© Norman Jean Roy
Ayaan Hirsi Ali nació en Mogadiscio, Somalia, en 1969. Hija de Hirsi Magan Isse, líder político que se enfrentó al dictador Siad Barre, Ayaan recibió una educación islámica ortodoxa y sufrió asimismo la traumática experiencia que como un mal endémico se ceba en la mayoría de las mujeres musulmanas en su más tierna infancia: la ablación. Con apenas veintidós años, y huyendo de una boda concertada con un primo lejano, recaló en Holanda, donde inició los trámites de asilo, aprendió el idioma en un tiempo récord y cursó estudios de Ciencias Políticas. En 2001 Ayaan se incorporó a la Fundación Wiardi Beckman, tutelada por el PvdA, el Partido Socialdemócrata. A partir de entonces empezó a labrarse una reputación en pro de la defensa de los derechos de la mujer en el ámbito musulmán y vertió sus críticas hacia el islam y sus preceptos, que sumen a la mujer musulmana en un estado de opresión y sumisión que raya en la esclavitud. La elocuencia y claridad de sus ideas causaron un enorme revuelo en todo el mundo islámico, e hicieron pesar sobre ella amenazas de muerte. Decidió abandonar las filas del PvdA para ingresar en el VVD, el Partido Liberal. Elegida en 2003 diputada al Parlamento, siguió denunciando la opresión de la que es objeto la mujer musulmana, hasta que en junio de 2006 dejó su escaño. Antes de que se desatara el debate en torno a su ciudadanía neerlandesa –que le fue retirada y posteriormente devuelta, con la consecuencia de la caída del gobierno– había decidido trasladarse a Estados Unidos, donde actualmente colabora con el American Enterprise Institute, un think tank de tendencia liberal conservadora. En 2007 impulsó la creación de la Fundación Ayaan Hirsi Ali, con objeto de defender los derechos de las mujeres en Occidente frente al islamismo militante.
En 2006, Galaxia Gutenberg publicó Yo acuso, recopilación de sus discursos y ensayos, en 2007 su autobiografía Mi vida, mi libertad y en 2011 Nómada, donde narra su llegada a Estados Unidos para construir una nueva vida lejos de las amenazas de muerte, de disputas políticas y de su propio conflicto interior. Es también autora del relato Adán y Eva, publicado en 2009 por este sello editorial.
Como continuación de su periplo desde una educación islámica profundamente religiosa hasta un despacho de Harvard, la brillante, carismática y controvertida Ayaan Hirsi Ali lanza un vehemente llamamiento a favor de una Reforma musulmana como única vía para poner fin a los horrores del terrorismo, la guerra sectaria y la represión de la mujer y las minorías.
Durante siglos se ha tenido la impresión de que el islam es inmune al cambio. Sin embargo, Hirsi Ali ha llegado a la conclusión de que la Reforma musulmana es inminente y puede que incluso ya haya comenzado. La Primavera árabe quizá parezca ahora un fracaso político, pero el desafío que lanzó a la autoridad tradicional puso de manifiesto una nueva disposición –especialmente por parte de las mujeres musulmanas– a pensar y expresarse con libertad.
En un valiente desafío a los yihadistas, la autora identifica cinco enmiendas a la doctrina islámica que los musulmanes deben adoptar para alejar su religión del siglo VII y acercarla al siglo XXI . También invita al mundo occidental a que deje de apaciguar a los islamistas. Quienes necesitan nuestro apoyo son los reformadores musulmanes, no los opositores a la libertad de expresión.
A través de un discurso en el que se entrelazan sus propias experiencias con analogías históricas y ejemplos rotundos de sociedades y culturas musulmanas contemporáneas, Reformemos el islam es una exhortación apasionada a favor de un cambio pacífico y una nueva era de tolerancia global.
Título de la edición original: Heretic. Why Islam Needs a Reformation Now
Traducción del inglés: Iván Montes, Irene Oliva Luque y Gabriel Dols Gallardo
Publicado por:
Galaxia Gutenberg, S.L.
Av. Diagonal, 361, 2.º 1.ª
08037-Barcelona
info@galaxiagutenberg.com
www.galaxiagutenberg.com
Edición en formato digital: mayo 2015
© Ayaan Hirsi Ali, 2015
© de la traducción: Iván Montes, Irene Oliva y Gabriel Dols, 2015
© Galaxia Gutenberg, S.L., 2015
Fotografía de sobrecubierta: © Norman Jean Roy
Conversión a formato digital: Maria Garcia
Depósito legal: DL B 7918-2015
ISBN : 978-84-16252-80-0
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Para Niall y Thomas
Prefacio
Prefacio
El _________, un grupo de _________ hombres vestidos de negro y fuertemente armados irrumpieron en un _________ de _________, abrieron fuego y mataron a un total de _________ personas. En las grabaciones de los atentados, se aprecia que los terroristas gritaron «¡Allahu akbar!».
En la rueda de prensa realizada tras los atentados, el presidente _________ declaró: «Condenamos este acto criminal perpetrado por extremistas. Sin embargo, el intento de justificar estos actos violentos en nombre de una religión de paz no logrará su cometido. También condenamos con la misma vehemencia a todos aquellos que aprovechen esta atrocidad como pretexto para cometer crímenes de odio islamofóbicos.
Mientras revisaba la introducción de este libro, cuatro meses antes de su publicación, podría haber escrito algo más concreto como:
El 7 de enero de 2015, dos hombres vestidos de negro y fuertemente armados irrumpieron en las oficinas de Charlie Hebdo de París, abrieron fuego y mataron a un total de diez personas. En las grabaciones de los atentados, se aprecia que los terroristas gritaron «¡Allahu akbar!».
Sin embargo, tras meditar sobre ello, me di cuenta de que no tenía por qué elegir forzosamente París. Tan sólo unas semanas antes podría haber escrito:
En diciembre de 2014, un grupo de nueve hombres vestidos de negro y fuertemente armados irrumpieron en una escuela de Peshawar, abrieron fuego y mataron a un total de 145 personas.
Y unas semanas después del incidente en París podría haber escrito:
En Copenhague un joven mató a un ponente en un encuentro sobre la libertad de expresión. Ese mismo día mató a un guardia judío a las puertas de la sinagoga, y un total de cinco policías resultaron heridos.
De hecho, podría haber escrito una frase muy parecida sobre distintos hechos acontecidos en Ottawa, Canadá, hasta Sydney, Australia, o Baga, en Nigeria. De modo que al final decidí dejar en blanco el lugar, el número de terroristas y el correspondiente a las víctimas para que fuera el lector quien pudiera llenarlos con el último caso que haya aparecido en las noticias. O, si se prefiere un ejemplo más histórico, se puede intentar algo así:
En septiembre de 2001, un grupo de 19 terroristas islámicos secuestró varios aviones y los estrelló contra edificios de Nueva York y Washington, lo que provocó la muerte de 2.996 personas.
Durante más de trece años, he recurrido a un simple argumento en respuesta a tales actos de terrorismo: es insensato insistir, tal y como acostumbran a hacer nuestros dirigentes, en que los actos violentos de los islamistas radicales pueden disociarse de los ideales religiosos que los inspiran. En lugar de ello, debemos reconocer que son el fruto de una ideología política, una ideología consustancial al propio islamismo, al libro sagrado del Corán así como a la vida y las enseñanzas del profeta Mahoma recogidas en los hadices.