Hace cuatrocientos años, España era el centro del mayor imperio de la historia. Sus dominios —las recompensas de una audaz aventura en las Américas y en las Indias Orientales y el fruto de la herencia real en Europa— se extendían desde los Países Bajos, Bohemia, Alemania e Italia a través de los océanos, hasta México, Perú y California en una dirección, y a través del Mar del Sur hasta Filipinas.
Los españoles viajaron por el mundo al servicio de su rey y no pocos extranjeros se sintieron atraídos a su vez por España y su corte. Fue una época de colisión entre lo viejo y lo nuevo, de descubrimientos intelectuales y espirituales, de grandes experimentos políticos y sociales que culminaron en el Siglo de Oro, gracias a una repentina riqueza que allanó el camino de una extraordinaria expansión cultural.
Ésta es la historia de esa época a través de los hombres y mujeres que la protagonizaron: los reyes —desde el emperador Carlos V hasta Felipe IV—, los burócratas y los banqueros, los soldados y los sacerdotes que hicieron a España rica y poderosa; y los artistas, dramaturgos, poetas y mecenas que contribuyeron a que resplandeciera. El gran acierto del hispanista inglés Robert Goodwin consiste en contar la historia humana del primer imperio planetario a través de un brillante elenco de personajes, situándolos en su vibrante contexto histórico y artístico, dándoles vida en todo su esplendor y sus contradicciones.
Robert Goodwin
España, centro del mundo 1516-1682
ePub r1.0
Titivillus 03.09.16
Título original: Spain. The Centre of the World 1519-1682
Robert Goodwin, 2015
Traducción: Alejandro Pradera
Retoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
A Ana María y a Michael.
ROBERT GOODWIN es un hispanista, profesor y escritor nacido y doctorado en Londres con una tesis sobre la España del Siglo de Oro, cursando varias asignaturas en las universidades de Granada y Sevilla. Actualmente es escritor tiempo completo, vive en su ciudad natal y visita a menudo España; se siente casi más en casa en Sevilla que en Reino Unido.
Su primer libro importante, Crossing the Continent 1527-1540: The Story of the First African-American Explorer of the American South, se publicó en 2008 en inglés. España. Centro del mundo 1519-1682 (2015) es su primera obra traducida al español.
Notas Prólogo 1
[1] CDI, 12:155-160, Carta de Juan de Rojas, 11 de septiembre de 1519.
[2] John Tate Lanning, «Cortes and his First Official Remission of Treasure to Charles V», Revista de Historia de América n.º 2, 1938, pp. 5-9; AGI: Contratación 4675; Pascual de Gayangos, Cartas y relaciones de Hernán Cortés al Emperador Carlos V, París, 1866, pp. 28-34.
[3] El disco de oro pesaba 17 kilos, y el de plata, 10 kilos.
[4] Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia general y natural de las Indias, ed. Juan Pérez de Tudela Bueso, 5 vols., Madrid, 1959 [1535], 4:10.
[5] Viktor Frankle, «Hernán Cortés y la tradición de las Siete Partidas», Revista de Historia de América, nos 53-54, 1962, pp. 9-74.
[6] John H. Elliott, Imperial Spain, 1469-1716, Londres, 1963, p. 135; Hugh Thomas, The Conquest of Mexico, Londres, 1993, p. 347.
1. REINOS DE ORO
«El rey nuestro señor es más rey porque tiene más y mayores reinos que ningún otro […], porque él sólo en la tierra es rey de reyes».
PEDRO RUIZ DE LA MOTA, obispo de Badajoz
En febrero de 1519, ocho meses antes de que los hombres de Cortés desembarcaran con su fabuloso tesoro mexicano, el rey Carlos recibió en Barcelona la noticia de la muerte de Maximiliano I, su abuelo, emperador del Sacro Imperio Romano, cabeza de una gran confederación de estados y principados del norte y el centro de Europa, desde Holanda, al norte, y una parte de Francia, al oeste, hasta una parte de la actual Italia, al sur, y la mayor parte de la actual Alemania y algunas regiones de Austria y Hungría, al este. Pero el Sacro Imperio Romano era una precaria alianza de gobernantes provinciales bajo la administración centralizadora de un emperador que, a su vez, era designado por siete electores: tres obispos, tres príncipes del Imperio y el rey de Bohemia. Se trataba de una venerable creación impregnada de un sentido casi novelesco del medievalismo caballeresco, y el alma del Imperio se encarnaba en la figura casi mitológica de Carlomagno, que fue coronado rey de los romanos por el papa León III el día de Navidad de 800, como recompensa por proteger el papado y por su cruzada contra la España musulmana. Ese sentido de la historia definía el mandato espiritual del emperador, e iba a definir la relación de Carlos con el mundo.
Por mucho que el más augusto título de la cristiandad fuera otorgado por elección, los Habsburgo habían llegado a considerarlo suyo por derecho propio, y, en calidad de nuevo jefe de la dinastía, Carlos reafirmaba esa sensación de legitimidad. Sin embargo, todavía tenía que someterse a la elección, y entonces un poderoso rival, Francisco I, rey de Francia, dio un paso al frente con intención de disputarle el título. Una derrota resultaría humillante para ambos monarcas, pero sobre todo para Carlos. Sus agentes asumieron la tarea de hacer campaña y comprar el apoyo de los electores.
El 28 de junio, mientras Cortés se maravillaba al contemplar por primera vez los grandes discos de oro y plata en la frontera del Imperio occidental de Carlos, en el corazón de las tierras de los Habsburgo, en la ciudad de Aquisgrán, los electores decidían por unanimidad elegir a Carlos como su nuevo señor, el emperador Carlos V. Un ministro de su confianza exclamó: «Señor, Dios os ha elevado por encima de todos los reyes y príncipes cristianos y os ha convertido en el mayor emperador y rey desde los tiempos de Carlomagno. Os ha colocado en el camino para poner al mundo entero bajo el mando de un único pastor». Esas palabras reflejaban perfectamente el universalismo moralizador y el apremiante deseo de hegemonía religiosa que iba a desestabilizar la amistad entre los distintos reinos de la Casa de Habsburgo, pero que era objeto de temor y rencor a lo largo y ancho del resto de la cristiandad. Hasta la Paz de Westfalia de 1648, los territorios de los Habsburgo entablaron con sus vecinos una sucesión interminable, aunque con constantes altibajos, de conflictos y diplomacia. Europa estuvo en un permanente pie de guerra.
La noticia del éxito de Carlos llegó a España tan sólo unas semanas antes que los discos de oro y plata; pero la victoria en la elección se había cobrado un alto precio en sobornos a los electores: el gran banquero alemán Jacob von Fugger podía presumir de haber comprado la elección tras prestarle personalmente a Carlos 543 000 de los 850 000 florines (es decir, 360 000 ducados) que habían cobrado los electores a cambio de su apoyo.El tesoro de Cortés había llegado en un momento muy oportuno, y en 1519 se estableció una relación crucial entre la deslumbrante tangibilidad de las riquezas de América y el coste de sostener las posesiones de los Habsburgo en Europa.