Carlos Castilla del Pino - Vieja y Nueva Psiquiatria
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- Libro:Vieja y Nueva Psiquiatria
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- Año:1978
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VIEJA Y NUEVA PSIQUIATRIA
Carlos Castilla del Pino
La Editorial «Seminarios y Ediciones» se ha interesado por la reedición de algunos trabajos míos, que antes vieron la luz en revistas estrictamente especializadas o constituían mi aportación a simposios sobre problemas psiquiátricos. No sé en qué medida estos trabajos que aquí se presentan pueden tener un interés externo al círculo psiquiátrico estricto.
El criterio selectivo—dominado, ante todo, por razones de espacio—ha sido doble. La primera parte del volumen lo componen trabajos de índole historico-crítica . He situado en primer lugar el que se titula «La psiquiatría actual», porque de esta forma el lector puede poseer una visión panorámica del conjunto de las tendencias psiquiátricas hoy existentes. El segundo, que concierne a la teoría nosológica en Psiquiatría, es una historia crítica del pensamiento taxonómico que se inicia en Kraepelin y, con todas sus perplejidades, se continúa hasta hoy. Desde la fecha de su publicación no creo que haya tenido lugar ninguna aportación importante que modifique las líneas del planteamiento que entonces expusiera. Cada vez está más extendida la noción de que la clasificación de las especies nosológicas en Psiquiatría puede cumplir una función de consenso, pero que en cualquier caso responde más a una necesidad del propio trabajo clínico que a una realidad. El trabajo «Vieja y nueva Psiquiatría» es en buena parte justificativo de la propia crisis personal, que en su momento refractara la visión hasta entonces tenida acerca de la problemática psiquiátrica en general.
La segunda parte contiene trabajos de carácter concreto. Los dos primeros, redactados cuando estaba aún bajo la influencia del método fenomenológico, representan la aplicación de éste a un hecho hasta entonces inédito en la historia de la Psiquiatría: me refiero a la posibilidad de asistir a la degradación y desaparición de los fenómenos delirantes de un modo paulatino, con la plena concienciación por parte del paciente, a través de la recuperación de su «sentido de lo real». «Lenguaje y depresión» es, ante todo, un esbozo del tipo de investigación que hoy estamos verificando, centrado en el análisis del lenguaje. Finalmente, «Aspectos psicosociológicos del alcoholismo», aunque esquemático, señala nuestra intención totalizadora en el planteamiento de cualquier problema concreto de la conducta anómala. En conjunto, estos dos últimos trabajos constituyen tan sólo ejemplos de nuestra forma actual de abordar la Psicopatología y la Psiquiatría clínica.
En Córdoba. Otoño, 1970.
LA PSIQUIATRIA ACTUAL
El sino de la psiquiatría hasta estos últimos años ha sido un grave malentendido. Contra lo que podía ser imaginado, la psiquiatría kraepeliniana, que parecía un edificio sólidamente edificado, no merecía sin más el calificativo de psiquiatría «científica» por antonomasia. La verdad es que pese a esta calificación fue posible hasta hace poco la construcción no de una, sino de múltiples psiquiatrías, de carácter nacional muchas veces, otras, de claro significado escolástico. Ha sido característico, y en cierto sentido revelador del grave estacionamiento en que la psiquiatría en general ha permanecido, el hecho de que cualquiera rama de la psiquiatría, y por supuesto cualquiera psiquiatría «nacional», pudiese tener la pretensión de constituirse en sistema de una psiquiatría total. Esto ha sido posible en virtud del hecho de que muchas de las tendencias psiquiátricas o psicopatológicas proceden, a su vez, de tendencias muy precisas de la psicología, e incluso se orientan según formas metodológicas concretas inherentes a determinada tradición filosófica. En consecuencia, cada una de las diversas tendencias de la investigación ha pretendido constituirse en explicación autosuficiente de la totalidad de los hechos psíquicos morbosos—y aun de los hechos psíquicos normales—. De esta forma, la dispersión en escuelas ha sido constante (y en el curso de este trabajo se hará mención de sólo las principales de ellas), con ignorancia por parte de cada una de lo que las demás podían significar en orden al esclarecimiento real del problema. La atomización del pensamiento psiquiátrico ha sido señalada como un «escándalo» respecto del saber médico restante, que el historiador se ve obligado a constatar una vez más.
I. Alrededor de 1914 se asiste a la puesta a punto de las siguientes tres líneas de la investigación psiquiátrica: la clínica, la psicopatológica y la psicoanalítica.
- La dirección clínica. El hecho más importante y decisivo lo constituye la publicación en 1911 de la obra de Eugen Bleuler (1857-1939) Dementia praecox oder Gruppe der Schizophrenien, aparecida como aportación al tratado de Aschaffenburg. En ella no sólo hay una reordenación de los cuadros clínicos delimitados por Emil Kraepelin (1856-1926) respecto de la demencia precoz, sino también una catalogación de los síntomas en orden a su jerarquía para el diagnóstico y a su (supuesta) dependencia del proceso morboso (síntomas primarios y secundarios, fisiógenos y psicógenos, respectivamente) y el reconocimiento, además, del carácter psicodinamógeno de buena parte de ellos. Con esta aportación de Bleuler, siguiendo en parte la investigación iniciada en su propia escuela del Burghózlirry, en 1909, por C. G. Jung (1875-1961), entonces colaborador suyo, tiene lugar por primera vez en la psiquiatría académica, universitaria, el eco de las tesis psicoanalíticas.
- La investigación psicopatológica. En 1913 aparece la primera edición de la Allgemeine Psychopathologie, de Karl Jaspers (1883-1969), obra que ha de tener una profunda significación durante tres décadas en el ámbito de la psiquiatría de habla e influencia germanas. La psicopatología de Jaspers supone: a) la superación de la investigación netamente positiva en psicología, en última instancia de carácter mecanicista (asociacionismo, psicología fisiológica, de Wundt, localizacionismo, de Wernicke, etc.), para aprehender el síntoma psíquico en su conjunto, como un hecho in toto, susceptible en sí mismo de aprehensión en sus rasgos formales (fenomenología) y en su dotación o no de sentido (comprensibilidad o incomprensibilidad). La obra de Jaspers se nutre, pues, de la investigación fenomenológica prejuzgada en Brentano y desarrollada por Husserl a principios de siglo, y, en otro orden, también de la de Dilthey, suscitadora del método comprensivo de las «ciencias del espíritu», no causales, es decir, ciencias del sentido. Porque los hechos de la psicología son para Dilthey, como los de la historia, cosas que no pueden ser «explicadas» al modo como lo son los hechos que conciernen a las «ciencias de la naturaleza», sino «comprendidas». A partir de estos puntos de vista básicos, Jaspers establece una división clasificadora de los síntomas psíquicos en primarios y secundarios, según sean o no directamente dependientes del proceso morboso, al propio tiempo que devienen en comprensibles e incomprensibles respectivamente, b) Aplicada a los síndromes, esta esquematización supone que los síndromes que resultan carentes de sentido, esto es, incomprensibles, deben estar directamente ligados al proceso morboso que los «causa», mientras que los que mantienen su sentido sin solución de continuidad, y resultan comprensibles tanto en sus aspectos formales y del contenido cuanto en su génesis misma, han de ser considerados dependientes de «motivos» y, en consecuencia, deben proceder de un desarrollo (anómalo) de la personalidad. Esta división en síntomas procesales y de desarrollo habrá de subsistir aún hoy a pesar de las críticas y, tras la imprescindible rectificación de su esquematismo, puede todavía ser considerada útil para la ordenación inicial de los cuadros clínicos, c) Proceso y desarrollo son por sí creadores de un «mundo» o «universo» por parte de la persona que los padece. Ese universo puede ser descrito e interpretado como una unidad, puesto que, en último término, representa tan sólo la nueva forma de visión y de actuación sobre la realidad (y sobre sí mismo) que el enfermo lleva a cabo a partir de entonces. También aquí las líneas maestras del pensamiento de Dilthey y de Husserl son visibles, sobre todo en lo que concierne al método, y hacen posible la elevación de nivel desde el que se verifica la captación y descripción de la vida del enfermo mental. Así, a partir del intento de aprehensión fenomenológica del mundo psicopatológico, las anécdotas de la vida del enfermo son transcendidas hasta el plano de las categorías de su abstracta o «radical» relación con la realidad.
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