SECCIÓN DE OBRAS DE FILOSOFÍA
A TIEMPO Y DESTIEMPO
ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ
A TIEMPO Y DESTIEMPO
Antología de ensayos
Prólogo de
RAMÓN XIRAU
Primera edición, 2003
Primera edición electrónica, 2013
D. R. © 2003, Fondo de Cultura Económica
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ISBN 978-607-16-1414-8
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A SÁNCHEZ VÁZQUEZ
RAMÓN XIRAU
Nacido en Algeciras en 1915, Sánchez Vázquez pasó su niñez y su adolescencia en aquella Málaga de los poetas, entre ellos Emilio Prados y Juan Rejano, sin olvidar a Manuel Altolaguirre. Pronto empezaron, al mismo tiempo, su creación poética y su vocación política. Fue miembro muy joven de las Juventudes Comunistas. Poco conozco sus escritos de aquellos años. Consta que publicó un primer poema del cual citaré cuatro versos muy ligados a la poesía del momento y tal vez reminiscente de un cierto “tono” lorquiano.
Dice la estrofa:
El sol se enreda en las cumbres
de la tarde agonizante;
la luz se quiebra rojiza
por los trigos y olivares.
Sabemos también, gracias a un estudio de Rafa Sánchez, que el joven poeta escribió una buena cantidad de poemas—así el que lleva por título Número—donde lo lírico y lo social ya significativamente se entreveran. El poema respondía a la represión violenta, en 1934, de los mineros de Asturias. Cito los versos iniciales del poema, revelador del espíritu revolucionario del autor:
35 millones de gritos que nunca conocieron
35 millones de manos que se pudren como el descanso
millones y millones de llantos enterrados al lado de una rosa
millones de lamentos sorprendidos en tumba encarcelada.
¿Recuerdos de Neruda en estos versos de Número? Es posible. También, acaso verso—¿tendría tiempo de conocerle ya?—, reminiscencias de Alberti de Sermones y moradas (1930).
Sánchez Vázquez es poeta, y buen poeta. Lo veremos en seguida. Pero en este punto interesa señalar los inicios de Sánchez Vázquez, filósofo. Es estudiante en Madrid, donde predominaban Ortega y Gasset y sus discípulos, maestros en rigor intelectual que Sánchez Vázquez respetaba pero que pronto había de considerar “elitistas”; no encontró ningún asomo de estudios universitarios acerca del marxismo.
En efecto, Sánchez Vázquez quería entender a fondo a Marx y el marxismo, con mayor razón por considerarse marxista.
Antes me parece necesario recordar algo, a mi modo de ver, fundamental. Lo subrayo:
—Sánchez Vázquez se inicia como poeta.
—Sánchez Vázquez, filósofo, lo será dentro del marxismo, un marxismo que es en él profundamente personal y “abierto”.
Pero sucede que Sánchez Vázquez se ha dedicado en gran medida a la estética. ¿No provendrán sus inquietudes artísticas justamente del hecho de que siempre fue y probablemente sigue siendo poeta?
Según este esquema, me ocupo aquí nuevamente de los poemas de su libro El pulso ardiendo, publicado en Morelia, aunque en buena medida escrito en Málaga.
Los poemas de El pulso ardiendo son, definitivamente, amorosos y sociales, nacidos de una profunda protesta unida a un auténtico deseo de justicia.
Los dos sonetos iniciales del libro son formalmente perfectos, lo digo sin ninguna exageración. No hay tal vez para referirse a ellos otra palabra que ésta: perfección. Dramáticos, y aun trágicos, son también poemas delicados, que en última instancia son poemas de un amoroso despertar:
y tú desperarás al nuevo vuelo.
Sus reflexiones, cada vez más hondas y detalladas, se iniciaron en la década de los cincuenta para adquirir un carácter definitivo en la de los años sesenta. En estos años se formaron sus principales ideas sobre el marxismo hasta alcanzar una verdadera madurez dentro de un pensamiento que merece el apelativo de original. Dos temas formaban los caminos más claros de su filosofía: el primero llevó por nombre filosofía de la praxis, y el segundo se manifiesta sobre todo en sus estudios sobre estética.
No es fácil encontrar una definición siempre aceptada del concepto de praxis—no olvidemos que el tema es antiguo—. Así, para los griegos praxis se refería a la actividad práctica y remitía a la acción de “llevar algo a término adecuado”. Otras veces remitía libre y claramente algo a “acción moral”. Plotino, místico, veía en la praxis “una denominación de las contemplaciones (Enéadas, III, 8). En tiempos modernos y por referirnos al “maestro” de Marx, es decir a Hegel, la praxis forma parte del “espíritu objetivo”, penúltimo peldaño camino al Espíritu Absoluto, lo cual indica—¿podría ser de otro modo?—un pensamiento declaradamente idealista.
Dentro del pensamiento del siglo XX, Georg Lukács, el gran pensador húngaro ya cercano a un marxismo hasta cierto punto crítico y autocrítico, tendía a reunir teoría y práctica, lo cual no deja de hacer, de manera claramente personal, Sánchez Vázquez. Pero veamos cómo se presenta la teoría de la praxis en Sánchez Vázquez.
Entre las funciones de la praxis destacan, en la obra de Sánchez Vázquez, la “función crítica, la función política, la función
Se trata así de ver la filosofía como la disciplina que reúne teoría y práctica, de una filosofía que, siguiendo a Marx, nos dice que la historia la hacen los hombres, “aunque en condiciones dadas”. En esta filosofía es clara la noción de novedad puesto que es “nueva y renovadora de sí misma”. Así, la filosofía de la praxis implica la novedad práctica de la filosofía “en su relación necesaria y racional con la praxis. Se insertan en ella y cumplen la función práctica que hace de la filosofía de la praxis la filosofía de la revolución”. Por decirlo con el título de su libro Filosofía y circunstancia: “La filosofía de la praxis es una nueva práctica de la filosofía”.
Sánchez Vázquez desea y crea un marxismo no dogmático, un marxismo crítico que se opone a las versiones “oficiales”—así las que circulaban en la Unión Soviética—y a las doctrinas de un marxismo estático.
Personal es la filosofía de Sánchez Vázquez cuando escribe sus obras dedicadas a la estética a partir de Las ideas estéticas de Marx (1965).
El arte como lo concibe Sánchez Vázquez es una forma fundamental de la praxis.
En su estética no normativa (tampoco es normativa su ética) Sánchez Vázquez se aleja más claramente de un marxismo “reduccionista”, y así alienta un marxismo que en sus palabras—hay que repetirlo—será “crítico” y “vivo”.
Por eso la praxis del arte puede llamarse creación. Existe, en efecto, “una relación entre el trabajo y la creatividad artística, ambos concebidos como forma de la creación, si bien el prime-ro es práctico-material” y la segunda, por usar la palabra de Sánchez Vázquez, es “espiritual”.
Tema esencial en cuestiones de estética es el del realismo. La definición de realismo que da Sánchez Vázquez es la siguiente:
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