Operación Barbarroja. Estrategia y tácticas en el frente del Este, 1941.
Bryan Fugate
INTRODUCCIÓN.
CAPÍTULO I. LA PLANIFICACIÓN Y ESTRATEGIA DEFENSIVA SOVIÉTICA DE PREGUERRA.
CAPÍTULO II. LOS PLANES ALEMANES PARA LA INVASIÓN DE LA URSS.
CAPÍTULO III. LA CARRERA HACIA EL DNEPR.
CAPÍTULO IV. BATALLAS POR EL DNEPR SUPERIOR. CAPÍTULO V. LA PAUSA DEL GRUPO DE EJÉRCITOS CENTRO. CAPÍTULO VI. HITLER VERSUS LOS GENERALES.
CAPÍTULO VII. STALIN Y KIEV, HITLER Y MOSCÚ.
CAPÍTULO VIII. ESTRATEGIA Y TÁCTICAS: UNA REEVALUCIÓN. APÉNDICE A.
APÉNDICE B.
Operación Barbarroja. Estrategia y tácticas en el frente del Este, 1941.
de Bryan Fugate
INTRODUCCIÓN. Los Orígenes de la Doctrina Militar Rusa.
C
uando se considera los enormes cambios que han tenido lugar en la Unión Soviética en los sesenta y siete años desde la Revolución Bolchevique, parece difícil de creer ciertos fundamentos de su carácter como nación
han permanecido virtualmente inalterados. En contraste, los países democráticos occidentales y Japón han cambiado profundamente sus ideologías políticas y económicas durante este período. Piense en el punto de vista mundial de los Estados Unidos en la década de los 20, cuando nuestra política exterior aislacionista estaba afectada por muy pocos asuntos principales extranjeros, y luego mayormente en nuestro propio hemisferio. La notable consistencia de la política exterior soviética y la longevidad de las carreras de sus líderes han sido una gran fuente de poder para la URSS, hecho que ha sido reconocido en Occidente. Desde 1924, sólo ha habido cuatro líderes en la Unión Soviética frente a los once presidentes en los Estados Unidos. Con una excepción menor, los dirigentes del Partido Comunista Soviético han mantenido su poder durante un mínimo de diez años.
En el terreno de la doctrina militar, la Unión Soviética ha vacilado sólo temporalmente de su punto de vista básico mundial desde los primeros tiempos del imperialismo zarista. La preocupación principal no estaría con los detalles del desarrollo doctrinal o con las vidas de las variadas personas que han contribuido grandemente a su evolución (por ejemplo, Suvorov, Kutuzov, Trostsky, Frunze, Tukhachevski, Stalin, Zhukov, Sokolovsky, y más recientemente, Gorshkov). Más bien, será con aquellas características orgánicas que Rusia, el estado soviético y el sistema comunista han creado permitiendo un ambiente para que estos elementos doctrinales florezcan.
Tradicionalmente, la transformación de Rusia en una gran potencia europea y militar se dice que ocurrió durante el reinado de Pedro I el Grande (1682-1725). Ciertamente, sin embargo, hubo una historia de espíritu combativo y de coherencia doctrinal que data de mucho más atrás, a la época de la ocupación tártara y al surgimiento del Principado Moscovita. Estas luchas en la infancia de Rusia fueron, en la mayoría de los casos, absorbentes por naturaleza.
El impacto de la invasión tártara bajo Batu y Subudai a mediados del siglo XIII no pudo haber sido resistido por ninguna fuerza que la Rusia de Kiev pudiera reunir. La naturaleza de la ocupación tártara fue tal, sin embargo, que dio al pueblo ruso una oportunidad de sobrevivir como entidad separada; no fueron sumergidos e incorporados como una nación dentro del cuerpo de la Horda Dorada. Hubo dos razones principales para ello: los tártaros no trataron de trasladarse hacia los bosques y ciudades del norte, eligiendo en lugar de ello permanecer en el sur alimentando a sus rebaños en las ricas praderas, y los tártaros, nómadas por naturaleza, no desarrollaron una base productiva urbana, incluyendo la metalurgia y la producción de armas, que les permitiera mantener el ritmo con el avance tecnológico. Económicamente, los rusos fueron capaces de mantener un sistema aislado de los tártaros, quienes se contentaron meramente con implementar el pago de tributos. A largo plazo, la relación de fuerzas económicas y políticas fue tal que el dominio tártaro se “marchitaría”, lo cual sucedió, de hecho, durante el reinado de Iván III (1462-1505).
Desde el punto de vista militar, el pueblo ruso aprendió varias cosas de la ocupación tártara. La primera lección fue que tenían que ser erigidas barreras en el este y en el sur para evitar una repetición de estos acontecimientos. Inicialmente, esto fue hecho en el reinado de Iván IV (“El Terrible”, 1533-1584) conquistando centro del poder tártaro en Kazán y Astrakán y después erigiendo ciudades fortalezas como Orel para “la defensa de la isla” y contratando tropas cosacas como guardas mercenarios. La agresiva liquidación de la amenaza tártara y turca de Iván continuó bajo Pedro I y Catalina II (“La Grande”, 1762-1796). Otra lección que los rusos tuvieron que tomar fue la importancia de desarrollar una casta militar. Este proceso empezó primeramente durante el reinado de Iván III con la creación del sistema pomestie , por medio del cual mercedes en tierra podían ser obtenidas por los nobles del gobierno de Moscú sólo bajo la condición de que ayudaran a formar ejércitos y los pagaran. Este sistema de tenencia de tierra forzó a los nobles a mantener sujetos a los campesinos a la tierra tanto como fuera posible y a evitar que la abandonaran. Según un respetado historiador ruso, la extensión del sistema pomestie fue uno de los primeros factores en la extensión de la servidumbre a través de toda Rusia. El peligro de invasión y depredación exterior era mucho peor que el peligro de perder la libertad en un sistema agobiante de servidumbre que, de muchas formas, era más rudo que el tratamiento recibido por los esclavos negros en el sur de Estados Unidos. Es interesante especular cómo podría haber sido la historia de los Estados Unidos si los indios norteamericanos hubieran poseído grandes reservas de efectivos y hubieran actuado como una constante amenaza sobre nuestros grandes centros de población de la misma manera que los tártaros hicieron en Rusia. ¿Qué hubiera pasado si los indios hubieran vencido a las colonias en el siglo XVII y mantenido a los colonos europeos subyugados durante cientos de años? Pocas dudas hay de que nuestra nación se habría desarrollado de forma radicalmente diferente.
En Rusia, los vestigios de la servidumbre no fueron eliminados hasta 1917, pues la amenaza de los tártaros fue rápidamente reemplazada por la de otras potencias con intereses predatorios, particularmente en la rica y abundante región agrícola que había sustentado al antiguo estado de Kiev –Ucrania. La casta militar y el sistema financieroguerrero de la pomestie resultaron ser unos medios prácticos de repeler estas amenazas, ahora del oeste desde Polonia-Lituania y desde Suecia. El ascenso del Principado de Moscú, la neutralización de la amenaza turco-tártara, el fin de las pretensiones expansionistas de Polonia-Lituania y la institucionalización de la servidumbre y de la casta militar estaban todas lógicamente conectadas y formaron la base para la siguiente fase del desarrollo militar –la creación de un gran ejército permanente nacional y de una armada bajo Pedro el Grande y los otros Romanov.
Mucho ha sido escrito sobre las reformas militares de Pedro el Grande, por lo que no intentaremos aquí hacer un relato de sus logros en detalle. Es suficiente decir que tras la derrota del rey sueco Carlos XII en Poltava y el Tratado de Nystad en 1721, Rusia emergió como una gran potencia europea. Aunque Pedro había recabado sus ideas sobre la reforma militar de sus extensos viajes en el Oeste y de los numerosos consejeros militares occidentales importados a Rusia, como el holandés Franz Timmermann, el escocés Patrick Gordon, y el suizo Francois Lefort, entre otros, la forma del nuevo ejército y sus métodos de combate tenían algunas características excepcionalmente rusas.