Para Uju Egonu.
Y para mi hermanita, Ogechukwu Ikemelu.
Con muchísimo amor.
Título original: Dear Ijeawele, or A Feminist Manifesto in Fifteen Suggestions
Chimamanda Ngozi Adichie, 2016
Traducción: Cruz Rodríguez Juiz
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
INTRODUCCIÓN
El feminismo empieza en la educación. Con su voz cálida y directa, Chimamanda Ngozi Adichie dirige esta emotiva carta a una joven madre que acaba de dar a luz. En sus quince consejos, reivindica la formación de nuestros hijos en la igualdad y el respeto, el amor por los orígenes y la cultura. Una invitación a rechazar estereotipos, a abrazar el fracaso y a luchar por una sociedad más justa. Una bella misiva con reflexiones tan honestas como necesarias que conquistará por igual a madres, padres, hijos e hijas.
Chimamanda Ngozi Adichie
Querida Ijeawele
Cómo educar en el feminismo
ePub r1.0
Titivillus 02.09.2017
Cuando, hace un par de años, una amiga de la infancia que se ha convertido en una mujer brillante, amable y fuerte me preguntó cómo criar a su hija para que fuera feminista, lo primero que pensé fue que no lo sabía.
Me pareció una tarea demasiado grande.
Pero yo había hablado públicamente de feminismo y quizá eso la indujo a suponerme una experta en la materia. A lo largo de los años también había ayudado a cuidar a los bebés de mis seres queridos; había trabajado de canguro y me había ocupado de mis sobrinos. Había observado y escuchado mucho y aún había pensado más.
Para responder a la petición de mi amiga decidí escribirle una carta, que confiaba fuera sincera y práctica al tiempo que sirviera también como una suerte de mapa de mi pensamiento feminista. Este libro es una versión de dicha carta, con algunos detalles modificados.
Ahora que también yo soy madre de una niña encantadora, me doy cuenta de lo fácil que es dar consejos sobre cómo criar a los hijos cuando no tienes que enfrentarte a la enorme complejidad que comporta.
No obstante, considero una urgencia moral mantener conversaciones sinceras acerca de educar de otro modo a los hijos, de crear un mundo más justo para hombre y mujeres.
Mi amiga me respondió que «intentaría» seguir mis sugerencias.
Y, al releerlas ya siendo madre, también yo estoy decidida a intentarlo.
QUERIDA IJEAWELE
Querida Ijeawele:
Qué alegría. Y qué nombres tan bonitos: Chizalum Adaora. Es preciosa. Solo tiene una semana de vida y el mundo ya le despierta la curiosidad. Qué cosa tan magnífica has hecho, traer al mundo a un ser humano. «Enhorabuena» se queda corto.
Tu nota me hizo llorar. Ya sabes que a veces me emociono como una tonta. Que sepas que me tomo tu encargo —cómo criar a una feminista— muy en serio. Y comprendo a lo que te refieres con no saber siempre cuál debería ser la respuesta feminista a determinadas situaciones. Para mí, el feminismo siempre es contextual. No tengo una norma grabada en piedra; lo más parecido a una fórmula que tengo son mis dos «Herramientas Feministas» y quisiera compartirlas contigo como punto de partida.
La primera es tu premisa, la creencia firme e inflexible de la que partes. ¿Cuál es tu premisa? Tu premisa feminista debería ser: Yo importo. Importo igual. No «en caso de». No «siempre y cuando». Importo equitativamente. Punto.
La segunda herramienta es una pregunta: ¿Puedes invertir X y obtener los mismos resultados?
Por ejemplo: mucha gente cree que la respuesta feminista de una mujer a la infidelidad del marido debería ser dejarlo. Pero yo creo que quedarse también puede ser una elección feminista, depende del contexto. Si Chudi se acuesta con otra y lo perdonas, ¿ocurriría lo mismo si tú te acostaras con otro? Si la respuesta es sí entonces la decisión de perdonarlo puede ser feminista porque no viene moldeada por una desigualdad de género. Tristemente, la realidad en la mayoría de los matrimonios es que la respuesta a esa pregunta a menudo sería negativa, y por razones basadas en el género: esa idea de que «los hombres siempre serán hombres», que implica un nivel de exigencia mucho menor para ellos.
Se me ocurren algunas sugerencias para educar a Chizalum. Pero recuerda que puedes hacer todo lo que propongo y que, aun así, no salga como esperabas porque a veces la vida tiene esas cosas. Lo importante es que lo intentes. Y que siempre confíes en tus instintos, por encima de todo, porque te guiará el amor a tu hija.
Estas son mis sugerencias:
PRIMERA SUGERENCIA
Sé una persona plena. La maternidad es un don maravilloso, pero no te definas únicamente por ella. Sé una persona plena. Beneficiará a tu hija. Marlene Sanders, pionera periodista estadounidense (y madre de un niño) que fue la primera mujer en informar desde Vietnam durante la guerra, una vez aconsejó lo siguiente a otra periodista más joven: «Nunca te disculpes por trabajar. Te gusta lo que haces, y que te guste lo que haces es un regalo fantástico para tus hijos».
Me parece un consejo sabio y conmovedor. Ni siquiera tiene que gustarte tu trabajo, basta con que te guste lo que el trabajo hace por ti: la confianza y plenitud que se derivan de trabajar y ganarse la vida.
No me sorprende que tu cuñada opine que deberías ser una madre «tradicional» y quedarte en casa, que Chudi puede permitirse renunciar a una familia con «ingresos dobles».
La gente elige selectivamente la «tradición» para justificar cualquier cosa. Dile que una familia con dobles ingresos corresponde a la auténtica tradición igbo porque antes del colonialismo británico las madres no solo cultivaban la tierra y comerciaban, sino que en algunas zonas de Igboland el comercio era tarea exclusiva de las mujeres. Tu cuñada ya lo sabría si leer no fuera para ella una empresa tan ajena. Bueno, ha sido un comentario mordaz para animarte. Sé que estás molesta —y con razón— pero en realidad es mejor no hacerle caso. Todo el mundo tendrá una opinión de lo que deberías hacer, pero lo importante es lo que tú quieras y no lo que los demás quieran que quieras. Rechaza, por favor, la idea de que maternidad y trabajo se excluyen mutuamente.
Nuestras madres trabajaban a jornada completa cuando éramos niñas y hemos salido bien, al menos tú, en mi caso el jurado aún delibera.
Durante estas primeras semanas de maternidad, trátate con indulgencia. Pide ayuda. Espera recibirla. No existen las superwomen. La crianza es cuestión de práctica… y amor. (Desearía que «criar» no se hubiera convertido en un verbo, porque lo considero la raíz de ese fenómeno global de clase media que hace de la «crianza» una travesía inquietante, interminable, cargada de culpa).
Concédete espacio para fracasar. Una madre novata no tiene necesariamente que saber cómo calmar a un niño que llora. No des por hecho que deberías saberlo todo. Lee libros, consulta internet, pregunta a padres mayores o simplemente aplica el sistema de prueba y error. Pero, por encima de todo, céntrate en seguir siendo una persona plena. Tómate tiempo para ti. Cultiva tus propias necesidades.
Por favor, no pienses que se trata de «hacerlo todo». Nuestra cultura aplaude la idea de las mujeres que «pueden con todo», pero no se cuestiona la premisa del elogio. No me interesa discutir de mujeres «que lo hacen todo» porque es una discusión que da por sentado que las tareas domésticas y los cuidados son ámbitos particularmente femeninos, una idea que rechazo enérgicamente. Las tareas domésticas y los cuidados debieran ser neutros desde el punto de vista del género y deberíamos preguntarnos no si una mujer «puede con todo», sino cómo ayudar a los progenitores en sus deberes comunes en la casa y el trabajo.