Monica Simeoni
Una democracia morbosa
Viejos y nuevos populismos
Prólogo a la edición española de Andrea Donofrio
y Enrique Cabrero Blasco
Prefacio de Stefano Ceccanti
Traducción de María del Carmen Otero Fernández
y María Esther Sancho Cabezas
Título original:
Una democrazia morbosa .
Vecchi e nuovi populismi
© 2013 - Carocci editore S.p.A., Roma
© 2015 Monica Simeoni
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ISBN (página libro): 978-84-7209-651-6
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índice
Prólogo a la edición española
De la democracia deliberativa
a la democracia del público
por Andrea Donofrio y Enrique Cabrero Blasco
Historiadores y colaboradores del Centro de Estudios Orteguianos
Fundación José Ortega y Gasset, Madrid
El libro Una democracia morbosa , de Monica Simeoni, reflexiona sobre la crisis de la democracia actual y el florecimiento del populismo en diferentes países. En una amplia cabalgata intelectual y altamente política, que se mueve desde el filósofo José Ortega y Gasset al ex cómico Beppe Grillo, pasando por Barack Obama y Silvio Berlusconi, la autora aborda el tema del populismo, uno de los actuales elementos que está poniendo de manifiesto una crisis real del sistema, aunque en sí mismo no representa una respuesta a la crisis que denuncia. La obra de Simeoni consta de dos partes, diferenciadas aunque relacionadas por la temática. La primera parte la dedica a Ortega, y, en función del análisis que hace del pensamiento político orteguiano, desarrolla la segunda sobre el populismo, con atención al caso italiano pero sin obviar el marco europeo, americano y ruso.
Nos centramos, en primer lugar, en las páginas que dedica a Ortega. Para lo que explicará más adelante en su parte sobre el populismo, la autora recoge uno de los conceptos importantes en la filosofía política de Ortega como es el de «masas», al que hay que situar en una lista que sería propia de la terminología política orteguiana: «liberalismo», «democracia», «nación» o «Estado», por ejemplo. La tesis de Simeoni se centra en la temática de La rebelión de las masas , pero, sin embargo, a la hora de explicar el pensamiento político de Ortega, lo enmarca, en gran medida, en la etapa del franquismo (p. 27). Esto desvirtúa un poco la forma que Ortega tenía de concebir la política, pues muchos de sus planteamientos tuvieron estrecha relación con el día a día de otros períodos históricos: la Restauración, la Dictadura de Primo de Rivera y la II República. Porque si, como algunos intérpretes dicen, el período más o menos largo que abarcaría la segunda parte de la República, la guerra civil española y el franquismo corresponde al de un Ortega conservador, no es de despreciar que otro periodo, también más o menos largo, es el de un Ortega que políticamente se sumerge en el socialismo, el reformismo y el liberalismo democrático.
La lectura que hace Simeoni de la obra política orteguiana, muy centrada en La rebelión de las masas , de cuyo ensayo se podrían extraer las influencias, entre otros, de Comte, Stuart Mill y Nietzsche; destaca la relación de esta obra con Tocqueville, principalmente, tal vez por la premisa de la que parte de encuadrar el pensamiento político orteguiano en lo que se ha venido denominando segundo Ortega. Simeoni analiza la relación entre minorías y masas, planteamientos de Ortega a los que responde a veces con argumentos de otros autores, pero donde no queda claro del todo si es opinión de la autora para confirmar o contradecir la teoría orteguiana. En consecuencia, habría que tener en cuenta que la relación entre minorías y masas va más allá del mero mecanismo social, y que otros factores como los históricos o antropológicos, que pueden verse en España invertebrada (1922), por poner un caso, son de especial consideración, sobre todo si son reflexionados desde postulados filosóficos. Simeoni se refiere a Ortega como «sociólogo» —o estudioso— y nunca como filósofo, un aspecto llamativo porque Ortega ofrece un fundamento filosófico en el asunto de lo social.
Otra piedra angular de la que Simeoni hace observación es el tema de la aristocracia orteguiana, la cual define en tanto que el pueblo tiene preferencia por convertirse en plebe, porque ser minoría requiere de cualidades reflexivas, y estas son cosas que exigen un difícil compromiso que la plebe no está dispuesta a adquirir. Esta aristocracia es descrita por Simeoni como pesimista ante las posibilidades vitales de las personas (p. 36). Y, por ello, la autora mantiene que la aristocracia en Ortega no es puntual, sino una constante caracterizadora.
Tras las revisiones de la cuestión de las masas por un lado y de la aristocracia por otro, Simeoni llega al concepto de democracia morbosa, sobre el que gira el contenido del libro. Si bien Ortega, conforme a su teoría liberal, hace una disección de la democracia para ver sus implicaciones en la vida de los individuos, y termina desechando la hiperdemocracia o la democracia participativa porque pensaba en la dificultad de representar al número tan abrumador de personas que había resultado del aumento demográfico desde la primera mitad del siglo xix, apuesta, entonces, por una democracia deliberativa como forma de representación de ese número tan ingente de personas. Sin embargo, Simeoni entiende que ahora es el tiempo de lo que denomina como democracia del público, cuyos rasgos generales señalan la distinción de observaciones justas y propuestas coherentes de las falsas exigencias y la captación de valores positivos que llevan a una mejor calidad de vida (p. 43), y para tal pretensión insiste en la conveniencia del uso de los medios de comunicación y de todo tipo de plataformas digitales para tener conocimiento de las intenciones de voto.
En la parte relativa a la democracia del público (pp. 82 y ss.), usa esta expresión para definir la actual sociedad, cuyas características son: el protagonismo de los medios de comunicación, la importancia de la opinión pública, la desaparición de la palabra programa en las campañas electorales y la transformación de los partidos de masa en partidos carismáticos y post-ideológicos. Añadiríamos la simplificación del mensaje, la videocracia, la repetitividad de unas breves consignas políticas y la espectacularización de la política, así como la exaltación de las redes sociales y las nuevas tecnologías.
Tendríamos que matizar que la solución de Simeoni, como propuesta de superación de la democracia deliberativa, se inserta en un contexto de política italiana donde la tradición liberal tiene poca repercusión y cuenta con un peso limitado, y donde varios ejemplos históricos han estado mediados por la estricta vinculación con las ideologías conservadoras. Esto ha entorpecido, en ocasiones, la comprensión de la complejidad del liberalismo político orteguiano, el cual no siempre ha de relacionarse con convicciones conservadoras. Algunos textos de Ortega son esclarecedores a este respecto, al menos en lo tocante al grueso de su teoría liberal (vid., por ejemplo, «De puerta de tierra», de 1912, «La nación frente al Estado», de 1915, o «Prólogo para franceses», de 1937).
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