Los tres siglos transcurridos entre la muerte de Alejandro Magno y la batalla de Actium forman uno de los periodos de mayor esplendor político, intelectual y artístico de la antigüedad. Mientras la civilización griega se extendía por Oriente, la literatura, la filosofía, la ciencia y las artes plásticas helénicas se beneficiaban de esos fructíferos contactos con los pueblos asiáticos y africanos, y tras la conquista de Grecia por Roma, esa fusión de corrientes culturales penetraría profundamente en el Mediterráneo occidental. Durante esta larga etapa, sin embargo, los pensadores estoicos, epicúreos y escépticos dominaron el panorama intelectual y la filosofía continuó siendo una actividad predominantemente griega. Desgraciadamente, y a diferencia del legado clásico parcialmente salvado para la posteridad, hasta nosotros no han llegado sino las grandes líneas de las doctrinas epicúrea y estoica y la transmisión a través de fuentes secundarias del pensamiento escéptico. ANTHONY A. LONG expone en este iluminador ensayo tanto los rasgos originales de LA FILOSOFIA HELENISTICA como sus elementos de continuidad con la tradición de Platón y Aristóteles.
Anthony A. Long
La filosofía helenística
ePub r1.0
Titivillus 23.10.14
Título original: Hellenistic Philosophy
Anthony A. Long, 1974
Traducción: P. Jordán de Urries
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Notas
[1] (Dichos extractos, que van con tipo de letra menor, han sido traducidos al castellano directamente del griego o latín, teniendo siempre a la vista la versión inglesa. N. del T.)
[1] E. Bevan, Stoics and Sceptics (Oxford, 1913), p. 32. Contrasta con esta clase de explicación la referencia de L, Edelstein a «una nueva conciencia del poder del hombre que surgió en el siglo cuarto, la creencia en la deificación del ser humano», que según él influyó en el estoicismo y en el epicureísmo. The Meaning of Stoicism (Cambridge, Mass., 1966, p. 13).
[2] Cf. Harold Cherniss, The Riddle of The Early Academy (Berkeley and Los Angeles, 1945), pp. 61-72.
[3] Cf. Chemiss, op. cit., p. 33.
[4] Para una detallada información sobre los socráticos menores, cf. W. K. C. Guthrie, A History of Greek Philosophy, vol. III (Cambridge, 1969).
[5] Se conoce poco acerca de los filósofos peripatéticos en esa época. Su actividad parece haberse centrado ampliamente en la retórica, la biografía y en obras de divulgación moral. Teofrasto escribió sobre temas tales como el matrimonio, la piedad y la embriaguez. Para los testimonios antiguos, ver F. Wehrli, Die Schule des Aristoteles (Basel, 1944-…), una serie de volúmenes sobre filósofos particulares.
Capítulo 1
INTRODUCCIÓN
Las etapas importantes en la historia de la filosofía rara vez son identificables con la misma precisión que los sucesos políticos, mas existen buenas razones para agrupar bajo una sola denominación las nuevas evoluciones del pensamiento, desarrolladas en el mundo griego a fines del siglo IV a. de C. helenístico es un término que hace referencia a la civilización griega, y más tarde, a la grecorromana, en el período que comienza con la muerte de Alejandro Magno (323 a. de C.) y finaliza, convencionalmente, con la victoria de Octavio sobre Marco Antonio en la batalla de Actium el año 31 a. de C. Durante esos tres siglos no es el platonismo, ni tampoco la tradición peripatética fundada por Aristóteles, quien ocupa el lugar central en la filosofía antigua, sino que lo hicieron el estoicismo, el escepticismo y el epicureísmo, todos los cuales eran desarrollos post-aristotélicos. Son éstos los movimientos intelectuales que definen las líneas esenciales de la filosofía en el mundo helenístico, y «Filosofía helenística» es la expresión que utilizaremos en este libro para referirnos a ellos colectivamente. Su influencia continuó en el Imperio romano y tiempos posteriores, mas en el siglo I a. de C. comenzó un largo renacimiento del platonismo, y volvió a despertarse el interés por los escritos técnicos de Aristóteles. El tratamiento pormenorizado de la filosofía helenística llega a su término en este libro con dichos movimientos. Ambos son, conjuntamente, causa y síntoma de una etapa ecléctica en el pensamiento griego y romano, durante la cual los sistemas helenísticos se convirtieron para el historiador de la filosofía en algo de importancia secundaria.
En este capítulo introductorio nuestro interés se centra, fundamentalmente, en los comienzos de la filosofía helenística, y es útil dirigir inicialmente una mirada a las circunstancias sociales y políticas que constituyeron el trasfondo de la vida intelectual en ese período. El imperio oriental de Alejandro se desintegró en las guerras y contiendas dinásticas que siguieron a su muerte prematura. Mas él preparó el terreno para una expansión sin paralelo de la cultura griega. Alejandría en Egipto y Antioquía en Siria eran fundaciones griegas, capitales, de los reinos ptolemaico y seleucida respectivamente protegidas por dos generales de Alejandro. Los soldados, funcionarios administrativos y negociantes que se asentaban en Asia y Egipto, trasplantaron las instituciones sociales de la Grecia continental. Una cultura común, modificada por diferentes influencias en lugares distintos y, sobre todo, un lenguaje común (la koinê), les daba un sentido de unidad. Alejandría, bajo los ptolomeos, se convirtió en nuevo centro de las artes y las ciencias, con tal poder para atraer a eminentes hombres de letras y estudiosos, que eclipsó a Atenas en la diversidad de su cultura. Atenas conservó su preeminencia en filosofía. Mas Antioquía, Pérgamo y Esmirna fueron otras ciudades florecientes, cuyos gobernantes competían entre sí en el patronazgo de poetas, filósofos, historiadores y científicos.
Fue, a lo largo de unos cien años, una época de notables logros intelectuales. A la extensión del horizonte social y político de la Grecia clásica acompañaba una ampliación del interés por temas tales como la historia y la geografía. Se hicieron grandes progresos en filología astronomía y fisiología. El estudiar penetraba también la literatura, y la mayoría de las figuras literarias notables eran hombres de estudio. Una de las consecuencias de esta actividad erudita fue una más escrupulosa delimitación de temas fronterizos. Aristóteles y su inmediatos seguidores acogieron un muy amplio rango de temas bajo la denominación de «filosofía», incluyendo estudios que nosotros designaríamos como científicos o literarios o históricos. El alcance de la filosofía helenística es mucho más limitado en su conjunto. Estratón de Lámpsaco (muerto en 270-68), uno de los sucesores de Aristóteles, fue un filósofo cuyos intereses primarios pueden calificarse de científicos. Muy posteriormente, el estoico Posidonio (muerto en 51-50), hizo sostenidos esfuerzos por asociar la filosofía con la historia, la geografía, la astronomía y las matemáticas. Mas esas son excepciones. Las ciencias particulares fueron intensamente estudiadas en nuestro período, mas no primariamente por figuras directivas de las escuelas filosóficas helenísticas. En sus manos la filosofía vino a adquirir alguna de sus connotaciones modernas, trazando una división entre la lógica, la ética y la investigación general de la «naturaleza». Esta distinción entre filosofía y ciencia resultaba subrayada tanto por el lugar como por el tiempo. Las figuras principales de la filosofía helenística antigua —Epicuro, Zenón, Árcesilao y Crisipo— emigraron todas a Atenas desde otra región. Aquellas que se destacaron por sus logros científicos —Arquímedes, Aristarco el astrónomo y los científicos médicos Herófilo y Erasístrato, que sepamos, no se hallaban fuertemente vinculadas con Atenas.