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Andrés Trapiello - El Rastro

Aquí puedes leer online Andrés Trapiello - El Rastro texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2018, Editor: ePubLibre, Género: Religión. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Andrés Trapiello El Rastro

El Rastro: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "El Rastro" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Un retrato excepcional del Rastro, que descubrirá a todos sus amantes la historia de un país a través de sus objetos, sus gentes y sus calles.

Andrés Trapiello nos invita a un viaje único y hace su personal homenaje del Rastro, uno de los mercados ambulantes más emblemáticos del mundo. Podremos conocer a su gente y entender sus vidas a través de sus recuerdos y sus objetos.

Una historia única de la ciudad de Madrid, su tradición y su cultura.

Un libro excepcional, profusamente ilustrado con fotografías que repasan más de cuarenta años de historia. El libro está dividido en una primera parte donde se abordan cuestiones teóricas; una segunda y tercera más personales que podrían añadirse a una «Guía sentimental del Rastro»; y una cuarta parte repleta de fotografías y muchos fragmentos inéditos o escritos ex profeso para el libro, que el autor ha recopilado de sus diarios —⁠reunidos en los volúmenes que conforman el Salón de pasos perdidos—, y también sacados de entre todos los artículos y prólogos que ha escrito. El resultado, como se ve, es de lo más Rastro. Hay donde elegir.

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El Rastro — leer online gratis el libro completo

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AGRADECIMIENTOS

Las sugerencias, enmiendas e iluminaciones de mi mujer, Miriam Moreno Aguirre, principalmente en lo que se refiere a la «teoría del Rastro», tanto como las de Juan Manuel Bonet, referidas a «la práctica», han sido fundamentales. Que su fino cincel de correctores se haya empleado en una primera versión escrita todavía a martillazos, hace aún mayor mi gratitud. Tras ellos, muchos más aportaron sus conocimientos, desvelos, pistas, gestiones y contactos en diferentes tramos de la preparación del libro. Aquí van algunos nombres: Pedro Álvarez de Miranda, Félix de Azúa, Belén y Martín Carrasco, Juan Manuel Castro Prieto (que trató de mejorar con milagros más que con trucos mis fotografías del Rastro), Raquel de la Concha, Gabriel Cualladó, Eduardo Dea, Carlos García-Alix, Gabriel García Santos, Javier Gomá, Manolo Gulliver, Manuel Hidalgo, Ana María Leyra, Abelardo Linares, Manuel Cañedo Gago, José Luis Mur, Alfonso Meléndez (que ha dado forma a este y muchos otros libros de su autor: más que un gran tipógrafo), los dos Jaime Naranjo (padre e hijo), José Luis Pardo, Gilberto Pedrera, Emili Rosales, Ana y Carlos Saura, Ana Santos, Juan Ramón Sanz Villa, Anna Soldevila, Antonio Tabernero, Miguel San José, Miguel Tébar, Vicente Verona y Rafael y Guillermo Trapiello (a los que este libro y su autor deben muchas y más importantes cosas que las que caben en un paréntesis).

CRÉDITOS DE LAS IMÁGENES DEL INTERIOR

© Colección particular de Andrés Trapiello

F. Català-Roca. El Rastro en la Calle Mira el Río. Madrid, c. 1953

© Fons Fotogràfic F. Català-Roca – Arxiu Històric del Col•legi d’Arquitectes de Catalunya

F. Català-Roca. Casas de Lavapiés. Madrid, c. 1953

© Fons Fotogràfic F. Català-Roca – Arxiu Històric del Col•legi d’Arquitectes de Catalunya

José Gutiérrez Solana, El Rastro, hacia 1922

© José Gutiérrez Solana, VEGAP, Barcelona, 2018

© Juan Manuel Castro Prieto, VEGAP, Barcelona, 2018

© Alfonso Sánchez Portela, VEGAP, Barcelona, 2018

© Colección particular de Juan Ballester

© Colección particular de Antonio Corral

© Colección particular de Gabriel Cualladó

© Colección particular de Eduardo Dea

© Colección particular de Carlos Saura

© Colección particular de Antonio Tiedra

© Colección particular de Rafael Trapiello

CUARTA PARTE
ILUMINACIONES DEL RASTRO

Lo de siempre (Foto del autor. Detalle).

«¡A peseta, a real, a dos reales, y a precios convencionales!»

(Pregón oído en el Rastro)

De 1975 a 1980 iba al Rastro yo solo y a media mañana. Juan Manuel Bonet, también; por su lado. Un hecho azaroso, en el verano de 1980, hizo que mi amigo, que había pasado la noche por ahí de marcha, acabara en el Rastro de madrugada. Eran los tiempos, he recordado, en que los primeros cristianos de la movida solían terminar sus farras nocturnas en La Bobia, de la calle San Millán. Me telefoneó horas después todavía incrédulo: «Yendo a media mañana, hemos estado perdiéndonos lo mejor del Rastro». Habló de él como de unas tierras vírgenes. Desde ese momento empezamos a ir, juntos ya, a las ocho. Mientras vivía en la calle Huertas, lo recogía en mi coche. El Rastro a esa hora, en efecto, no tenía nada que ver con lo que conocíamos hasta entonces: se podía caminar sin apreturas, se veían las cosas con relativo sosiego, era agradable respirar el aire fresco de junio y, principalmente, había muchos y mejores libros. Y comprendimos por qué a la hora en que nosotros solíamos ir ya no quedaba ninguno: había media docena de bibliófilos, y entre ellos dos o tres libreros de viejo, que «lo llevaban todo raso». Nos cruzamos también a esa hora con el pintor José Vázquez Cereijo. Era unos quince años mayor que nosotros y llevaba yendo al Rastro unos veinte años ya. Él, empleado como aparejador del Ayuntamiento en el servicio de aguas, se pasaba por el Rastro todos los días, a primera hora, antes de empezar sus tareas municipales. Yo lo conocía superficialmente de haberle hecho una entrevista para una revista sobrecogedora de arte, en los tiempos que trabajé allí de ñáñigo para un negrero de Jaén, y Juan Manuel de haberlo visto algunas veces en casa de su padre, gallego como el pintor, quien era, por cierto, sobrino del poeta lucense Luis Pimentel. Galicia, con Sicilia, es donde más parentescos se dan y donde más importancia se da a los parentescos. Aprovechando esta circunstancia, Cereijo nos facilitó un librito inédito de su tío, Cunetas, que le publicamos con un retrato del poeta hecho por el sobrino para una pequeña colección de plaquettes que dirigíamos Bonet y yo, Entregas de la Ventura, 1981. Desde ese momento el Rastro lo hicimos juntos los tres, hasta 2012, año en que Bonet se fue a París a dirigir el Instituto Cervantes. Seguimos Cereijo y yo solos, si bien nuestro amigo pintor, acometido por sus propias hipocondrias, fue haciendo sus comparecencias cada vez más esporádicas. Apareció también por esos años de mudanzas un joven, Juan Marqués, al que conocimos como tesinando en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Nos acompañó a nosotros tres durante tres o cuatro años, pero al cabo de ellos también él causó baja durante otros tantos, y cuando parecía que fuese a quedarme solo, surgieron como de la nada, tres gallegas, por aquello de que Dios aprieta pero no ahoga, Manuela Romero, Nieves García y Ana Pérez, tres amigas unidas por la vida, la emigración y el amor a la lectura.

Cereijo murió, nuestras amigas «las gallegas» siguen con nosotros, Juan Marqués ha vuelto al Rastro y Bonet a Madrid, trayéndose consigo un nuevo amigo, Carlos Pascual, zamorano, a quien conocemos con el nombre de Germi (por Germinal, el nombre que habría querido ponerle su abuelo, y no pudo por «las cosas que tuvo la retaguardia», como él dice), incorporado ya a nuestra comitiva.

De JManuel he hecho algunos retratos en el Spp y sus apariciones en esos libros son frecuentes. Es, desde luego, aparte de un gran poeta, el mejor cartógrafo español para la literatura y el arte de los últimos cincuenta años, y un hombre generoso con sus conocimientos (ya he contado también cómo disfruta repartiendo a unos y otros los libros que pasan por sus manos, como un crupier, si a los demás les pueden interesar y a él no, o ya los tiene).

El que haya tantos gallegos en la cuadrilla es importante. A Cereijo le debemos media docena de enseñanzas prácticas impagables, algunas de las cuales han cristalizado en leyes. Esta, si no he perdido la cuenta, es la Décima: nunca se debe pedir el precio de aquello que nos interesa con ese objeto en la mano; hay que examinarlo cuidadosamente o, mejor, con fingida y sumaria indiferencia, y depositarlo de nuevo en el suelo; o mejor todavía, sin haberlo tocado ni doblado la espalda para verlo de cerca, preguntar su precio señalándolo con la barbilla, «¿qué pide por eso?», «¿cuál?», «eso» (y nótese qué no preguntamos «qué vale», sino «qué pide», porque en el Rastro casi nunca se sabe lo que de verdad valen las cosas, esa es la gracia). A Cereijo, más experimentado que nosotros, debemos también algunas mañas, entre ellas el modo galaico de iniciar el regateo. Cualquiera preguntaría: «¿Cuánto vale eso?». «Cien», se nos dice, por ejemplo, y los demás, replicamos, «no me interesa» o «le doy veinte», o cincuenta, o lo que sea. Un gallego, Cereijo desde luego, no haría eso. «¿Qué pide? ¿Cien, dice?». Y entonces Cereijo abrochaba la conversación del modo más galaico que quepa imaginar: «¿Y por qué tanto?». Esa pregunta dejaba desconcertado al vendedor y el regateo en condiciones ventajosas para el comprador, aseguraba nuestro amigo. Él nos explicó qué era «comprar de oído» (una expresión muy del Rastro: comprar a espaldas de un profesional del Rastro y acto seguido lo que este acaba de desdeñar a alguien, después de asistir como testigo a ese trato), y cómo debía hacerse esto con discreción, para no ofender gratuitamente a nadie.

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