José Urbano Martínez Carreras - Así nació Israel
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Azcárate, P., Misión en Palestina, Madrid, Tecnos, 1968. Ayape, F., Israel, crónica de una ocupación, Madrid, Realidades, 1984. Ben Gurión, D., Israel, años de lucha, México, Diana, 1963. Bishuti, B., Terrorismo: factor principal en la creación del Estado de Israel, Madrid, 1973. Dayan, M., Autobiografía, Barcelona, Grijalbo, 1978. Fontaine, A., Historia de la guerra fría, volumen II, Barcelona, Caralt, 1970. Giménez de Cisneros, D., Talión, Barcelona, Plaza y Janés, 1973. Gunder Frank, A., La crisis mundial (2 volúmenes), Barcelona, Bruguera, 1980. Larra, J., Víctimas de ayer, verdugos de hoy, Madrid, Fundamentos, 1981. Leguineche, M., y Solar, J. D., Los palestinos atacan, Madrid, Felmar, 1975. Mesa, R., Palestina, Madrid, Realidades, 1983. Nairm, T., Los nuevos nacionalismos, Barcelona, Península, 1979. Russell, B., y Samoilovi, D., El conflicto árabe-israelí, Buenos Aires, Belgrano, 1980. Solar, J. D., El conflicto de Oriente Medio, Madrid, Magisterio español, 1975. Syrkin, M., Golda Meir, Barcelona, Dopesa, 1972. Vergés, J. M., Los feddayin, Barcelona, Anagrama, 1970.
Título original: Así nació Israel
José Urbano Martínez Carreras & David Solar, 1985
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
[*] En 1924, los wahabitas expulsaron de Arabia a los hachemitas. Como compensación, los hijos del Jerife Hussein recibieron otros tronos: Feisal, el de Irak; Abdullah, el de Jordania, reino creado por los británicos sobre un trozo de desierto y un trozo de Palestina, la Transjordania. Actualmente sólo un hachemita conserva el trono, el rey Hussein de Jordania. En Arabia Saudita se mantiene en el poder la familia Wahabita.
[1] Literalmente: subidas. En la terminología sionista, son subidas a Sión, oleadas de retorno.
[2] La primera es una granja colectiva donde todo es común, la segunda es mixta; comunes son los medios de producción y la comercialización del producto; privados, el trabajo, el salario y el consumo.
[3] El Dunum equivale a 10 áreas = 1.000 metros cuadrados.
[4] Censo oficial de 1931.
[5] Se calcula que para entonces combatían en el ejército británico más de 30.000 voluntarios judíos, pero lo que deseaba la Agencia Judía era la creación de una unidad sionista, que fuera base del futuro ejército de Israel; para eso, sus agentes estaban robando armas desde el comienzo de la guerra en los arsenales británicos de Oriente Medio.
[6] Irgun Zvai Leumi, organización militar secreta fundada por V. Jabotinski en 1937. Su principal dirigente fue Menahem Begin.
[7] Palmach, brazo armado de la Haganah, que en 1948 contaba con cuatro batallones y un total de 2.200 hombres.
Entrega n.º 47 de la colección Cuadernos Historia 16 dedicado al nacimiento del Estado de Israel.
José Urbano Martínez Carreras & David Solar
Cuadernos Historia 16 - 047
ePub r1.0
Titivillus 27.06.2021
Por José U. Martínez Carreras
Historiador
E L sionismo como expresión fue creado en 1886, por Nathan Birnbaum: tenía como finalidad la reconstrucción de una patria nacional judía en Palestina y tomó su nombre del hebreo Sión, con el que se designa la colina de la parte noroeste de Jerusalén, donde se construyó esa ciudad y sobre la que se encontraba el templo de Salomón, que llegó a ser el símbolo de esta ciudad santa.
El sionismo se organizó como movimiento judío en el último decenio del siglo XIX y, como señala J.-P. Alem, tiene dos fuentes fundamentales: la primera, de carácter permanente, salida de las profundidades místicas del judaísmo, y la segunda, nueva y activa, de tipo político, nacida de los cambios y alteraciones producidos en la Europa de fines del siglo XIX, junto con la formulación de una nueva conciencia nacional judía.
Orígenes del pensamiento sionista
Las raíces últimas del sionismo se encuentran, en primer lugar, en el sentimiento religioso y colectivo del pueblo judío, que ha animado y sustentado la difícil y agitada historia de este pueblo desde la antigüedad: en el sionismo místico.
La nostalgia de Sión inundaba el alma judía desde la destrucción del Templo y la primera dispersión, y durante los siglos de su exilio, el pueblo de Israel no perdió jamás la esperanza de una restauración de Sión. La Tierra Santa simbolizaba todas las esperanzas místicas y temporales del pueblo judío en el exilio, cuya plegaria y deseo principal era la reconstrucción de Jerusalén.
Los judíos dispersos por el mundo mantienen la unidad y el rigor de su religión y sus tradiciones, que tienen sus fundamentos en la lejana y perdida tierra del Israel, a la que se siguen considerando unidos. El fundamento mismo del judaísmo es una indisoluble trilogía: Dios-Pueblo-Tierra. La destrucción del Templo y la dispersión ahondan más la conciencia de la Ley y la memoria de Sión en la vida religiosa y las instituciones haciendo que el recuerdo de Palestina permanezca como una realidad viva en la colectividad judía disgregada por el mundo, aunque unida por un sentimiento común.
Pero a lo largo de la historia, durante los siglos medievales y modernos, el pueblo judío pudo constatar las diferencias entre sus aspiraciones y la realidad de su existencia. Con carácter individual, algunos dirigentes religiosos intentaron en diversas ocasiones, durante estos tiempos difíciles, reunir a grupos afines en Tierra Santa y organizar centros judíos en Palestina, pero sin éxito: y al mismo tiempo las condiciones de vida de los judíos entre las sociedades europeas se iban deteriorando, entre crecientes dificultades y marginaciones, que configuran un latente antisemitismo.
Escribe N. Weinstock que cada vez que en el pasado se amenazaron las bases de la vida social judía, lo precario de las condiciones de existencia se tradujo por su surgir de misticismo, que compensaba las miserias de la vida real con una huida en lo imaginario. Las tradiciones históricas de la religión judía, y principalmente las supervivencias arcaicas, tales como el concepto de pueblo elegido, debían favorecer en su interior la forma especifica de mesianismo: y el mesianismo judío, que revistió formas múltiples, conoció un nuevo momento de favor en cada periodo de persecución.
En este sentido, a finales del siglo XV, con ocasión de una doble circunstancia histórica, se consolida en Palestina una pequeña comunidad judía: primero, por la expulsión de los judíos de España en 1492, a lo que siguió una poderosa corriente mesiánica, y, segundo, por la ocupación de Tierra Santa por los otomanos, cuyos sultanes protegen a las minorías judías.
Desde entonces, grupos judíos acudieron a Palestina, donde reviven diversas comunidades judías como en Jerusalén, Tiberiades, Hebrón y Safed, aunque con variada suerte: y en todo caso no se trataba de emigraciones, sino de peregrinaciones.
Hubo a partir de entonces otras tentativas de instalaciones de judíos en Palestina, que quedaron en proyectos o tuvieron escaso eco, y no alcanzaron el nivel de realización, como la de Joseph Nassi a mediados del siglo XVI, la proclamación de Bonaparte en 1799, o la de Moses Montefiore a mitad del siglo XIX. Y también en este sentido puede incluirse la acción de la Alianza Israelita Universal, fundada en París en 1860, para favorecer la emancipación moral e intelectual de los judíos, y que en 1870 creó en Jaffa la escuela de agricultura de Mikueh-Israel, en un intento de colonización de Tierra Santa.
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