QUENTIN SKINNER, profesor de ciencia política, de 1979 a 1996, y de historia,
de 1996 a 2008, en la Universidad de Cambridge, también ha sido profesor
visitante en universidades de Australia, Bélgica, Francia y Estados Unidos. Es
miembro de la British Academy y de la Royal Historical Society. Se ha interesado
en la historia del pensamiento moderno en Europa, particularmente en la cultura
retórica del Renacimiento, en la filosofía de Thomas Hobbes y en temas
filosóficos como el concepto de libertad política y el carácter del Estado. Su obra,
que consta de más de 20 libros, le ha valido la obtención de grados honorarios
en importantes universidades y de reconocimientos como el Wolfson History Prize
(1979), el Balzan Prize (2006) y el Bielefelder Wissenschaftspreis (2008).
SECCIÓN DE OBRAS DE POLÍTICA Y DERECHO
LOS FUNDAMENTOS DEL PENSAMIENTO
POLÍTICO MODERNO
I
Traducción de
JUAN JOSÉ UTRILLA
QUENTIN SKINNER
Los fundamentos del pensamiento político
moderno
I
EL RENACIMIENTO
Primera edición en inglés, 1978
Primera edición en español, 1985
Segunda reimpresión, 2013
Primera edición electrónica, 2014
©1978, Cambridge University Press, Cambridge
Título original: The Foundations of Modern Political Thought. The Renaissance
D. R. © 1985, Fondo de Cultura Económica
Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.
Empresa certificada ISO 9001:2008
Comentarios:
Tel. (55) 5227-4672
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.
ISBN 978-607-16-1916-7 (mobi)
Hecho en México - Made in Mexico
PRÓLOGO
En este libro me he propuesto tres objetivos importantes. El primero es, simplemente,
ofrecer un esbozo de los principales textos del pensamiento político de la Baja Edad
Media y los comienzos de la Edad Moderna. Analizo, por turnos, los principales escritos
políticos de Dante, Marsilio de Padua, Maquiavelo, Guicciardini, Erasmo y Tomás Moro,
Lutero, Calvino y sus discípulos, Vitoria y Suárez, y los teóricos constitucionalistas
franceses, incluyendo a Beza, Hotman, Mornay y especialmente Bodino. Creo yo que
semejante estudio de la transición de la teoría política medieval a la moderna no se ha
intentado desde la publicación de L’essor de la philosophie politique au XVIe siècle, del
profesor Pierre Mesnard. Desde luego, el estudio del profesor Mesnard es ya clásico, y
no tengo esperanzas de emular ni su gama ni la profundidad de su pensamiento. Sin
embargo, han transcurrido más de cuarenta años desde que apareció su libro, y desde
entonces se ha realizado cierto número de importantes avances en la materia. Han
aparecido muchas ediciones nuevas, que a menudo muestran importantes
descubrimientos. Y ha crecido una gran bibliografía secundaria, añadiendo mucha
información nueva así como desafiando muchas opiniones recibidas acerca de los textos
fundamentales. Por estas razones, me ha parecido digna de emprenderse la tarea de
aportar un estudio más actualizado del mismo periodo, tomando en cuenta —hasta donde
fue posible— los descubrimientos más significativos de la investigación reciente.
Mi segundo objetivo ha sido emplear los textos de la teoría política de la Baja Edad
Media y principios de la Época Moderna, con el objeto de iluminar un tema histórico más
general. Espero indicar parte del proceso por el cual llegó a formarse el concepto
moderno del Estado. Mencionar esta vasta ambición es, al mismo tiempo, explicar los
límites cronológicos de este libro. Empiezo a finales del siglo XIII, y llevo la historia hasta
el final del XVI, porque fue durante este periodo —como espero mostrarlo— cuando
gradualmente fueron adquiriéndose los elementos principales de un reconocible concepto
moderno del Estado. El cambio decisivo fue de la idea de que el gobernante
“conservaba su estado” —donde esto simplemente significaba sostener su propia
posición— a la idea de que existe un orden separado y constitucional, el del Estado, que
el gobernante tiene el deber de mantener. Un efecto de esta transformación fue que el
poder del Estado, no del gobernante, llegó a ser considerado como base del gobierno. Y
esto a su vez capacitó al Estado a ser conceptualizado en términos distintamente
modernos: como única fuente de ley y fuerza legítima dentro de su propio territorio, y
como único objeto apropiado de las lealtades de sus ciudadanos.
Después de considerar los desarrollos históricos que promovieron este cambio
conceptual, me vuelvo brevemente en la Conclusión, de la historia a la semántica
histórica, del concepto del Estado a la palabra “Estado”. La señal más clara de que una
sociedad ha entrado en posesión semiconsciente de un nuevo concepto es, en mi opinión,
que llega a generarse un nuevo vocabulario, en cuyos términos queda entonces articulado
y discutido el concepto. Así pues, acepto como confirmación decisiva de mi tesis central
el que, a finales del siglo XVI, al menos en Inglaterra y Francia, encontramos que las
palabras “Estado” y “l’État” empiezan a ser utilizadas por vez primera en su sentido
moderno.
Mi tercera finalidad consiste en ejemplificar una manera particular de enfocar el
estudio y la interpretación de los textos históricos. Ya he elucidado este enfoque en una
serie de artículos publicados en los últimos doce años, y no me parece apropiado repetir
aquí sus argumentos. Sea como fuere, espero que, si mi método tiene algunos méritos,
éstos surjan conforme trate yo de aplicar mis propios preceptos en el cuerpo de este
libro. Sin embargo, acaso valga la pena indicar muy brevemente lo que está en juego,
comparando mi enfoque con el método más tradicional de estudiar la historia de las ideas
políticas, método empleado, por ejemplo, por el profesor Mesnard. Éste trata el tema
esencialmente como una historia de los llamados “textos clásicos”, con capítulos
sucesivos sobre las principales obras de Maquiavelo, Erasmo, Lutero, Calvino y las otras
grandes figuras. Por contraste, yo he tratado de no concentrarme tan exclusivamente en
los principales teóricos y en cambio he enfocado la matriz social e intelectual, más
general, a partir de la cual surgieron las obras de aquéllos. Comienzo analizando las
características que me parecen más pertinentes de la sociedad en la cual y para la cual
escribieron originalmente. Pues considero que la propia vida política plantea los
principales problemas al teórico de la política, al hacer que cierta gama de asuntos
parezcan problemáticos, y que una correspondiente gama de cuestiones se conviertan en
los principales temas del debate. Sin embargo, esto no es decir que estoy tratando estas
superestructuras ideológicas como resultado directo de su base social. No menos esencial
Página siguiente