AZARQUIEL Y OTRAS HISTORIAS
LA ASTRONOMÍA EN AL-ANDALUS
Antonio Claret dos Santos Instituto de Astrofísica de Andalucía Consejo Superior de Investigaciones Científicas Granada ISBN 84-9335574-5-6
Nota preliminar
Este es un libro sencillo. Mi intención, al escribirlo, fue reunir algunos hechos de la Historia de la Astronomía, con particular énfasis en la española del Medioevo, de forma amena, sin dar muchos datos ni fechas, sin explicaciones complicadas de los sistemas del mundo o extensas referencias bibliográficas. Fue pensado para ser leído poco a poco, como un libro de crónicas; mientras se está en el autobús, por ejemplo.
Entre las razones que me llevaron a escribirlo está la constatación, por mi parte sorprendente, de que la literatura de divulgación de la Historia de la Astronomía Española es muy escasa. No se puede decir lo mismo de la literatura especializada, donde destaca con brillantez y tradición, la Escuela de Barcelona, iniciada por J. M. Millás Vallicrosa. Este librito pretende llenar, en parte, este hueco.
Constaté también un cierto desconocimiento de esta historia por una parcela muy significante de los legos en Astronomía y por parte de muchos profesionales del campo. Pero no sólo del desconocimiento vive la dejadez del ser humano. Voy a contar un milagro mas no diré el nombre del santo: hace poco tuve conocimiento, a través de dos fuentes independientes y fidedignas, de que una obra de indiscutible valor científico y histórico fue regalada, por ocasión de una inauguración, a un dirigente científico extranjero. Lo peor no es sólo la pérdida; es cómo se ha perdido el documento, pues el autor de tan noble gesto era un científico, o sea un conocedor de lo que regalaba. Eso demuestra hasta que punto algunas personas, aunque bien informadas, no cuidan adecuadamente el patrimonio español.
El destinatario de este escrito es el público en general y mi preocupación es que él conozca, aunque superficialmente, la evolución de la Astronomía en España en el Medioevo y que se sienta orgulloso por la labor que se realizó aquí en el pasado. Principalmente, me sentiría bastante recompensado si leyendo estas notas, uno dejara de sufrir un poco el proverbial complejo de inferioridad de los españoles con relación a las ciencias llevadas a cabo en otras partes de Europa.
Mi conocimiento de Paleografía y de la Historia de la Astronomía es más fruto de mi entusiasmo que de mi competencia. Mi interés por estos temas es bastante temprano y se ha mezclado, con el correr de los años, con el gusto por la Astrofísica, por la Paleontología y otras ramas de la ciencia. Siempre me he negado a entrar en el esquema del embudo intelectual de nuestros días, que muchos para ocultar su aridez, insisten en rotularlo de especialización. Si no hay otro remedio que ser incompetente, prefiero serlo en la variedad.
El librito está centrado, como se ha dicho, en la Historia de la Astronomía Española en el Medioevo. Sin embargo, no he tratado sólo de este tema. Hice incursiones por otros campos también pero siempre intentando no perder el camino de la sencillez. Esto hace que sea un libro variado, con apartados que puedan ser leídos separadamente, de forma casi independiente. En algunos ensayos no hago más que preguntas y esta es realmente mi intención: aguzar la no aceptación pasiva del lector/a de los hechos. Por otra parte, no he abordado las obras de Maimonides o de Averroes porque creí ser más fecundo tratando los autores menos conocidos y que tuviesen una conexión mas estrecha con la Astronomía. Son los casos, por ejemplo, de Azarquiel y Maslama al-Madrid. Para introducirlos, me he metido un poco en su piel y escribí dos ensayos (Yo, Azarquiel y El olvido) y pido perdón a los lectores/as por el atrevimiento.
Es muy difícil ser preciso a fin de satisfacer al especialista y simultáneamente no ser árido para el público no especializado. Ser entretenido para todos es todavía mas complicado. He intentado satisfacer estos tres aspectos pero no estoy seguro de haberlo conseguido. Algunas de las crónicas que aquí están son productos de pequeños artículos que he escrito para la revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía (Granada). Algunos de ellos implicarán en informaciones redundantes pero preferí mantener la integridad de estos textos (por ejemplo, el ensayo sobre la astronomía arábigo-española). Los demás textos son productos de meros momentos de insensatez intelectual.
Los textos marcados con letra itálica tienen dos finalidades. Primero: cuando se trata de una cita literal. Segundo, sirve para resaltar algún nombre, situación o una palabra de origen extranjero.
Muchos fueron los que leyeron las primeras pruebas y enriquecieron bastante el contenido del librito. Estoy en deuda con E. Battaner López, E. García Lobo, V. Costa Boronat, L. F. Miranda Palacios, José María Lamas y José María Quintana. Los errores que contiene, sin embargo, son exclusivamente míos. Francisco Rendon ha elaborado las tapas y le estoy muy agradecido por su cuidado y su buena voluntad. Agradezco a Pilar Moreno García, de la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla de la Universidad Complutense, por la amabilidad y disponibilidad con relación a la reproducción de algunas láminas de los Libros del Saber de Astronomía de Alfonso X. La segunda edición de este libro fue posible gracias a la aportación del proyecto CCT003-05-00325.
Finalmente, unas palabras sobre la cultura arábigo-española del pasado. Hay que valorarla en su justa medida. Sin exagerar en sus logros pero tampoco sin minimizarlos. El legado que recibimos debe ser respetado, amado y admirado. Somos y seremos parte de aquello que heredamos.
Dedico estos ensayos a las tres mujeres más importantes de mi vida: A mi madre, Dália Rufino , escritora y observadora de la naturaleza humana. A Rosana , quien comparte conmigo la aventura de vivir.
A Bárbara, mi Nonina . Tus ojos me guían y tu felicidad es la mía.
I. Yo, Azarquiel
Confieso que he nacido. Y mi patria chica es un secreto. No lo diré mientras tenga aliento para recordar que mi patria está donde he respirado. Soy andalusí. Pero mi patria chica no la revelo.
Mi nombre no es mi nombre, es mi sobrenombre. Me conocen por mi apodo. Hace referencia a mis pelos y al color de mis ojos. Son un poco rubios rojizos y azules, cada cual en su lugar. No me acuerdo como fue mi infancia; lo que sé es que la tuve feliz porque si no, la recordaría irremediablemente. Soy, sobre todo un artesano. Un artista, si así lo prefieres. En mi más temprana juventud, obraba con el metal, fabricaba cosas y a veces instrumentos, de estos que se usan para medir el cielo.
Quería a mi padre. A mi modo. A su modo de dejarse querer. Él siempre estaba de buen humor. Siempre, no. Ni siempre. Solo se enfurecía por nada. Si el problema era grande, mantenía la calma, absorto y pensativo pero si el problema era otro… Cuando se enfurecía, era por nada, por un nada de nada. Y nadie sabía el por qué. Mal genio, decían algunos. Mal tronco, árbol tuerto, decían otros. Caballo sin ley, potro desbocado sin regla. No duraban mucho estos despropósitos. Pero ¡cómo herían! Era como un vendaval de lluvia negra. Como un remolino en el Zocodover con un demonio montado en él, riéndose de nosotros: “¡upalala! que ahora es mi vez. Vengo poco pero vengo, aquí estoy y te doy”. Y el demonio cabalgaba por segundos, seguro de sí, la furia de mi padre. Entonces, de pronto, venía la bonanza, enseguida. Mi padre, avergonzado, miraba al suelo. Decía algunas cosas a sí mismo, se enrojecía, pedía perdón por la locura de cabrito que soñaba con lobos y sonreía, discreto. Las manos que subían y bajaban en su rostro con una barba canosa era la señal de que el teatrillo de feria ya se había terminado. Y volvíamos a nuestras faenas como quienes vuelven del mar: con recelo de regresar.