ciudades de refugio de Jos. 20 pertenece al reinado de David (50), puede
(46) A p r o x i m a d a m e n t e «cretenses y filisteos»; al p a r e c e r , los filisteos constituían la m é d u l a del ejército profesional de D a v i d . A p a r e c e t a m b i é n un contingente de guittitas (hombres de G a t ) ( I I S 15, 18).
(47) Savsa, o Sisa (cf. I C r . 18, 16; I R 4, 3 ) ; t a m b i é n el n o m b r e de su hijo
Klihoreph es, p r o b a b l e m e n t e , egipcio. Acerca de este asunto, cf. R de V a u x , «Titres
el fonctionnaires égyptiens á la cour de D a v i d et de S a l o m ó n » ( R B , X L V I I I
| 1939], p p . 394-505); también J. Begrich, «Sofer u n d M a z k i r » ( Z A W , 58 [1940],
Pl>. 1-29).
(48) P a r a todo el asunto del censo y de la organización militar, cf. G. E.
M e n d e n h a l l , JBL, L X X V I I (1958), p p . 52-66.
(49) Cf. V. M. Cross a n d G. E. W r i g h t , J B L , L X X V (1956), p p . 202-226,
y más abajo, p. 223.
(50) Cf. Albright, A R I , p p . 124 ss,; t a m b i é n M. L ó h r , Das Asylwesen im
Alien Te.slament (Halle, M. Niemeyer, 1930). La institución, en sí misma, debe ser,
con todo, anterior. Cf. recientemente M . G r e e n b c r g , J B L , L X X I I I V (1959),
p p . 125-132.
DE LA CONFEDERACIÓN TRIBAL AL ESTADO DINÁSTICO 2 0 9
reflejar un esfuerzo para restringir las venganzas entre individuos
y clanes, a las que el primitivo Israel, como todas las sociedades
tribales, estaban tan frecuentemente expuesto. Sin embargo, parece
que David intervino poco, o nada, en materias judiciales, dejando
que fueran administradas de una manera local, como antes. Aunque a
los individuos se les garantizaba el derecho de apelación al rey
(II S 14, 1-24), el hecho de que hubiera descontento a este respecto ( I I I S 15, 1-6) indica que aún no había sido establecida una maquinaria judicial eficiente.
La política de David en materia religiosa fue dictada por el deseo de legitimar el Estado, a los ojos del pueblo, como sucesor verdadero del antiguo orden de Israel. Por tanto, apoyó el nuevo santuario de Jerusalén, donde había sido aposentada el arca, como institución oficial del Estado. Los asuntos religiosos eran administrados por sus dos sumos sacerdotes, que eran miembros de su Gobierno. Según la tradición del cronista, que no ha de ser rechazada a la
ligera, David fue un magnánimo protector del culto, enriqueciéndole
de diversas formas, particularmente en lo que se refiere a la música (51). Si la lista de las ciudades levíticas (Jos. 21) refleja situaciones del reinado de David, como parece verosímil (52), se aprecia
algún plan (aunque probablemente nunca se llevó a cabo) para el
establecimiento de los levitas por todo el reino, con la finalidad de
debilitar la política levítica y contribuir, al mismo tiempo, a la difusión del culto oficial.
La corte de David, aunque modesta en comparación con la de
Salomón, fue, no obstante, de una considerable magnitud. Tuvo
diversas mujeres y numerosos hijos (II S 3, 2-5; 5, 13-16), además
de un importante harén, con los celos e intrigas que eran de esperar.
H a y que añadir a esto un creciente número de clientes y pensionados
«que comían a la mesa del rey» (p. e., caps. 9; 19, 31-40). Rodeando la persona de David estaba su guardia de honor, los «treinta»
(23, 24-29), cuerpo selecto elegido entre las propias tropas del rey,
calcado sobre una organización similar de Egipto (53). Aunque la
corte de David no era ningún cuadro de lujo sibarita, difícilmente
pudo ser tan rústica como había sido la de Saúl.
Últimos años de David. Al acabar las guerras de conquista se hallaba aún David en la flor de la vida (54). Continuó reinando hasta
(51) Sobre la a n t i g ü e d a d de la música en el T e m p l o de Israel, cf. Albright,
A R I , p p . 125-129.
(52) Cf. Albright, « T h e List of Levitic Cities» (Louis Ginzberg Jubilee Volume)
(American A c a d e m y for Jewish Research, 1945), p p . 4 9 - 7 3 ; A R I , p p . 121-124.
P a r a u n a opinión c o n t r a r i a , cf. M. N o t h en Alttestamentliche Studien Fr. Notscher-
gewidmet (Bonn, Peter H a n s t e i n V e r l a g , 1950), p p . 152-167.
(53) Cf. K. Elliger, «Die dreissig H e l d e n Davids» (PJB, 31 [1935], p p . 29-73).
(54) Salomón, q u e e r a ya a d u l t o a la m u e r t e de David, nació d u r a n t e las
guerras (II S 12 .24 ss.) que o c u p a r o n la p r i m e r a p a r t e del reino de David.
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su vejez. Sus últimos años, sin embargo, no fueron pacíficos, sino
que estuvieron impregnados de incesantes intrigas y violencias, y
hasta hubo una rebelión armada que puso en peligro el porvenir
del Estado. Las causas de estos disturbios fueron diversas. Pero en
el fondo se agitaba la cuestión de la sucesión al trono, cuestión para
la que el joven Estado no tenía ni precedente ni respuesta preparada.
a. El problema de la sucesión al trono. Israel por este tiempo se
había resuelto en monarquía. Pero no sólo esto, sino que el nuevo
Israel era un logro tan particular de David, y tan centrado en su
persona, que muchos debieron pensar que sólo a un heredero de él
le sería posible mantenerlo unido; uno de los hijos de David debía
sucederle. Pero ¿quién? No se había dado ninguna respuesta a esta
cuestión. Como era de esperar, surgieron sangrientas rivalidades y
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