EL PRECIO DE AQUELLOS SUEÑOS
Wright Thompson
HISTORIAS DEL DEPORTE Y OTROS ASUNTOS SERIOS.
El trabajo de Wright Thompson incluye varios de los artículos deportivos más leídos en la historia de ESPN y han aparecido en diez ocasiones en la serie Best American Sports Writing. Cuen¬ta con John Grisham y Richard Ford como algunos de sus más reconocidos admiradores. Pero decir que sus artículos solo es¬tán relacionados con el deporte es quedarse corto. Thompson logra conectar por completo con lo más profundo de la gente sobre la que escribe, haciendo un gran análisis sobre el com¬bustible que enciende sus ambiciones. Ya sea Michael Jordan, Tiger Woods o Pat Riley, siempre consigue separar los mitos y las fantasías para mostrar a estos personajes con profundidad. Este es un libro lleno de conocimiento, sobre varios deportes, épocas, lugares y personas.
TREMENDAMENTE ENTRETENENTRETENIDO Y MUY CONMOVEDOR, EL PRECIO DE AQUELLOS SUEÑOS ES UNA ODA AL ARTE DEL PERIODISMO
ACERCA DEL AUTOR
Wright Thompson trabaja como escritor para ESPN. Vive en Oxford, Misisipi, con su familia.
ACERCA DE LA OBRA
«LAS HISTORIAS DE WRIGHT THOMPSON ESTÁN LLENAS DE PERSONAJES MARAVILLOSOS, MALOS ACTORES, HÉROES, DRAMA, SUFRIMIENTO, CONFLICTO Y DE DETALLES TAN REALES QUE EN OCASIONES CREO QUE TRABAJA AL IGUAL QUE YO, EN EL MUNDO DE LA FICCIÓN.»
JOHN GRISHAM
«THOMPSON HA ESCRITO VARIOS DE LOS MÁS IMPORTANTES ARTÍCULOS DEL DEPORTE CONTEMPORÁNEO. ESTE LIBRO ELEVA EL PERIODISMO DEPORTIVO COMO NUNCA ANTES SE HABÍA LOGRADO.»
THE NEW YORK TIMES
«UN KO POR PARTE DE WRIGHT THOMPSON. ESTE LIBRO ES EL EJEMPLO A LO QUE TODOS LOS PERIODISTAS DEPORTIVOS DEBERÍAN ASPIRAR.»
WALL STREET JOURNAL
WRIGHT THOMPSON NO ES SOLO EL MEJOR ESCRITOR SOBRE DEPORTES DE LOS ESTADOS UNIDOS, ES TAMBIÉN UNO DE LOS MEJORES ESCRITORES, PUNTO. ESTE LIBRO ES UNA AUTÉNTICA JOYA DE LA LITERATURA.»
MEN’S JOURNAL
AGRADECIMIENTOS
A pesar de que todas estas historias son fruto de mi trabajo, ninguna de ellas podría haber visto la luz sin ayuda externa. Los editores Jay Lovinger, Paul Kix y Rachel Ullrich han realizado un trabajo esencial, pero este libro también cuenta con la ayuda inestimable de muchos otros protagonistas: revisores, correctores y otros tantos escritores que me han ayudado a ordenar mis pensamientos y a organizar la trama del libro. El capítulo de Michael Jordan es producto de mi colaboración con la ESPN, pero también tiene parte de responsabilidad el grupo de periodistas del Washington Post que una noche se reunió conmigo en el Tune Inn en Capitol Hill justo después de que acabara mi reportaje, pero antes de que me fuera a casa a redactarlo. Esa noche les comenté el esquema que tenía pensado, y gracias a su experiencia, su profesionalidad, las preguntas que me hicieron y la expresión de sus rostros pude detectar qué era lo que estaba buscando. Mi recuerdo más preciado es una gran comida con distintos escritores en el Smith & Wollensky de Nueva York. Sin duda, estos momentos sirven para recargar las baterías o recuperar la energía, sea cual sea la metáfora que se prefiera. Siempre me retiro de estas reuniones con la sensación de haber nacido de nuevo. Es gracioso. La vida de un escritor puede ser solitaria, pero, para mí, está completamente determinada por la profundidad de las amistades y las rivalidades. Ambas me incitan a mejorar porque no quiero quedarme atrás, porque recibir elogios exige una responsabilidad y porque quiero mantenerme en ese círculo talentoso. Existen muchos motivos por los cuales la gente intenta alcanzar la grandeza en su profesión. Cuando se publica una historia parece que solo es posible que exista una perspectiva, pero, en realidad, desde el punto de vista del autor existe una infinidad de influencias, motivaciones y puntos de vista que se mezclan y forman una especie de crisol parecido a una filosofía. No soy capaz de explicar mejor algo tan personal y difícil de comunicar. Este libro no existiría, así como tampoco mi carrera profesional, si no fuera por las historias de los amigos, enemigos, hermanos, hermanas y mentores que tanto aprecio y temo, y que en ocasiones considero incluso mejores que las mías. Gracias a todos. Sabéis perfectamente quiénes sois.
Una vez dicho esto, nada tendría sentido sin mi padre y mi madre. Ellos me criaron para que tuviera curiosidad, confianza y empatía. Estas tres cualidades, sin lugar a dudas, son el eje principal de mi carrera profesional, y mi fe en ellas me dio la fuerza necesaria para intentar ser el mejor en algo. He escrito sobre mi padre en muchas ocasiones, pero, aquí y ahora, quiero hablar de mi madre. Ella es la persona más generosa y amable que jamás he conocido. La manera en la que superó la pérdida de mi padre, centrándose en sus dos hijos y haciendo caso omiso al hecho de haber perdido el faro que iluminaba su vida, resulta admirable incluso para aquellas personas que no la conocen. Se desvive por la gente que ama y por cualquiera que esté en su cabeza. Son lecciones que aprendió de sus padres. Mi madre es capaz de desenvolverse fácilmente tanto con directores de Hollywood o estrellas del rock como con el grupo de amigas que se reúne en el Abe’s los domingos. Lo cierto es que es la mejor persona que conozco. Creo sinceramente que he logrado todo lo que he conseguido gracias a sus plegarias.
Nada de esto tendría sentido sin Willie. Mi querido y adorado hermano, además de compañero de running en Japón. Eres la persona más inteligente que conozco, y la más rápida en dominar cualquier habilidad, ya sea diseñar videojuegos, cocinar o crear nuevos objetos. Ver el mundo a través de tus ojos siempre me hace reír y, al final, sentirme más inteligente.
Nada de esto tampoco tendría sentido sin Sonia. Ella cree en mis sueños y los hace suyos. También es mi mejor editora y mi principal consejera. Es inteligente, amable, alegre y divertida, y es capaz de soportar las comidas de Acción de Gracias con mi familia o acompañarme a la celebración del Día de los Muertos. Sin duda, comparte conmigo todas las rarezas, pero ella las esconde mejor. Estoy convencido de que el suyo será el último rostro que veré en este mundo; es un pensamiento macabro y extraño, pero tranquilizador.
Nada de esto no habría sido posible sin Wallace. Ella me permite ver más allá de la superficie y entender lo que de verdad importa. Tengo la sensación de que siempre me esforzaré para llegar a ser (aunque sea imposible) la persona que ella ve cuando me sonríe. Me llena de tristeza que algún día se dé cuenta de lo imperfecto que soy y averigüe la confusión en la que vivo. Ahora mismo, ella ve lo mejor de mí, y eso me hace querer estar a la altura de ese ideal.
Nada de esto habría ocurrido sin Seth Wickersham. No sé por dónde empezar. Nos conocimos en un partido de los Mizzou; desde entonces hemos sido amigos. Me ayudas a respetar las promesas que compartimos, y una de las mejores partes de mi viaje es ver como cumples las tuyas. Adoro las noches en las que un Marker’s Mark y un Black Label reposan con hielo en los vasos de cristal y un silencio indescriptible se expande a nuestro alrededor, un brindis silencioso y tácito que aglutina mundos de ambición, esfuerzo, trabajo, alivio y alegría. Me encantan estos brindis. Gracias por todo.
Nada de esto habría tenido lugar sin Jay Lovinger, mi primer editor en la ESPN. Él rescató a un humilde reportero y lo convirtió en alguien que, como mínimo, es capaz de recrear correctamente el estilo literario como para que los editores hayan aceptado publicar esta colección de reportajes. Vio en mí algo que yo no era capaz de ver, y me ayudó a formarme en el estilo de tantos grandes escritores que él mismo había publicado. Tiempo atrás, cuando me crucé con el extraordinario Paul Kix, nunca tuve la oportunidad de decirle cuánto había significado para mí y para mi carrera. Apareció en mi vida cuando mi padre murió, y fue capaz de llenar ese vacío. Te quiero, Jay. A ti y a Gay, Wendy y Woo.
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