Pedro Fernández de Quirós
Memoriales de las Indias Australes
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IbnKhaldun10.07.13
Memorial 1
Porque es parte de círculo la sombra que se ve en la luna, los días de su eclipse, se prueba que la forma del cuerpo de tierra y agua que la causa es redonda.
En este cuerpo se imagina una línea que se dice equinoccial, con sólo largura, sin anchura ni profundidad, que lo ciñe y rodea todo y lo divide en dos partes iguales: la una se dice del norte y la otra del sur.
Desta equinoccial tienen principio los grados, contando de uno hasta noventa que es la mayor cantidad de latitud a cualquiera de los dos polos.
Ya de la parte del norte está descubierto y habitado hasta más de setenta grados y lo que resta a noventa, aunque se descubriese, parece que no se podría poblar por la mucha frialdad y desigualdad a el día y de noche y horas y incomodidad y lo notorio que en muchas partes se las habitan los hombres dellas en cuevas y viven con mucho artificio y tienen otra vida mala de pasar por el rigor de los tiempos. Todo lo demás es poblado y son partes a donde de quien es dicho de temido y tiene larga noticia y el no vivir los hombres de muchas Bellas y como lo manda nuestra Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica Romana, están en su culpa dellos.
De la parte meridional a donde en lo más della está por saber y por crecer esta verdad, está sólo descubierto hasta cincuenta y cinco grados pasado el estrecho de Magallanes, y treinta y cinco en que está el cabo de Buena Esperanza, o cuarenta y poco más en que se ponen las naos para montar estas dos puntas de tierra, con sus costas y contra costas están ya del todo sabidas; falta ahora lo demás que dellas resta y del paralelo desta y tener [?) altura resto al poniente hasta noventa para saberse si es tierra o es agua y qué parte tiene de las dos.
El Adelantado Alvaro de Mendaña, cuando iba navegando el año de noventa y cinco a las islas de Salomón, que él decía estaban de siete hasta doce grados desta parte del sur y mil quinientas leguas de la Ciudad de los Reyes, encontró Juntas a cuatro islas pequeñas pobladas de tan buena gente que no sé yo haberse descubierto. Otra que con aquella corre pareja sino por la mayor parte. Unos indios medianos de malos gestos y talles, de color muy morenos como yo los he visto en el Pirú, Tierra Firme, Nicaragua, Nueva España, Filipinas y otras islas.
Estas cuatro islas están en altura de nueve y diez grados; distancia de la Ciudad de los Reyes es mil leguas y de la más cercana costa de camino España seiscientas y cincuenta y otras mil leguas de largo hacia Guinea. Los vientos allí son lestes, a cuya causa para poder ir de las islas al Pirú y a la Nueva España, es fuerza ir a la bolina al norte o al sur o a sus colaterales a buscar fuera de los trópicos los vientos que se deben generales y para esto son menester navíos capaces sin tormentos de navegación que son dos cosas sin otras muy necesarias les faltan a estas gentes y por estas y otras razones que puedo dar está bien probado que no se pueden haber comunicado en ningún tiempo con las otras dos provincias ni menos con la Nueva Guinea ni Filipinas, pues de a por ellas partes a las dichas islas no se puede navegar por ser el viento levante y tan contrario.
Destas cuatro islas yo no vi ninguna otra tierra y las embarcaciones de sus naturales están a brevedad de navegación, por la cual razón busqué lo que me podía obligar a creer el cómo puedan ir a lejas partes, y a lo que más me persuadí es que cuando salgan del lugar a donde no alcanzan tierra de vista, se van marcando por la propia que van dejando hasta que la van perdiendo y luego que la vayan dejando de ver alcanzan de vista la costa para donde van, porque en viendo perder del todo la tierra, así la de adonde salen como la que van a buscar luego. Hay necesidad cuando menos de entender la aguja de navegar que no tienen. Dejo los vientos contrarios, las corrientes y otras causas que les pueden hacer perder sus derechos y caminos pues es verdad quen los pilotos sabios y práticos y petrechados de toarte que la gente no tiene en perdiendo dos o cuatro… la tierra de vista no saben ni pueden determinar lugar y así digo sabiendo en general que los instrumentos de navegar de los indios son sus ojos o el tino de cortar distancias.
Pues decir que se marean por el sol, luna y estrellas, el sol no se ve de noche, de la luna ya se sabe su variedad y en suma, las estrellas, luna y sol no están siempre presentes ni en un mismo lugar ni sin nublados delante y cuando fuera todo posible que no lo es por la misma razón, habría de ser su navegación para costa como está dicho.
Y aún que es verdad que gentes ignorantes con sus embarcaciones pueden de una pequeña isla buscar una grande tierra como sea cerca pues ya que no topen en una parte darán en otra. Digo que de una grande o pequeña tierra no se pueden buscar islas pequeñas y lejanas sino es con arte.
Entre estos indios había algunos de color amulatados y se advierta [sic] que en habiendo diferencia de colores que arguye comunicaciones con otras gentes.
Aquellas cuatro islas son pequeñas y es de advertir que en las grandes apenas caben los hombres y siempre iban procurando a dónde poder vivir con buena comodidad, o las dejan por discordias o por no poder sufrir señores o por serlo ellos. En suma, por la libertad tan amada y tan buscada y así digo que piadosamente se puede creer que por el sueste, sur, sudueste, hasta más del oeste, hay otras islas que se van eslabonando o tierra firme que se va continuando hasta trabar con la Nueva Guinea o avecindarse a Filipinas o a la tierra del sur del estrecho de Magallanes, pues aquí no se conocen otras partes por donde en aquellas islas pudiesen entrar las gentes que las habitan, sino fuere de milagro, pues no ha habido más de un Adán, y que si va para una o otra parte o para ambas, que promete ser o muchas islas o tierra firme, antípodas de lo mejor de nuestra Europa y de la África y Asia, a donde de veinte a sesenta grados crió Dios los hombres tan provechosos para las letras y armas, gran mañoso en todo lo que es pulítico, que tanto hermosea y ennoblece a la naturaleza, y les dio el temperamento tan acomodado como sabemos, y que esto mismo se debe de esperar de aquellas partes, o al menos que haya buena disposición en tierra y hombres para todo lo que se puede pretender. Con advertencia vale toda aquella parte oculta más de cinco mil leguas de longitud y muchos grados de latitud y en partes setenta, ochenta y más, y en suma que es cuarta de todo el globo que allí está por descubrir. Dejando pues a otras muchas razones que puedo dar, digo para prueba y conclusión de todo mi tema que ninguna de cuantas islas se han descubierto engolfadas en todos los mares del mundo están pobladas sino desiertas y sin hombre humano que las pisase, salvo las islas de los Ladrones, de las cuales se tiene por cosa cierta que es cordillera, va a parar en el Japón con corta distancias y que todos los viajes que por allí se hacen viniendo de Filipinas a Nueva España se encuentran islas y también yo vi a cuatro cuando hice aquel viaje.
Hago ejemplo en las islas terceras y de la Madera y de las de Cabo Verde y otras del océano Atlántico, pues, por estar tan engolfadas las hallaron solitarias, y las islas de Canarias por estar avistada la tierra firme de África se hallaron todas con la gente, como se sabe, y algo que si estas islas con estar tan vecinas a tierras de las gentes de Europa y de la África a quien es tan antiguo de saber navegar estuvieron tanto tiempo ocultas y acaso se ven hoy cubierto y poblado. Qué diré de aquellas cuatro islas agora nuevamente descubiertas en un tan ancho y largo golfo, pobladas de gentes tan inorantes, y todas las de aquellas partes tan sin arte como ellas. Dejo las islas del mar Mediterráneo y todas las otras que están arrimadas a las cinco provincias de Europa, África, Asia, Nueva España, el Pirú, pues por las villas cercanas entraron sus pobladores y ninguna, hallo yo, de las pobladas a distancia de cien leguas de otras islas o tierra firme y las… son las desiertas.
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