• Quejarse

Thriller - Bajo la Catedral (Spanish Edition)

Aquí puedes leer online Thriller - Bajo la Catedral (Spanish Edition) texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2016, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Thriller Bajo la Catedral (Spanish Edition)

Bajo la Catedral (Spanish Edition): resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Bajo la Catedral (Spanish Edition)" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Thriller: otros libros del autor


¿Quién escribió Bajo la Catedral (Spanish Edition)? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Bajo la Catedral (Spanish Edition) — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Bajo la Catedral (Spanish Edition) " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

“Nunca conoceremos toda la realidad de lo que se trama en las altas instancias políticas, empresariales o eclesiásticas; pero nadie podrá impedir que lo imaginemos”

“Bajo la Catedral” ©2015

Raúl Sánchez Quintana - ©2015

Obra registrada con número: 201599900111779

Registro Territorial de la Propiedad Intelectual de Andalucía. Expediente. RTA2815

“ Queda prohibida, sin la autorización escrita del autor, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento .”


I

La noche regía sobre la capital jiennense, y solo la luna y las numerosas estrellas concurrían como testigos privilegiados de lo que sucedía en el centro histórico de Jaén.

Un hombre de edad madura caminaba con paso acelerado a través de la calle Maestra, en pleno barrio de la judería, bajo la amarillenta y mortecina luz de las farolas. Mantenía el cuerpo impregnado en sudor, y un continuo jadeo dificultaba su respiración.

Intentando conseguir algo de resuello, detuvo sus pasos y apoyó la espalda sobre una de las paredes que conformaban la vía por la que deambulaba.

Inspiró en varias ocasiones y aprovechó el breve descanso para secar el sudor que bañaba su frente. Se sentía empapado, exhausto y sin ser capaz de acaparar el oxígeno que demandaban unos pulmones alborotados.

Sin permitirse un segundo más de respiro, dirigió la mirada hacia atrás; el sonido de unos pasos llamaba de nuevo su atención.

-¡Maldición! – exclamó para sí-. ¡Ahí está de nuevo!

De inmediato reanudó la marcha. Necesitaba acceder a la Catedral mucho antes de que el siniestro individuo de oscuras vestimentas que le venía siguiendo le diera alcance. Debía intentarlo aunque para ello tuviera que destrozar su corazón en el empeño.

Solo unos minutos de ventaja – se animó -, si lograba conseguirlos, el secreto que había jurado defender con su propia vida quedaría a salvo. Pero si aquel tipo conseguía arrebatarle lo que guardaba en el bolsillo izquierdo de su humedecido pantalón, el principio del fin comenzaría a fraguarse esa misma noche. Aquella última suposición, que no paraba de rondar por su cabeza, le aportó la cantidad de energía extra de la que no creía disponer. Sin embargo, y a pesar del formidable esfuerzo que estaba llevando a cabo, su marchito cuerpo era incapaz de distanciarse de la esbelta figura que andaba tras sus pasos. Era consciente de que si no pensaba en una rápida estratagema, los cincuenta metros que les separaban pronto se reducirían a la nada.

En su continua huida imaginó como hubiera deseado encontrar algún noctámbulo al que poder solicitar ayuda, pero en aquella noche, con las agujas del reloj acariciando las dos y media de la madrugada, la soledad parecía haberse convertido en su única compañía, exceptuando la silueta del misterioso personaje que le seguía. Si ello no fuera suficiente, con su mano izquierda debía sostener la pesada bolsa en la que transportaba las llaves que deberían facilitarle el acceso al interior de la Catedral.

Sin apenas tregua, consiguió divisar la Plaza de Santa María; antiguo centro neurálgico de la ciudad, y frente a la que emergía la fachada principal de la catedral jiennense. Aquella visión consiguió insuflarle un gramo más de aliento, y aceleró la marcha intentando alcanzar cuanto antes su objetivo.

Aprovechó el momento de euforia para lanzar una nueva mirada hacia su perseguidor. Las distancias se mantenían. Sin embargo, aquella circunstancia que debía ser satisfactoria, rechinó de forma súbita en su maduro cerebro. ¿Cómo podía ser que un individuo de apariencia mucho más joven que él, y de complexión esbelta, no fuera capaz de dar alcance a un septuagenario que apenas si lograba avanzar ligeramente apresurado?

De repente, su mente halló la solución a los últimos interrogantes. Su perseguidor no deseaba darle caza en ese preciso momento; permanecía al acecho, tratando de conocer el lugar hacia el que se dirigía. Fue entonces cuando comprendió que no solo le bastaría con obtener una ligera ventaja sobre aquel individuo, sino que necesitaría despistarle; conseguir algunos metros más de distancia que pudieran resultar decisivos a la hora de acceder a la Catedral.

Aprovechando el excelente conocimiento que poseía sobre el barrio judío de la ciudad, giró a la izquierda y se introdujo en una estrecha callejuela en la que apenas dos personas podrían transitar en paralelo.

Tras el inesperado cambio de sentido, forzó aún más la cadencia de sus pasos; sabía que podría hallarse ante la última oportunidad para despistar a su oscuro perseguidor.

Descendió de forma apresurada por la angosta calleja y, sin mirar hacia atrás, alcanzó en breves pasos un estrecho callejón denominado Arco del Consuelo - típico adarve medieval situado a la izquierda de su avance -. Era consciente de que el pequeño laberinto de estrechas callejuelas en el que se había introducido, podría otorgarle esa ventaja que, aunque exigua, le resultaría suficiente para alcanzar su meta con cierto desahogo. Sin volver la vista atrás, continuó caminando de forma acelerada.

La sensación de sofoco que la calurosa noche estival había traído hasta la ciudad, parecía disminuir entre aquellas tortuosas callejas donde una sutil brisa pretendía corretear traviesa. Aquel inesperado frescor, unido a la momentánea sensación de triunfo por haber despistado al individuo que le perseguía, insuflaron nueva energía a su ánimo y a sus pesadas piernas.

Dejándose llevar por la ligera pendiente que propiciaba el último tramo del callejón, logró acceder a la calle Cerón.

Aprovechó la nueva encrucijada de vías para acaparar el resuello suficiente que le permitiera afrontar los metros que aún le faltaban. Agotado, dejó caer su mojada espalda sobre la pared, e inspirando de forma casi convulsa, dirigió la mirada hacia el trayecto recorrido. Satisfecho, pudo comprobar cómo ya nadie seguía sus pasos. Ni tan siquiera sus oídos escuchaban el sonido de aquellos andares sobre el empedrado, que tan próximos llegó a sentir minutos antes.

Aún así – reflexionó -, sabía que no debía perder un minuto más; de nada serviría la ventaja obtenida si no era capaz de administrarla.

Inspiró en una ocasión más y, tras abandonar el pequeño callejón, avanzó con paso acelerado a través de la calle Cerón con dirección a la fachada norte de la Iglesia Mayor.

Una vez alcanzada la calle Campanas, detuvo de nuevo su caminar. Con mirada recelosa oteo ambos lados de la misma, a la vez que agudizaba el oído. Todo parecía en calma. Atravesó los soportales situados frente a los muros de la Catedral y, tras cruzar el firme adoquinado, alcanzó la estrecha acera que transcurría anexa a la fachada norte de la impresionante construcción. Algo más abajo quedaban las paredes de la Iglesia Sagrario - capilla construida debido al desnivel y los daños ocasionados por el terremoto de Lisboa en 1755-.

Apurando los últimos jadeos de su respiración, logró alcanzar la cancela de hierro que le permitiría rebasar el muro perimetral que circundaba al templo.

Inspiró hondo en un par de ocasiones, y mientras rebuscaba en la bolsa la llave que debía abrir el candado de la puerta de hierro, aprovechó para lanzar otra mirada en rededor y cerciorarse de que nadie le observaba.

El calor de la tórrida madrugada golpeaba con fuerza su cansado cuerpo, y el corazón parecía no querer atenuar su agitado palpitar. Si no hubiera sido por la trascendental responsabilidad que mantenía en esos momentos, habría caído extenuado sobre el suelo; su viejo organismo no se encontraba preparado para aquel tipo de situaciones extremas.

A pesar de que a esas horas de la madrugada el templo permanecía cerrado; los miembros de la sociedad a la que pertenecía, siempre habían poseído un juego de llaves con el que poder acceder al interior del mismo cuando así lo estimasen oportuno.

Con la urgencia que le apremiaba, introdujo la llave más pequeña en el orificio del candado. Tras girarla hacia la derecha el candado quedó abierto. Sin tiempo que perder empujó la cancela de hierro y, una vez rebasada ésta, volvió a cerrarla tras de sí. Lo más rápido que le fue posible ascendió la serie de escalones que le condujeron hasta la portada norte, mientras observaba la figura de la Inmaculada Concepción que parecía vigilarle desde la hornacina central situada sobre la puerta que pretendía atravesar. A ambos lados de la entrada, dos columnas de similar altura parecían escoltar el paso al visitante que decidía acceder a la Catedral mediante dicho acceso.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Bajo la Catedral (Spanish Edition)»

Mira libros similares a Bajo la Catedral (Spanish Edition). Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Bajo la Catedral (Spanish Edition)»

Discusión, reseñas del libro Bajo la Catedral (Spanish Edition) y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.