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Fernando Savater (San Sebastián, 1947) es catedrático de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, después de haberlo sido de Ética en la Universidad del País Vasco. Ensayista, articulista, novelista y dramaturgo, lleva publicados más de medio centenar de libros, varios de ellos traducidos a diferentes lenguas. Su incansable actividad como polemista y agitador cultural y su intervención en los más acalorados debates de la actualidad política lo han convertido en uno de los más destacados e influyentes intelectuales españoles de las últimas décadas. Algunas de sus obras mas conocidas son La infancia recuperada (1976), Panfleto contra el Todo (1978), Invitación a la ética (1982), Ética para Amador (1991) y El valor de educar (1991). Entre los múltiples galardones que ha recibido, se cuenta el Premio Nacional de Ensayo, concedido a su libro La tarea del héroe (1981).
«En su origen, el ensayo es la opción del escritor que aborda un tema cuyo tamaño y complejidad sabe de antemano que le desbordan. El ensayista no es un invasor prepotente, ni mucho menos un conquistador de la cuestión tratada, sino todo lo más un explorador audaz, quizá sólo un espía, en el peor de los casos un simple fisgón.»
Fernando Savater
Sartre, Arendt, Camus, Foucault, Canetti, Freud, Adorno, Ortega y Gasset, Zambrano o Lévi-Strauss son algunos de los grandes pensadores que Fernando Savater seleccionó para una colección dedicada al ensayo contemporáneo. La colección no se proponía otra cosa que ilustrar «la complejidad borrosa que alcanza el género en la actualidad», y hacerlo a través de un puñado de obras –veinticinco, en total, de muy variado asunto y envergadura– caracterizadas por no representar «la última palabra sobre los temas tratados, sino la primera de una nueva forma de enfocar cuestiones principales de la época contemporánea». Se reúnen ahora los breves textos que Savater escribió para presentar cada una de esas obras. De uno a otro, se matiza en ellos el concepto radicalmente proteico, escurridizo, tentativo de ensayismo, y se propone un rico y múltiple abordaje al mismo. El resultado es un contrastado muestrario del arte de ensayar, en el que se barajan los nombres de algunos pensadores imprescindibles del siglo XX .
Índice
Nota de los editores
Años atrás, Fernando Savater recibió de Círculo de Lectores el encargo de dirigir una colección de ensayo contemporáneo, destinada a formar parte de un gran proyecto en marcha bautizado con el ambicioso nombre de Biblioteca Universal. Esta Biblioteca, diseñada a comienzos de los noventa con vistas a conmemorar el cambio de milenio, respondía a un deseo largamente acariciado por el club desde su fundación: el de constituir una biblioteca fundamental, capaz de ofrecer una selección amplia y bien calibrada de los más elevados logros del hombre en el campo de la cultura escrita. La forma de dar cauce a este propósito consistió en parcelar el terreno inmenso que se aspiraba a cubrir, confiando a distintas personalidades la tarea de elegir los títulos correspondientes al área en que –por razones no siempre idénticas– se les atribuía una cierta autoridad. El resultado fue una suerte de «colección de colecciones» que tenía la ventaja de articular, con criterios distintos pero en definitiva complementarios, una visión de conjunto sobre buena parte del legado libresco de la humanidad. La iniciativa, todavía abierta, contó para su arranque con un equipo realmente excepcional de colaboradores, bien dispuestos todos a asumir con osadía la responsabilidad que se les confiaba. Basta echar un vistazo a la lista de directores de las colecciones ya ultimadas, que se da al final de este volumen, para hacerse cargo de esto último. Por lo demás, en el marco concreto de su propia colección, limitada a un número determinado de títulos, cada director contaba con la posibilidad de constituir, a su vez, un equipo de prologuistas que, a la vista de los resultados, cabe calificar también, en casi todos los casos, de excepcional. Véase, para constatarlo, la lista de los prologuistas de la colección «Ensayo contemporáneo», que se da asimismo al final de este volumen.
De todas las colecciones emprendidas, la que se confió a Fernando Savater era probablemente la que reclamaba un criterio más caprichoso y aventurero. Tanto Carlos Fuentes como Mario Vargas Llosa o Eduardo Mendoza, por ejemplo, a la hora de seleccionar a los grandes «maestros modernos» de las literaturas norteamericana, o europea, o hispánica, sin duda tuvieron que hacer valer su propio gusto para dirimir las múltiples alternativas a las que se enfrentaban. Así y todo, en las listas que finalmente confeccionaron se contaban en cada caso un puñado de autores o de títulos indiscutibles –La regenta, Tolstoi, Ulysses, Faulkner– que casi inevitablemente hubieran constado también en las listas realizadas por cualquier otro. Algo parecido cabe decir de colecciones como la de Filosofía, dirigida por Emilio Lledó, o la de Ciencia, dirigida por José Manuel Sánchez Ron. En todos los casos, y por muy dramática que resultara la selección definitiva, había una porción de la misma que podía considerarse, por así decirlo, objetiva, o inapelable. En todos los casos menos en el de la colección que le correspondió dirigir a Fernando Savater. A la amplitud e imprecisión de la etiqueta escogida –ensayo contemporáneo–, se sumaba en este caso la perspectiva circular del campo observado: toda la producción ensayística de los dos primeros tercios del siglo XX , en cualquier materia: antropología, literatura, lingüística, psicología, historia, sociología, religión, comunicación... ¿Qué hacer?
La secuencia propuesta por Fernando Savater resultó sorprendentemente persuasiva, por muy consciente que uno sea de que podría quedar remplazada por otra distinta del todo, confeccionada acaso por el propio Fernando Savater. Más allá del interés concreto de cada uno de los títulos escogidos, el conjunto ofrece, por virtud de su diversidad, una compleja e irisada ilustración del concepto mismo que lo justifica y que lo articula: el del ensayo como género, sobre el que Savater reflexiona con agudeza en el breve prólogo que figura al frente de este volumen.
El contenido principal del mismo lo integran las «justificaciones» que el mismo Savater antepuso a cada uno de los veinticuatro volúmenes de su colección. Se trata de textos tan breves como suculentos, que no sólo incitan a la lectura del título en cuestión sino que matizan, de uno a otro, el concepto radicalmente proteico, escurridizo, abierto de ensayismo, de tal manera que la lectura sucesiva de todos ellos propone un rico y múltiple abordaje al mismo.
Además de la «justificación» de cada título, Fernando Savater escribió el prólogo a dos títulos de su colección, los dos primeros en el orden cronológico: Del sentimiento trágico de la vida, de Miguel de Unamuno, y Misticismo y lógica, de Bertrand Russell. Los dos prólogos se incluyen también en este volumen.
PRELIMINAR
El ensayo como género
«Las obras de arte nunca se acaban –dijo Valéry–: sólo se abandonan.» En el terreno de la escritura, este carácter perpetuamente inacabado de cuanto el artista emprende, a lo que sólo la fatiga o la desesperación ponen punto final, tiene su plasmación más nítida en el ensayo. En su origen, el ensayo es la opción del escritor que aborda un tema cuyo tamaño y complejidad sabe de antemano que le desbordan. El ensayista no es un invasor prepotente, ni mucho menos un conquistador de la cuestión tratada, sino todo lo más un explorador audaz, quizá sólo un espía, en el peor de los casos un simple fisgón. «Ensayar» es realizar de modo tentativo un gesto que uno aún no sabe cumplir con plena eficacia: como el niño que quiere comer solo y cuya madre le ha cedido la cuchara se lleva un trago tembloroso de sopa a la boca, convencido de que nunca logrará acabarse todo el plato sin ayuda. También ensaya el actor el papel para cuya representación aún no ha llegado la hora; y cuenta con la simpatía del público escaso que asiste a su esfuerzo, unos cuantos amigos que tienen más de cómplices que de críticos severos.