Vitruvio, Bernini, Gaudí, Le Corbusier, Mies Van der Rohe… El Coliseo, El Escorial, San Pedro, La Sagrada Familia… Acérquese a la historia de la ingeniería y arte de construir edificios. Conozca a los más grandes arquitectos y sus edificios más emblemáticos. Desde Grecia y Roma, las grandes catedrales, la arquitectura civil y religiosa hasta la arquitectura de autor contemporánea. Conozca el arte y técnica de proyectar, diseñar y construir edificios, estructuras y espacios. Desde los primeros asentamientos del hombre primitivo, los primeros materiales y tecnologías para guarecerse y protegerse, hasta llegar a la actualidad en la que las construcciones muestran la individualidad genial del arquitecto director y creador. Breve historia de la Arquitectura le mostrará las diferentes técnicas constructivas y los materiales, cuya diversidad depende fundamentalmente del nivel tecnológico y las necesidades variables que la sociedad posea y requiera. Un lenguaje que comunica y mezcla factores sociales, políticos, religiosos, económicos, históricos, populares, etcétera. Teresa García Ventimilla, experta en el tema, con un estilo ameno pero riguroso le acercará a la buena arquitectura de todos los tiempos, haciendo hincapié en los conceptos, obras y arquitectos que le ayudará a establecer su propio sentido crítico.
Imagen de portada: Fotografía de la cúpula de Brunelleschi en la catedral de Santa Maria del Fiore de Florencia
Para José, mi apoyo incondicional.
Para Toni, para mi familia y los verdaderos amigos. Quiero hacer una mención especial a mi amiga Gloria Valbuena por ser y estar.
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La arquitectura como necesidad
El hombre primitivo necesitó comida y refugio. Tenía que sobrevivir y protegerse. En ambos casos, debía desarrollar una tecnología, utensilios y mejoras para mantener su supervivencia ante todas las adversidades.
Nuestros antepasados eran nómadas, es decir, perseguían animales para su sustento, y se los comían allí donde los cazaban. Además de la carne aprovechaban todo lo que el animal ofrecía: pieles, huesos, tripas, dientes, etc., para fabricar armas, pieles o cuerdas. Lo mismo ocurría con la pesca; esta forma de vida les hacía moverse constantemente para poder sobrevivir.
El descubrimiento del fuego supuso un gran cambio en sus hábitos, además de que su función utilitaria supuso también una gran evolución social y cultural. Se introdujeron cuestiones básicas como cocinar el alimento crudo, calentarse, ahuyentar a los depredadores, iluminar el espacio que les rodeaba, trabajar los materiales, agruparse, etc. Fueron unos revolucionarios.
Otro salto cultural lo produjo el descubrimiento de la agricultura, por lo que el hombre ya no tuvo la necesidad de vivir solo de la caza o la pesca y pudo asentarse. Estos asentamientos dependían de los tiempos de siembra y cosecha. El hombre primitivo pasará, entonces, de nómada a sedentario.
Hay que considerar que el hombre vivía en clanes o grupos, con el fin de mejorar su seguridad y establecer relaciones sociales, las cuales significaban también un intercambio de conocimiento o especialización. Los clanes se agrupaban inicialmente por familias en torno a un patriarca o una matriarca. Con el tiempo, estas familias se fueron haciendo más extensas, hasta generar aldeas y, más adelante, civilizaciones.
La necesidad de guarecerse del enemigo y del clima generó en el hombre primitivo nómada la necesidad de buscar un abrigo constante. Tal preocupación lo llevó a buscar una «vivienda» en los lugares que la naturaleza le ofrecía, como los árboles y las cuevas naturales de las montañas. Cualquier lugar que hubiera imaginado podría haber sido su hogar, siempre que fuera lo bastante estable como para permitirle pasar el tiempo que necesitara en él. Pero los refugios elegidos por excelencia fueron los abrigos rocosos y las cuevas. En cada zona geográfica se buscaba el abrigo natural, generalmente rocas calizas que, por efecto del agua, se habían ido disolviendo y habían generado cavidades subterráneas. Se aprendía de la naturaleza y se imitaba su funcionamiento. Por tanto, su elección dependería de factores medioambientales como el clima, las comunicaciones, o la existencia de agua y comida.
El mejor refugio eran los abrigos rocosos consistentes en un saliente como protección. Las piedras tienen gran inercia térmica, esto es, si las colocas al sol absorben todo el calor y por la noche desprenden al aire circundante el calor absorbido. Esto era muy agradable en invierno y sobre todo en los grandes períodos glaciales.
Si el refugio era una cueva, preferían la zona de la entrada, así que aprendieron a habitarlas. No tanto las profundidades, pues eran menos adecuadas. En estas zonas más profundas se producía el siguiente efecto físico: en verano, el aire caliente condensaba con las paredes interiores desprendiendo vapor de agua y en invierno el aire frío del exterior desprendía la humedad de las paredes, por lo que el lugar era poco agradable. Pero todo dependía del clima y del tamaño de la cueva.
Pero esto sucedía en el caso de que encontraran una cueva o abrigo y pudieran utilizarla. El hombre aprendía rápido y si no encontraba su cueva ideal se creaba su propio refugio con los materiales y recursos que encontraba en el lugar y la tecnología disponible: pieles, madera, piedra, tierra, huesos de animales, fibras, plantas, fuego, etc. Su vivienda era su segunda piel, era su protección y su forma de sobrevivir. Supieron enseguida que la lana y ciertas fibras protegían del frío o del calor a las personas. También que las pieles y cueros protegían de la lluvia al ser impermeables. Esta sabiduría se aplicó no solo a las personas sino también en los refugios que buscaban o realizaban.
Resuelto el problema principal, es decir, protegerse del exterior, mediante la cueva, abrigo o refugio, la vivienda comenzó a tener más funciones. Se convirtió en almacén de objetos y utensilios que eran necesarios para la vida cotidiana, así como en el lugar donde podían expresar sus ideas durante el tiempo que pasaban en ella.
Estas viviendas podían formar parte de la cueva o estar aisladas y tener un carácter de mayor temporalidad. Por eso, de estas nuevas manifestaciones arquitectónicas, no quedan muchos vestigios. No obstante, como las cuevas o refugios naturales eran más sólidos sí han llegado restos como pinturas (demostraciones artísticas de sus actividades diarias) que narran estas novedades.
Estos refugios temporales solían tener todos la misma estructura. Colocaban un palo alto como eje y luego se disponían los otros oblicuamente alrededor de este. Las formas podían ser persas: rectangular, cónica, circular, oval o cuadrada entre las más comunes. Luego se recubría con ramas, hojas, pieles, etcétera, para constituir el cerramiento. Sus características variaban por ejemplo en función de la situación geográfica, el clima, la temporalidad en el asentamiento y los materiales disponibles.
Si se analiza la génesis de la arquitectura primitiva, se observa que era antropomórfica, es decir, que estudiaba al hombre como modelo o idea para el uso de las proporciones, pero también era naturalista, es decir, los hombres tomaban lo que la naturaleza les ofrecía. A su vez, era una arquitectura abstracta, cuya forma primitiva se manifestaba con la caverna, la tienda de campaña y la cabaña. Pero hay que matizar que la arquitectura comenzó siendo una necesidad que desempeñaba una función y con el tiempo se fue convirtiendo en una expresión artística, que buscaba el ideal estético y de belleza. Por ejemplo, en las casas el fuego dejó de ser solo una necesidad, ya no cumplía solo una función, sino que también servía para organizar o jerarquizar un espacio con ciertas cualidades estéticas, como lo pueda ser también un claro en el bosque o, posteriormente, una plaza entre viviendas. Las formas geométricas que se usaban tenían un carácter centralizador y este deseo de centralidad conformó también la arquitectura. Todos estos conceptos son los que definieron la arquitectura de esta etapa.