Monografías
JUAN PINA
UNA POLÍTICA
PARA LA LIBERTAD
Por la soberanía
de cada persona
© 2014 Juan Pina
© 2014 UNIÓN EDITORIAL, S.A.
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ISBN (página libro): 978-84-7209-637-0
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A los liberales en busca de partido
índice
Parte 1
el régimen
Parte 2
el despertar
Parte 3
la alternativa
Parte 4
el llamamiento
anexos
agradecimientos
Estoy en deuda con mi editor, Ignacio Pablo Rico, de Unión Editorial, por alentarme a hacer realidad este libro y por todos sus desvelos y esfuerzos para llevarlo a buen puerto. Quiero expresar también mi gratitud sincera a todas las personas con quienes he compartido ideas, proyectos y activismo a lo largo de estos casi treinta años de pasión por la política alternativa, la política de la Libertad. Es de justicia mencionar a quien, en mis primeros años en CDS, y pese a las diferencias ideológicas, fue mi mentor, amigo y sobre todo maestro, Manuel Alonso. También debo reconocer lo mucho que aprendí trabajando bajo la dirección rigurosa e infatigable de Imke Roebken, a quien agradezco aquellos seis años de política liberal intensa en la ejecutiva de IFLRY. Merece mi más profundo agradecimiento Volker Lehr, que al confiar en mí para dirigir Perfiles Liberales me brindó una etapa profesional espléndida e inigualable, porque pude trabajar cada día por las ideas liberales. Durante un cuarto de siglo, Roald Schoenmakers ha compartido conmigo trayectoria y proyectos, y siempre he encontrado en él los mejores consejos y la crítica cabal de los verdaderos amigos. A todos mis compañeros del P-LIB (o colegas , como preferimos llamarnos entre nosotros) les agradezco profundamente ser los pioneros de una sociedad más libre. Es siempre arriesgado dejar fuera a alguien, pero sería injusto no reconocer de manera especial a todos los que han compartido durante estos años las tareas de dirección del partido. Y creo que nadie me recriminará por destacar, en representación de todos ellos, a nuestro incombustible Javier López, cuya contribución al proyecto político liberal libertario ya es enorme y, sin embargo, estoy seguro de que solo es el comienzo. A ellos y a todos los afiliados y simpatizantes les agradezco su valentía, su constancia y la convicción que les permite aguantar contra viento y marea, cons cientes de que nuestra misión es ingente y su plazo solo puede ser muy largo. En realidad, la misión liberal solo puede abarcar toda la vida, y tengo la inmensa fortuna de compartir la mía con alguien que vive esa misión con la misma intensidad que yo. Mi mayor agradecimiento es para ella, para Roxana, por su amor pero también por su racionalidad y su inteligencia, por su paciencia y su tenacidad, por su entrega a nuestras ideas y porque suele creer en mí más que yo mismo.
Prólogo
es el momento de los liberales
El propósito de este libro es presentar de una forma sen cilla la nueva alternativa política que hoy representa el liberalismo evolucionado, un liberalismo que ya no puede ser el de anteayer, sino que necesita actualizarse y afrontar los retos de nuestro tiempo en una clave mucho más libertaria. Se recoge aquí lo esencial de las conferencias que he pronunciado en los últimos años, como presidente del Partido de la Libertad Individual, en actos, foros y universidades de Madrid, Barcelona, Orense, Santa Cruz de Tenerife, Murcia, Valencia, Sevilla y Granada. Junto a un recorrido por las posiciones políticas que defiendo ante las principales cuestiones de hoy, incorpora también textos que había publicado como artículos de opinión en mi blog y en los medios de comunicación, e incluye entre otros anexos, corregido y actualizado, mi «Manifiesto por la Autodeterminación del Individuo», publicado en 2000.
Vivimos, a escala global, en un tiempo ma rcado por la percepción de que es inminente un cambio de paradigma porque la socialdemocracia generalizada y transpartita de las últimas décadas se ha agotado, y las alternativas más conocidas son todavía peores —las recordamos con espanto porque tiñeron de sangre el siglo xx —. Esa incertidumbre ante el fin de todo un modelo social, económico y político causa tensiones entre quienes se aferran asustados a él para prolongar a cualquier precio su agonía, elucubrando a contrarreloj todo tipo de ocurrencias para reinventarlo; y quienes, por otro lado, aprovechan el río revuelto para promover el regreso del totalitarismo en cualquiera de sus formas y colores.
Pero, en realidad, los indicios de los que di sponemos apuntan en la buena dirección, en la dirección del ocaso del colectivismo y del auge de la persona. No es que de pronto la gente se haya vuelto liberal. Lo que pasa es que la organización social se deriva de la tecnología de cada momento, y resulta que la tecnología actual induce con fuerza la autonomía personal, la descolectivización, la desjerarquización y la desintermediación de todo , desde la cultura y la información hasta la moneda, desde la producción y propagación de opinión hasta la toma de decisiones. La sustitución de las viejas pirámides de autoridad por un mundo en malla, mucho más horizontal y plurárquico, organizado espontáneamente en redes distribuidas muy dinámicas y en constante transformación, promueve un cambio cultural que empodera a cada persona, devolviéndole la soberanía que le habían arrebatado los Estados.
El auge de la economía de la información y del con ocimiento nos lleva desde la lógica de la escasez hasta la nueva lógica de la abundancia, la multiplicidad y la simultaneidad. En ella, el problema ya no es administrar bien en común, situando al mando a los más capaces para que escojan por todos entre opciones mutuamente excluyentes: se tiende, en cambio, con cada vez mayor fuerza, a devolver la toma de decisiones a los individuos, porque ahora pueden adoptarlas de forma divergente sin que ello plantee los conflictos de incompatibilidad de decisiones que antes obligaban a elegir con cuidado un mismo rumbo para todos. Donde antes era preciso que alguien decidiera por muchos, ahora cada cual decide por sí mismo. Los viejos nodos de centralización del poder, naturalmente, se resisten a perder la privilegiada potestad de tomar las decisiones de millones de personas, porque viven de ejercerla. Pero los individuos intuyen ya que tales nodos no son necesarios y que están arrogándose competencias que, en buena lógica, solo a ellos deberían corresponderles.
En todos los ámbitos, la representación y la deleg ación, propias de la lógica de la escasez, pierden peso hoy frente a la autonomía de acción de cada individuo o de cada agrupación voluntaria de estos. El terreno de la política no puede ser diferente. Los políticos se equivocan al pensar que el grito —ya ensordecedor— de «no nos representan» encierra la mera reclamación de representantes alternativos que actúen con mayor honradez o acierto. El problema es más profundo, porque lo que se cuestiona es la función representativa en sí misma, al entenderla innecesaria y usurpadora en esta nueva etapa tecnológica. En la lógica de la abundancia, los representantes pierden su «licencia» porque cada persona quiere representarse a sí misma y decidir su camino con independencia del que sigan los demás. De hecho, siempre quiso, pero ahora, en cada vez más ámbitos y situaciones, al fin puede. Y los políticos pierden también esa licencia porque a la vista está el resultado de otorgarles un mandato representativo amplio. Esos generosos cheques en blanco para hacer y deshacer durante cuatro años se perciben hoy como un despropósito. El viejo sistema político, basado en el papel central de los intermediarios, está condenado, en el nuevo paradigma, a sufrir una imparable hemorragia de legitimidad.
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