Una visita a la historia de las palabras de nuestro idioma; un viaje inolvidable a través de los siglos y a lo largo de los cinco continentes, recorriendo épocas y culturas, y reviviendo antiguas leyendas en busca del origen de las palabras.
Obra imprescindible para quien da sus primeros pasos en el apasionante campo de la Etimología.
Ricardo Soca
La fascinante historia de las palabras
ePub r1.0
Titivillus 25.08.16
Título original: La fascinante historia de las palabras
Ricardo Soca, 2013
Retoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Notas
[0] Fernando A. Navarro (Salamanca) es médico, traductor médico y lexicógrafo. Es autor del Diccionario crítico inglés español de medicina (McGraw Hill) y de Palabras insólitas, Ediciones del Prado.
[1] Este texto se basa en los datos de un artículo publicado por el columnista de informática del diario brasileño O Globo, BPiropo, quien autorizó esta versión.
[2] Islote formado en el Pacífico por un celenterado llamado madrépora.
[3] Solís era oriundo de la ciudad andaluza de Lebrija, donde también nació su contemporáneo, el lingüista Antonio de Nebrija, quien se casó con su coterránea Isabel de Solís, posiblementre pariente del navegante.
[4] El rico patrimonio de los orientales, Montevideo.
[5] Leandro Carré Alvarellos: La Coruña: Roel, 1955.
[6] Alteración del orden de las letras de una palabra.
[7] Buenos Aires: Sudamericana, 1989.
[8] Cambio de lugar de un sonido en una palabra.
[9] Metátesis es la alteración del orden de una sílaba dentro de una palabra.
[10] Novo Dicionário Banto do Brasil, Rio de Janeiro: Pallas, 2003.
[11] Tres mil historias: Aguilar, 1999
[12] Madrid: Ediciones del Prado, 2002.
[13] Dios griego del vino, hijo de Zeus y Sémele.
[14] Dios del vino y las uvas, equivalente romano de Dionisio.
[15] Cuando decimos que las estrellas permanecen fijas nos referimos a su posición en la esfera celeste, pero cabe recordar que ésta tiene un movimiento aparente que corresponde a la rotación de la Tierra.
[16] Los latinos tenían la palabra templum para denominar lo que nosotros llamamos templo, en el sentido de un edificio destinado a adorar a un dios. Fanum era más bien un lugar sagrado, independientemente de que allí se hubiera construido o no un templo.
[17] Del latín syncopa. Figura de dicción que consiste en suprimir un sonido en medio de una palabra, como en navidad, por natividad.
[18] Búsqueda en Google sobre textos en español, hecha en julio de 2005.
A
Ábaco
Proviene del hebreo abaq «polvo», que los griegos tomaron como ábax para designar una tabla que estaba cubierta de polvo o de arena, de modo que se pudiera escribir sobre ella. La sociedad griega era rica en matemáticos, como Pitágoras o Thales de Mileto, quienes se valían del ábax para desarrollar y exponer sus conceptos, por lo cual la palabra fue adquiriendo el sentido de «tabla matemática» entre los helenos.
El vocablo pasó al latín como abacus. Consta que el poeta romano Persio (34-62 d. de C.) lo usó con el mismo significado que los griegos, aunque otros autores le dieron el sentido de «parte de una columna».
En la primera edición del diccionario de la Academia, se registra ábaco como término arquitectónico: «tabléro cuadrado debaxo del Cimácio del capitel Dórico», pero en 1786 esta voz aparece en el Diccionario castellano (1765-1783) , de Esteban de Terreros, para designar una «tabla» o «tabla de cálculo». La Academia sólo reconocería la acepción actual de ábaco, «tabla con cuentas para contar», a partir de la edición de 1884 de su diccionario.
Abadejo
En el Nuevo Testamento, la palabra ab —«padre» en arameo— aparece enfatizada con la grafía abbá y es utilizada como una exhortación al principio de la oración («Padre, Padre mío»); siempre va acompañada de su equivalente griego: «Abbá, Padre; aparta de mí este cáliz».
Así, el término abbá se convirtió para los católicos en una invocación al Dios Padre, mientras para los cristianos coptos y sirios, Abba es el título del patriarca de los obispos, una especie de papa. En la cábala, Abba es el principio original, simbolizado por la corona.
En los primeros siglos del cristianismo, Abba se tomó del Evangelio, con el significado de «padre», para formar la palabra abate en el latín eclesiástico de la Edad Media. Este término designaba a los religiosos responsables de un monasterio o abadía, por similitud al empleado para denominar a otros religiosos a los que se llamaba padre. Posteriormente, pasó al francés como abbé y al español como abad.
De esta última se derivó el nombre del pez de la familia del bacalao conocido como abadejo (Pollachius pollachius, el de Europa, y Theragra chalcogramma, el del Pacífico), aunque no se sabe con certeza cómo ocurrió esa derivación. Dicen que alguien (ciertamente muy imaginativo) habría visto en ese pez alguna semejanza con un pequeño sacerdote vestido con su sotana, y de allí el nombre abadejo, diminutivo de abad. Sin embargo, parece más verosímil la versión sostenida por Corominas, quien afirma que la acepción «pez» de abadejo debe de haber surgido como una variación de curadillo «bacalao seco», que se entendió como derivado de cura, en el sentido de «sacerdote», aunque en realidad provenía de cura, con el significado de «curar» o «preparar con sal».
Abandonar
En la lengua de los francos, bann significaba «poder», «jurisdicción» y dio lugar al verbo inglés to ban «proscribir», «impedir la entrada de alguien a un país», que llegó al portugués como banir, con el mismo sentido.
En francés surge el vocablo bandon «poder», «autoridad», del cual nace la expresión laisser à bandon «dejar en poder de», que más tarde originó el verbo abandonner, adoptado en español como abandonar.
Abeja
Proviene del latín apicula, diminutivo de apis o apes, que significaba, precisamente, abeja. Puede parecer curioso que el castellano haya tomado el diminutivo para denotar lo que en latín expresaba la misma palabra en sentido completo, pero es que apicula no quería decir solamente «abejita», sino que muchas veces se empleaba el diminutivo como variante afectiva de apis, que acabó por convertirse en sinónimo, como ocurrió con muchas otras palabras en latín.
La palabra apícola, adjetivo que significa «relativo a la apicultura», no proviene de apicula, sino de apis o apes y colere «cultivar».
Abigeato
Se llama así el robo de ganado. Abigeo es aquel que comete este delito. Ambas palabras provienen del latín abigere «robar ganado» y abigeator, -oris «ladrón de ganado». El vocablo latino se formó a partir del prefijo ab-, que denota lejanía, y de gere, con el sentido de «llevar», «conducir».
En español la palabra se usa desde el siglo XVII, lo que permite pensar que llegó al idioma por vía culta y no del latín peninsular. Uno de los más antiguos ejemplos aparece en este texto de 1798, de Juan Meléndez Valdés: