Agradecimientos y nota sobre las fuentes
En comparación con otras religiones sobre las que he escrito, la bibliografía publicada sobre la cienciología es pobre y está envuelta en aserciones falsas. Algunos detalles cruciales que uno querría saber sobre la iglesia se han ocultado; por ejemplo, el número de personas que son miembros de la Asociación Internacional de Cienciólogos, una cifra que sería la mejor guía para conocer las verdaderas dimensiones de la afiliación a la iglesia. Esta había prometido proporcionar un organigrama, pero hasta ahora no lo ha hecho; en cualquier caso, habría sido más teórico que real en cuanto a la organización jerárquica de la autoridad y la responsabilidad, dado que una gran parte de la jerarquía ejecutiva de la iglesia ha estado sometida a cuarentena durante años en el Agujero a instancias del único individuo que controla la institución.
La extensa obra publicada de L. Ron Hubbard —cuya extensión, de hecho, bate récords— constituye el núcleo del material documental en el que se basa este libro. Hubbard se expresó indistintamente en libros, artículos, boletines, cartas, conferencias y diarios; no cabe entender al hombre o a la organización que creó sin examinar su trabajo en cada uno de estos medios. La iglesia ha publicado un útil compendio del pensamiento de Hubbard en ¿Qué es cienciología? Aunque la iglesia emplea a un biógrafo de Hubbard a jornada completa y ha encargado varios trabajos exhaustivos en el pasado, sigue sin haber ninguna versión autorizada de la vida del fundador. Uno de los anteriores biógrafos de Hubbard, Omar Garrison, escribió una versión a gran escala de la vida de Hubbard, pero fue suprimida. La iglesia ha publicado una serie de magacines bajo el título de Ron, que luego se han recopilado en forma de una enciclopedia extremadamente selectiva. Durante años, la iglesia ha estado desempolvando otros documentos —diarios, cartas, fotografías…— y retirándolos de la vista pública, lo que hace difícil para los investigadores independientes rellenar las lagunas del registro histórico.
Hay, sin embargo, varios importantes depósitos de información que he utilizado en este libro: la División de Manuscrito de la Biblioteca del Congreso estadounidense; los Archivos de la Fundación Heinlein Prize y de la Universidad de California en Santa Cruz; la Biblioteca de Investigación Kenneth Spencer de la Universidad de Kansas, y el Centro Nacional de Archivos de Personal de la Administración Nacional de Archivos y Documentos (NARA) de Estados Unidos, con sede en San Luis, Missouri. La Colección Stephen A. Kent sobre Religiones Alternativas de la Universidad de Alberta, en Edmonton, Canadá, alberga una importante colección de material sobre la cienciología, y el propio profesor Kent permitió amablemente a mi ayudante, Lauren Wolf, trabajar en sus archivos. Además de ser una inagotable fuente de recuerdos sobre la historia de la iglesia, Karen de la Carriere puso a mi disposición su extenso archivo fotográfico. Muchas gracias a los gestores de todos esos valiosos recursos por su cooperación.
Hay tres importantes biografías no autorizadas de L. Ron Hubbard: la excelente Bare-Faced Messiah: True Story of L. Ron Hubbard (1987), de Russell Miller, fue el primer examen del hombre en profundidad. La cienciología demandó sin éxito a Miller, un periodista británico que afirma que mientras investigaba para escribir su libro le estuvieron espiando, le intervinieron el teléfono, e intentaron cargarle un asesinato que no había cometido. Poco después apareció L. Ron Hubbard: Messiah or Madman? (1987), de Bent L. Corydon, seguido de A Piece of Blue Sky: Scientology, Dianetics, and L. Ron Hubbard Exposed (1990), de Jon Atack. La iglesia intenta desacreditar a ambos autores porque son antiguos cienciólogos que, según afirma, fueron expulsados de la organización. Resulta notable el hecho de que, desde la campaña de la iglesia contra estos libros, nadie ha vuelto a intentar hacer una biografía exhaustiva de Hubbard.
La falta de trabajos académicos sobre la iglesia y sus líderes da testimonio de la cautela con la que los eruditos contemplan el tema, así como la renuencia de la organización a divulgar información sobre sus miembros, creencias y funcionamiento interno a sociólogos cualificados. En 1976, Roy Wallis publicó The Road to Total Freedom: A Sociological Analysis of Scientology, el primer estudio académico significativo de la iglesia. Mientras investigaba para escribir su libro, Wallis fue espiado, y se enviaron cartas falsificadas a sus colegas y jefes en las que se le implicaba en una relación homosexual. Renunciation and Reformulation: A Study of Conversión in an American Sect, una profunda obra de la antropóloga Harriet Whitehead, apareció en 1987. Desde entonces, las contribuciones del mundo académico han sido escasas. En este punto también debo reconocer el trabajo de Hugh Urban, en la Universidad Estatal de Ohio; de David S. Touretzky, de la Universidad Carnegie Mellon, y de Stephen Kent, de la Universidad de Alberta. Cada uno de estos eruditos ha aportado importantes contribuciones a la comprensión de la cienciología, pese a los obstáculos y amenazas planteados por la iglesia.
Los documentos judiciales contienen un valioso registro de la historia y la cultura de la iglesia y su fundador; esto resulta especialmente cierto en el caso del trascendental pleito de 1991 «La Iglesia de la Cienciología de California contra Gerald Armstrong». David Miscavige se ha mostrado retraído a la hora de conceder entrevistas, pero ha proporcionado testimonios y declaraciones en varios pleitos, de manera especialmente extensa en el de 1990, «Bent Corydon contra la Iglesia de la Cienciología».
Unos pocos periodistas valerosos han proporcionado la mayoría de la información esencial de la que se dispone sobre la cultura de la cienciología. Paulette Cooper abrió la puerta con su reveladora obra The Scandal of Scientology, de 1971. Ya he esbozado en este libro parte del acoso que hubo de soportar. Joel Sappell y Robert W. Welkos, de Los Angeles Times, hicieron un extraordinario reportaje en seis partes en 1990. Richard Leiby lleva escribiendo sobre la cienciología desde principios de la década de 1980, primero para el Clearwater Sun y posteriormente para el Washington Post. Richard Behar cubrió el tema en Barron’s , y, de manera más notable, en su artículo de denuncia escrito en 1991 para Time, «The Thriving Cult of Greed and Power». Janet Reitman tuvo un acceso sin parangón a la iglesia cuando redactó su artículo de 2006 para Rolling Stone, «Inside Scientology», que en 2011 se convertiría en un libro con el mismo título. Chris Owen, un investigador independiente, ha escrito extensamente online sobre la iglesia, y ha revelado gran parte de la información disponible sobre las experiencias de Hubbard durante la guerra. Tom Smith ha realizado varias entrevistas bien documentadas en su programa de radio, The Edge, emitido por el Hillsborough Community College de Tampa, Florida. Joe Childs y Thomas C. Tobin, del Tampa Bay Times (antes St. Petersburg Times) han escrito innovadores reportajes, especialmente sobre los malos tratos dentro de la jerarquía de la iglesia. Tony Ortega ha estado escribiendo sobre la cienciología desde 1995 para el Phoenix New Times, y ha seguido haciéndolo, como un recurso valioso, en las páginas y el blog del Village Voice hasta su reciente dimisión. Varios de estos periodistas se han visto acosados, investigados, demandados o amenazados de diversas formas. Me he beneficiado aquí de su habilidad y perseverancia.
En la última década, los desertores de la Organización del Mar han proporcionado un rico caudal de relatos personales. Estos han adoptado la forma de memorias y de entradas de blogs, y en conjunto han llegado a formar una inmensa crítica del funcionamiento interno de la iglesia. Entre las memorias que debo destacar se hallan: