Max Weber en Iberoamérica Sección de Obras de Sociología Max Weber en Iberoamérica Nuevas interpretaciones, estudios empíricos y recepción Álvaro Morcillo Laiz Eduardo Weisz (Editores) CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y DOCENCIA ECONÓMICAS FONDO DE CULTURA ECONÓMICA Primera edición, 2016 Primera edición electrónica, 2016 Diseño de forro: Paola Álvarez Baldit D. R. © 2016, Centro de Investigación y Docencia Económicas, A. C. Carretera México-Toluca, 3655, 01210 México, D. D. R. © 2016, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México Comentarios: Tel. (55) 5227-4672 Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. (55) 5227-4672 Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio.
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En estas religiones, en general, el conjunto de todos los laicos carecía por completo del carácter de comunidad. Pequeños restos de derechos comunales se han conservado en algunas iglesias cristianas orientales y también se encontraban en el Occidente católico y en el luteranismo. Economía y sociedaPrefacio LUIS F. AGUILAR VILLANUEVA Instituto de Investigación en Gobierno y Política Pública, Universidad de Guadalajara, México Son inmortales los creadores de conocimiento, filósofos, científicos, hombres de letras, historiadores, que han producido conceptos, lenguajes, métodos, teoremas, conjeturas causales, modos de entender el conocimiento que, no obstante el paso del tiempo, permanecen actuales, significativos, inspiradores, como faros y puntos cardinales que nos ayudan a aclarar nuestras preguntas y exploraciones, a plantear con mayor agudeza nuestros problemas de conocimiento, a liberarnos de nuestros lugares comunes, prejuicios, dogmas y, con frecuencia, después de distracciones, pasatiempos y atajos inconducentes, a retomar el camino del conocimiento, a revalorar su significación y productividad y, más a fondo, a revalorar su ética distintiva de la autocrítica, la veracidad, el rigor argumentativo, el sometimiento a los controles del diálogo y la validación empírica. Weber es un pensador inmortal porque somos numerosos los que desde el siglo pasado nos hemos acercado a su obra con diversas preguntas, diversos motivos y objetivos (cognoscitivos o no), diversas expectativas y porque el recorrido intelectual que hemos hecho bajo su guía, que es largo, fatigoso, severo, con ires y venires, frecuentemente frustrante, nos ha llevado a encontrar respuestas a nuestras preguntas, jamás La Respuesta. Mejor dicho, nos ha enseñado a construir las respuestas que buscamos y trabajamos.
A diferencia de muchos otros autores considerados grandes, el camino por donde nos lleva Weber jamás llega a una estación final, a un puerto, a un teorema o una recomendación de certidumbre total y encantadora. Weber ofrece un camino para pensar la historia, la economía, la política, la sociedad, la religión, no un punto de llegada cognoscitivo, ético, político, un sistema económico sin fallas, una tabla de valores absolutos. Nos ofrece un lenguaje, una gramática para hablar con sentido y rigor acerca del mundo social, no el libro donde podemos saber todo lo que es, ha sido y será la sociedad humana. Pienso (acaso debatiblemente) que Weber no nos ofrece una teoría sociológica, sino un dispositivo conceptual y metodológico para producir teoría social, explicar y comprender hechos y ordenamientos sociales específicos, empíricos, con lugares y fechas. Como buen neokantiano, Weber tiene más interés y cuidado en definir cuál es el conocimiento posible de la sociedad y con cuáles categorías y procedimientos es posible alcanzarlo que en pretender captar la esencia interior, la dinámica y el destino del abigarrado mundo humano, sacudido por contingencias sin fin, no sólo imprevisibles sino catastróficas también. No hay en Weber Gran Teoría, holística, monumental, hay instrumentos para teorías explicativas específicas, históricas o sociológicas.
Fiel a la herencia del pensamiento moderno alemán es consciente de los límites de la razón. El conocimiento es limitado, limitada es la ciencia social, con el añadido de que los límites son superables. Su ordenado sistema de «conceptos fundamentales», de «categorías» abstractas, elaboradas como «tipos ideales» de la realidad, hace posible el conocimiento de la realidad concreta, hace posible que nos acerquemos a la realidad factual que tiene una configuración definida, delimitada, y construyamos a contraluz del concepto lógicamente perfecto su concepto específico o particular, la describamos, comprendamos y expliquemos tal cual es, en un tiempo y lugar precisos. Nos ofrece un sistema de conocimiento abstracto para nuestra tarea de construir conocimiento concreto y, por ende, nos ofrece un sistema de conocimiento abierto, como hoy solemos decir. La inmortalidad de Weber, su trascendencia, su vigencia, se debe a su «desencantamiento del mundo», que estructura su modo de pensar y vivir y que, fuera de metáfora, significa su convicción en los límites de la razón y de la producción humana que, aun si superables, jamás podrán suprimirse. No hay un diseño racional y providente que la historia social expresa, ejecuta y comprueba.
Sabe y acepta los límites de su producción teórica. Por eso, para muchos, yo entre ellos, lo que nos sigue atrayendo de él es que no vamos a «comprar» una teoría de la sociedad, una biblia o manual de enunciados causales universales y leyes sociales o leyes de la historia, sino una gramática para hablar de la sociedad y producir y validar enunciados causales particulares, situacionales. Jamás la sociedad es una constelación de casos particulares que manifiestan y validan una ley, una «estructura», un «sistema», que se desenvuelve o funciona en modo imponente, por encima de la libertad y la obra humana. Él nos hace entender que vamos a producir conocimiento sobre los productos del individuo asociado, que es el hombre («individualismo metodológico»). Y que el conocimiento que producimos, como los productos que realizamos, son acciones racionales («respecto de fines» o «respecto de valores»), que cuando aspiran a ser eficaces, están sujetas a la racionalidad que implica la eficacia, a la claridad en los fines o resultados esperados y a la selección y empleo de los instrumentos coherentes con la intencionalidad de la acción e idóneos para producirlos. Se puede fallar y se fallará en la tarea cognoscitiva si la acción de investigación termina en opinión, en información, en visiones, pero no en conocimiento.
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