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SINOPSIS
En la nochevieja de 1999, millones de personas se preocupaban por un colapso digital internacional, un cambio que hiciera del inicio del siglo XXI el fin del mundo, o al menos, del mundo como lo conocíamos. Pero nada pasó.
Fue hacia finales de la primera década de los 2000 que la fractura llegó. La caída de Lehman Brothers y el consecuente colapso financiero en 2008 produjo una crisis económica mundial que junto con la aparición de nuevas tecnologías y la fuerte irrupción de las redes sociales han transformado radicalmente el mundo en tan sólo diez años.
En España, el colapso del sistema financiero e inmobiliario occidental, generó una gran crisis económica y, consecuentemente, una profunda transformación política mediante acontecimientos como el movimiento del 15M, la irrupción de nuevos partidos políticos, el fin del bipartidismo o el auge del desafío soberanista y el Procés. Este libro analiza los profundos cambios acontecidos en la política y la sociedad española durante la última década y se plantea: ¿qué sucederá ahora?
Del 15M al Procés:
la gran transformación
de la política española
Podemos, Ciudadanos, el desafío soberanista y el fin del bipartidismo
ÓSCAR LÓPEZ
A Jimena y Helena
Introducción
Será un arco político a la italiana, pero nos faltarán italianos para gestionarlo.
F ELIPE G ONZÁLEZ , mayo de 2015
La Constitución Española cumple cuarenta años en 2018. A lo largo de cuatro décadas, España ha contado con un sistema político que consolidó su democracia, la llevó a formar parte de la Unión Europea, extendió su modelo social y modernizó su economía e infraestructuras, pero también sus usos y costumbres, homologándose así en todos los sentidos a sus socios europeos. Sin embargo, algo muy profundo se quebró tras la crisis del año 2008. Dicha quiebra tuvo su expresión en el movimiento denominado 15M y se plasmó en las urnas en el ciclo electoral que se inició en el año 2014 con la aparición de los nuevos partidos. El fracasado Procés independentista de Cataluña que tuvo lugar en 2017 no fue ajeno a dicha ruptura. Hoy, España es muy diferente a la de la Transición y vivimos un momento de incertidumbre ante el próximo ciclo electoral que dibujará el país que habrá de surgir tras una crisis tan larga como profunda que ha sacudido los cimientos del modelo español.
La economía, la sociedad y la política poscrisis se están gestando en estos momentos y parece oportuno analizar los cambios vividos a lo largo de esta vertiginosa década para extraer consecuencias y poder acertar de cara al futuro inmediato.
Hoy, al Partido Popular le gustaría que España se pareciera a Alemania y se fraguara una gran coalición de gobierno. Los socialistas miran a Portugal, donde el Partido Socialista se recuperó de la crisis y retornó al gobierno. Podemos sueña con una España a la griega, donde Syriza desbancó a los dos grandes partidos tradicionales con un discurso similar al de la formación morada en España. Ciudadanos trata de emular a Macron, quien se ha hecho con el gobierno de Francia a través de una formación liberal ex novo. Pero lo cierto es que España sufre el riesgo de «italianizarse sin italianos», como afirmó Felipe González.
Ésta es la situación política de un país cuyas estructuras creadas en la Transición y consolidadas a lo largo de treinta años de democracia temblaron con la crisis y la aparición del 15M. Un ciclo político novedoso y rupturista que nace a partir del colapso financiero de 2008, se manifiesta en las movilizaciones del 15 de marzo de 2011, se plasma en las instituciones a partir de las elecciones europeas de 2014 y tiene su máxima expresión en las elecciones generales de 2015 y 2016, así como en el Procés independentista de Cataluña y en las elecciones autonómicas de 2017 en dicho territorio.
No hay elecciones apuntadas en el calendario español en 2018, pero en 2019 la mayoría de los españoles votarán en tres urnas el mismo día al coincidir europeas, municipales y autonómicas (en la mayoría de territorios). Serán la antesala de unas elecciones generales en 2020 (si no hay adelanto), que servirán para saber cómo evoluciona el sistema con cuatro grandes partidos nacionales o si España vuelve a un sistema más tradicional como ha ocurrido en el Reino Unido, donde los británicos se deshicieron de la UKIP tras desahogarse con el brexit.
Lo cierto es que vivimos ese momento de la historia en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Vivimos en una España donde la economía vuelve al crecimiento pero la política se ha estancado.
De ahí que las preguntas resulten apasionantes:
• ¿Será capaz lo nuevo de acabar con lo viejo?
• ¿Será capaz lo viejo de reinventarse y dejar fuera de juego a lo nuevo?
• ¿Habrá envejecido lo nuevo tanto que ya será viejo?
Lo cierto es que los últimos diez años han cambiado el mundo, y España no ha sido ajena a esa transformación con sus particularidades. Tuve la oportunidad de vivir dicha transformación en primera persona, primero como secretario de organización del PSOE con Alfredo Pérez Rubalcaba entre el año 2012 y el 2014, y coordinador de la campaña del PSOE en las elecciones al Parlamento Europeo del año 2014; y luego como responsable de la estrategia del PSOE en el Comité Electoral para las elecciones de 2015 y 2016 con Pedro Sánchez como candidato. El Partido Socialista fue el mayor perjudicado entre todos los partidos por la transformación política vivida en España después del 15M y fue consciente de ello en todo momento; bastaba con analizar los estudios y sondeos que venían reflejando perfectamente la magnitud del «tsunami» que se avecinaba.
El 25 de mayo de 2014 se celebraron elecciones al Parlamento Europeo. Era la primera vez que se presentaba un nuevo partido político llamado Podemos, y alcanzó un inesperado 7,97 por ciento del voto, obteniendo cinco escaños y más de un millón doscientos mil votos que lo convirtieron, de facto, en la cuarta fuerza política de España.
Dos años más tarde, en junio de 2016, dicha formación obtuvo un espectacular 20,66 por ciento de voto, quedando del PSOE a tan sólo 1,4 puntos y a menos de 400.000 votos. Los más de cinco millones de papeletas obtenidas le valieron 69 escaños frente a los 90 del PSOE, convirtiéndose en la tercera fuerza política del país.
Otro «partido nuevo» llamado Ciudadanos se situó en la cuarta posición alcanzando 40 escaños. El Parlamento español pasó entonces de ser un bimotor a ser un cuatrimotor sin que nadie tuviera las instrucciones de vuelo para el nuevo instrumento.
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