Prólogo
I
Conocí a Luis Vaisman A. siendo su alumno en los cursos que entonces dictaba en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, en el periodo 1970-1973. Desde el primer día me impresionó y aprecié la calidad de sus clases. Dominaba una vastedad de conocimientos sobre historia y teoría de arquitectura, literatura, arte y filosofía que comunicaba con fluidez y amenidad fácilmente durante noventa minutos sin que volara una mosca. Sus cursos estaban habitualmente al tope y nunca dejaban de ser una concurrencia fiel y numerosa que atiborraba la sala. Una cualidad notable, especialmente en el contexto de las tecnologías para hacer clases aplicadas en la actualidad, era su explicación ininterrumpida, coherente y clara que envolvía y capturaba nuestra atención sin soltarla hasta el término de la sesión; rara vez –en los cursos de teoría– acompañada de imágenes. Pero lo que con el tiempo he valorado por sobre todas las cualidades que Vaisman tenía, es la marca indeleble que me dejó su formación humanista y el rol humanizante que le cabe al arquitecto y a la arquitectura en la sociedad. Cualquier contenido expuesto por él trascendía la mera fruición del erudito para llevar a quien lo escuchara ante la pregunta clave en la que se encontraba el nudo de la cuestión, situándonos en un punto desde donde era inevitable comprender críticamente lo que estaba en juego en los acontecimientos o ideas expuestas. Adquiría pleno sentido la necesidad de la historia y la teoría para la formación del arquitecto, aunque era evidente que este conocimiento no era del tipo productivo que hace del saber una herramienta que encuentra su directa aplicación en las tareas que generan, por ejemplo, el proyecto. En cambio, iba construyendo imperceptiblemente en el estudiante un acervo con el cual discernir la realidad cualquiera fuera la circunstancia en que se desenvolvieran los avatares de la profesión. Por todo esto, le estoy muy agradecido a Luis Vaisman y me siento muy afortunado de la oportunidad que ahora tengo de prologar su libro Hacia una teoría de la arquitectura: antropología arquitectónica, que sintetiza la que fue su enseñanza de teoría de la arquitectura y expone su tesis sobre la teoría y el origen de la arquitectura.
II
Luis Vaisman Abrahamson es arquitecto y licenciado en literatura. En 1954 dio su bachillerato, quedando aceptado en la carrera de Arquitectura, pero por razones de salud no pudo ingresar sino hasta 1955. En 1960 inició, simultáneamente, la práctica profesional y el seminario de investigación, última etapa antes de realizar el proyecto de título. El seminario de investigación fue un análisis crítico de las teorías sobre el gótico de Wilhelm Worringer (1881-1965) y Erwin Panofsky (1892-1968), un tema apasionante que le tomó dos años terminar, bajo la dirección de José Ricardo Morales.
La práctica profesional, en la perspectiva de los acontecimientos de los que aquí haremos mención, resultó ser un hecho gravitante en la historia académica de Luis Vaisman. Comenzó su realización en el Conservatorio de Música de la Universidad de Chile, que se encontraba en obra gruesa, pero –por alguna razón que desconozco– transfirió la continuación de la práctica profesional a la Facultad de Filosofía, en la sede de Macul, donde también se ejecutaban obras. En ese lugar, las aficiones literarias del promisorio arquitecto encontraron una fuerte tentación por las clases de literatura a las que comenzó a asistir furtivamente, soslayando las horas dedicadas a la práctica. En esa época, un egresado de la Universidad de Chile podía continuar estudios en otra carrera de la misma Universidad. Y eso fue lo que hizo Vaisman, estudiando Licenciatura en Literatura.
En 1963, en la Facultad de Filosofía, mientras cursaba sus estudios de literatura, le ofrecieron participar en la cátedra colegiada de Historia de la Cultura, que remplazaba un curso anterior sobre Sociología, a cargo de ocho profesores y un cupo de centenas de estudiantes, en la que dictó un curso sobre Historia de la Ciudad, dando un giro innovador al contenido. Fue en esas circunstancias que el decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Ventura Galván Ll. (1908-1991), teniendo tal vez noticias favorables de ese curso, lo invitó a hacer clases de Teoría de la Arquitectura en la Facultad, las que inició en 1964.
A partir de ese momento comenzó la indagación de los temas con que nutrió su enseñanza, que constituirá la base con que se redactó este libro. Luis Vaisman se incorpora como profesor de la Facultad siendo aún egresado de Arquitectura. Desde 1964 hasta 1969 investigó y estudió los temas que dieron vida a sus cursos de teoría de la arquitectura e introdujeron un vuelco al enfoque y a las materias que bajo ese nombre se enseñaban. Exceptuado José Ricardo Morales, que publicó Arquitectónica I (1966) y Arquitectónica II (1969), abordando en este último «la idea y el sentido de la arquitectura», sin haber hecho nunca clases sobre el tema, la enseñanza de la teoría de la arquitectura dominante tenía carácter preceptivo, normativo, histórico-estilístico o tipológico, muy lejos de la mirada que ofreció Vaisman, centrada en la pregunta por la índole de la arquitectura y el protagonismo que en ella tiene el habitante.
Durante los años 1969 a 1971 cuajó la investigación que hasta entonces se venía haciendo para construir el marco teórico de ese enfoque, y se planteó la idea de convertirla en la tesis con la cual postular al título de arquitecto, bajo la dirección de Edwin Haramoto N. (1932-2001); entonces se realizó la redacción y el diseño de la edición de los textos que constituyeron esa propuesta con el título Hacia una teoría de la arquitectura y que ahora se publica con el de Hacia una teoría de la arquitectura: antropología arquitectónica.
Dos motivos tuvo Vaisman para acelerar su decisión de titularse cuando transcurría el final de 1972. Su padre estaba enfermo y le había prometido obtener el título de arquitecto antes que falleciera, y la crisis política por la que atravesaba el país lo hacía presagiar que el gobierno del presidente Allende no terminaría su periodo. El 16 de enero de 1973 rindió el examen de la tesis de título, en febrero murió su padre y en septiembre se dio el golpe cívico-militar que derrocó a Allende.
El examen –cuenta Luis Vaisman– fue una hora y media de exposición sin interrupción de la que no se acuerda absolutamente nada; fue tan poderosa su concentración que se abstrajo de la sala y de todo lo que le rodeaba, volviendo a la situación cuando, habiendo terminado la presentación, los asistentes hicieron estallar un aplauso generoso de felicitación. El reconocimiento inmediato que tuvo la tesis por miembros del profesorado hizo que se contemplara la publicación como libro, quedando por ahora tres ejemplares de la edición realizada por el autor en la biblioteca de la Facultad.
Pero la intervención de la Universidad por la dictadura cambiaría drásticamente el futuro de esa publicación. Fue un funcionario del personal de servicio de la Facultad quien le hizo a Vaisman la advertencia: «Don Luis: están por hacer desaparecer sus libros… ¿me los robo?». De esta manera se conservaron los tres ejemplares que habían quedado depositados en la biblioteca, de los que Vaisman conservó dos: uno perdió no sabe dónde y el otro es el que sirvió para hacer la edición que ahora publica LOM ediciones; el tercero se lo regaló al arquitecto Boris Benado M., que fue su ayudante, y se encargó de difundir en fotocopias en la Escuela Nacional Superior de Arquitectura y del Paisaje, de Bordeaux, en Francia. Otras versiones, no siempre íntegras, se han conocido en la Universidad de Cuyo (Argentina) y en México.