Argentina – Colombia – Costa Rica – Chile – Ecuador – España –Estados Unidos – México – Uruguay – Venezuela © 1977 by Charles Berlitz © 1977 by EDITORIAL POMAIRE, S.A.
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Lavalle 1634 – 3° , Buenos Aires, Argentina Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.
Dedicado a todos los que, en el intento de resolver el misterio del Triángulo de las Bermudas, han ofrecido su experiencia, sus conocimientos, su tiempo, su equipo, sus recursos… y a veces sus vidas.
Soy el autor de El Triángulo de las Bermudas, libro que originó considerable controversia en 1975-76 y que ha alcanzado una venta de más de cinco millones de ejemplares en inglés y en otros veinte idiomas. A menudo se me pregunta por qué el Triángulo de las Bermudas -una zona comprendida entre Florida, el mar de los Sargazos y las Bermudas, en la que desde hace medio siglo, o más, vienen desapareciendo barcos y aviones sin dejar rastro -ha suscitado tanto interés en todo el país, e incluso en todo el mundo, ya que hasta los países situados al otro lado de la tierra muestran su preocupación por lo que en él sucede. La fascinación del Triángulo tiene sus raíces en el misterio, en la amenaza de unas fuerzas desconocidas, el peligro y la presunta muerte o desaparición en el vacío. Una combinación formidable.
Siendo tan numerosos los libros y los incontables artículos de prensa que posteriormente se han publicado, casi todos en torno a este misterio y muchos explicando que no existe misterio alguno, cabría preguntarse: ¿qué objeto tiene otro libro sobre el Triángulo de las Bermudas?
La finalidad de la presente obra no es refutar, informar ni comentar las críticas de la realidad del misterio, sino examinar incidentes nuevos y otros no registrados anteriormente, así como las manifestaciones más recientes dentro del Triángulo.
Estas últimas parecen encajar en una panorámica más amplia e introducirnos, más lejos y con más profundidad, en unos misterios que abarcan un campo cada vez mayor.
Desde la publicación de El Triángulo de las Bermudas he recibido millares de cartas de lectores de los Estados Unidos y comunicaciones de otros países de todo el mundo, así como llamadas telefónicas a diversas horas del día y de la noche. Más de la mitad de estos mensajes procedían de personas que habían vivido personalmente extrañas experiencias en el Triángulo. Como mi libro había sacado el tema a relucir, deseaban comunicar sus experiencias, acogidas hasta entonces con tal incredulidad o irrisión, que ellos mismo s habían empezado a pensar si no sería aquello que vieron tan sólo producto de su imaginación. Otros, que se hallaban en activo en la Marina, las Fuerzas Aéreas, o en líneas aéreas comerciales, habían recibido orden de no hablar de los incidentes presenciados. Casi invariablemente, en las conferencias que he pronunciado después de la publicación del libro en Norteamérica y en Europa, algún antiguo miembro del ejército o de la marina mercante, superviviente de un incidente, se ha dirigido al auditorio para dar cuenta extemporánea de una experiencia que antes no pudo ser relatada.
Fue como si la publicación de mi libro hubiese abierto inadvertidamente una gran fuente de información que, aún sugiriendo gran diversidad de explicaciones, parecía apuntar una posible solución, tan insólita como para ser casi inconcebible según nuestros conceptos normales.
Partiendo del testimonio de los múltiples testigos y supervivientes, se ha podido determinar que el número de desapariciones acaecidas es mucho mayor de lo que previamente se había calculado, y que muchas más personas, navegando o volando por la zona, han conocido experiencias que entonces parecieron, y hoy siguen pareciendo, inexplicables e incluso increíbles, pero que pueden encajar en una explicación de mayor amplitud, por increíble que tal explicación pueda parecer a su vez.
Además de esas experiencias nuevas, o no comunicadas anteriormente, durante 1975-76 se efectuaron varias expediciones al Triángulo, subvencionadas con fondos privados, en barco, en avión, con escafandras autónomas y combinando los tres medios , y en ocasiones con resultados bastante inesperados.
Ya no es necesario sacar a la luz la cuestión del Triángulo de las Bermudas: está ahí desde hace tiempo. Resulta más oportuno examinar los nuevos acontecimientos, no sólo para estudiar una zona de posible peligro y tratar de establecer normas de relativa seguridad, sino también para explorar más profundamente los misterios inherentes a nuestro propio entorno, donde hay zonas muy familiares que, aunque ya hayan sido superficialmente exploradas, pudieran no ser siempre lo que parecen.
EL MISTERIO CRECIENTE
Aunque antes de los años setenta la información en torno al Triángulo de las Bermudas fuese exasperantemente nebulosa, había personas que “lo sabían” desde hacía mucho tiempo. Se trataba de pilotos y tripulantes de embarcaciones civiles y militares, pescadores, periodistas, investigadores y ciertos sectores del público de la zona limitada al norte por las Bermudas, al oeste por Florida, y al este por un punto del océano próximo a los 40° de longitud oeste. Muchas de esas personas, especialmente las relacionadas con la navegación marítima o aérea por dicha región, mantuvieron un silencio total o parcial respecto a sus propias experiencias en el Triángulo. Las razones de su reserva eran el temor al ridículo, a la pérdida de credibilidad, o bien cierta inclinación a creer que traía mala suerte hablar del asunto. Según palabras de un joven nacido y criado en la costa atlántica de Florida, y que todavía desea permanecer en el anonimato:
A veces oíamos aquí y allá cosas sobre el Triángulo, pero parecía como si todos quisieran ocultarlo. En ocasiones, los niños oían a los mayores hablar de algo -algo sobrenatural-, pero tenían que esforzarse para sonsacárselo. No se podía ir directamente a ellos y preguntar: “¿Qué está pasando en el Triángulo?”.