B REVE HISTORIA DE
LA I NQUISICIÓN
B REVE HISTORIA DE
LA I NQUISICIÓN
José Ignacio de la Torre Rodríguez
Colección: Breve Historia
www.brevehistoria.com
Título: Breve historia de la Inquisición
Autor: © José Ignacio de la Torre Rodríguez
Copyright de la presente edición: © 2014 Ediciones Nowtilus, S.L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid
www.nowtilus.com
Elaboración de textos: Santos Rodríguez
Revisión y Adaptación literaria: Teresa Escarpenter
Responsable editorial: Isabel López-Ayllón Martínez
Conversión a e-book: Paula García Arizcun
Diseño y realización de cubierta: Universo Cultura y Ocio
Imagen de portada: M ANZANO Y MEJORADA , Víctor. Una escena de la inquisición (1859). Museo Nacional del Prado, Madrid.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
ISBN edición impresa 978-84-9967-566-4
ISBN impresión bajo demanda 978-84-9967-567-1
ISBN edición digital 978-84-9967-568-8
Fecha de edición: Abril 2014
Depósito legal: M-6865-2014
A mis compañeros del CEHIPOT por su ayuda y
ánimos para la realización de este libro.
Índice
En el año 1054 se asiste al último de los múltiples desencuentros históricos entre el cristianismo romano y el bizantino. En ese año, un cisma dividirá a la cristiandad europea en dos corrientes que, si bien no van a ser antagónicas, sí van a crear modelos y liturgias propias que se mantienen hasta la actualidad. Europa, entendida ahora como la Europa occidental, la que depende de Roma, tampoco es a la altura del siglo XI una unidad religiosa. La diferente penetración del mensaje cristiano en las regiones europeas así como su asimilación por los distintos pueblos allí asentados van a crear modelos diferentes de entender el cristianismo.
La falta de homogeneidad a la hora de comprender el mensaje de Cristo provocará una fragmentación religiosa en un sinfín de corrientes, sectas y grupos que, desde Roma, el papado se veía impotente para controlar. En su ayuda acudirán los poderes señoriales que necesitaban del apoyo de la Iglesia para justificar su preeminencia social. Sin embargo, en algunos casos estos poderes civiles no sólo no se van a enfrentar a esas corrientes heterodoxas, sino que van a ser parte activa de las mismas creando un lugar seguro para su desarrollo, ajeno a la autoridad de la Iglesia oficial.
A principios del siglo XIII , la Iglesia de Roma decidirá finalmente poner freno al descontrol religioso desde una doble perspectiva. Por un lado apoyará una respuesta militar directa, mientras que al tiempo patrocinará la creación de una institución que se va a encargar de perseguir judicialmente sobre el terreno, y muy tenazmente, las desviaciones de la ortodoxia romana. Esta institución es la que llamamos Inquisición.
Pero ¿quién es hereje?, ¿cuál es la frontera entre la herejía y la ortodoxia? Si nos remontamos a los orígenes del cristianismo, encontramos que, por ejemplo, el Evangelio de San Mateo (7, 15) previene contra los falsos profetas «[...] que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces». En términos similares se expresa también el Evangelio de San Juan. En algunas de las cartas de los apóstoles, como la Primera Carta a los Corintios (1, 11-13; 11, 18-19), así como en la Carta a Tito (3, 10) o en Gálatas (6, 20), ya se nos habla de disensiones, grupos e incluso herejías (Corintios I, 11, 19) pero no precisan más sobre quién sobrepasa la frontera de la mera disensión. Otros textos de las cartas de los Apóstoles sí entran más en detalle, como la Segunda Epístola de San Pedro (2, 1-3):
[...] pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructivas, y hasta negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos una destrucción repentina. Y muchos seguirán sus lascivias y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado; y por avaricia os explotarán con palabras fingidas [...].
Siglos después, san Agustín de Hipona escribiría diversos tratados contra los herejes. Especialmente destacado es el texto conocido como Las Herejías, dedicado a Quodvultdeo , en el que cataloga hasta noventa y un tipos de herejía describiendo cada una de ellas someramente. También el gran enciclopedista medieval Isidoro de Sevilla en sus Etimologías (VIII, 3-5) define e intenta acotar el concepto de herejía dando al tiempo una nueva lista de herejías, que completa, en parte, la ya conocida de san Agustín. En plena Edad Media, el papa Gregorio VII, desde la ambigüedad de las palabras utilizadas, va a resolver esta disputa de forma clara: «Quod catholicus non habeatur, qui non concordat Romanae Ecclesiae» («que nadie sea llamado católico si no concuerda con la Iglesia romana»). Es decir, todo aquel que tenga opiniones diferentes a la oficial del papa será considerado no católico y por tanto entra dentro del colectivo que podemos denominar «hereje».
Con estas premisas como punto de partida, el presente libro intentará explicar las razones que llevaron a la Iglesia a crear la Inquisición y su evolución a lo largo del tiempo y de los países, con sus luces y sombras. Pero una organización no es nada sin el personal que la compone y son ellos quienes la van a dotar de su propia personalidad, a veces estricta, a veces más permisiva, pero siempre vigilante de la observancia católica más ortodoxa. Lo mismo podemos aplicar a los castigados, muchos de ellos acusados de crímenes contra la religión que en realidad escondían motivos mucho más prosaicos de enemistad con el poder civil gobernante. Estos perseguidos y estos servidores del Santo Oficio, víctimas y verdugos, son fundamentales para conocer lo que pasó y también serán algunos de ellos estudiados.
Sin embargo, cuando hablamos de Inquisición pensamos de forma casi automática en la Inquisición española como paradigma de la intolerancia y crueldad. También analizaremos de forma crítica qué hay de cierto en todo eso y hasta qué punto se envuelve en una propaganda contra la monarquía de Felipe II que se ha mantenido a lo largo de los siglos y que llega hasta nuestros días.
Otro de los capítulos destacados es el de la tortura. La tortura no es propia de la Inquisición, sino que es un procedimiento judicial típico del derecho civil. Es más, la Inquisición entendida como institución de la Iglesia católica va a mostrarse incluso en tiempos medievales reacia a su uso indiscriminado por diversos motivos que detallamos a lo largo del libro. Por ello cuando hablamos de tortura tenemos que pensar en primer lugar en que se trata de un procedimiento habitual en el derecho civil y es en este entorno donde surgen todos y cada uno de los instrumentos de tortura que conocemos. Sin embargo, y nuevamente de forma equivocada, razonamos que si la Inquisición usó la tortura, empleó los instrumentos refinados que se pueden ver en múltiples museos. En las páginas correspondientes se intenta dar respuesta a esta cuestión.
Al ser la Inquisición una institución de la Iglesia católica, este libro no es el lugar para tratar de la represión religiosa en los países donde a partir del siglo XVI triunfará la Reforma. La hubo y muy fuerte, miles de personas cayeron bajo el peso de la intolerancia religiosa en esos países del norte de Europa. En este libro tan sólo se analizará a modo de ejemplo el caso de las brujas, mujeres que fueron víctimas de una sociedad extremadamente crédula que veía en la acción del Maligno la culpa de todos sus males.
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